Son similares en que ambos se definen como sentimientos intensos. La indignación es el enfado contra una persona o un acto que se considera injusto, mientras que el dolor es un sentimiento de pena o de congoja, una aflicción emocional.Durante el tiempo en que este texto se escribe, una arequipeña lucha por conservar sus ojos que fueron taladrados por su esposo mientras ella dormía. En Tarapoto el cuerpo de una mujer que fue empapado con un baldazo de gasolina por el padre de sus hijos, quien luego le prendió fuego con un encendedor, va a ser velado. En Chincha, una mujer asesinada de ocho balazos delante de sus niños por su ex pareja será enterrada. Solo hoy.En el caso de Liz, la mujer chinchana asesinada, leo en un portal de reconocida seriedad que “aún se desconocen las causas que motivaron al asesino a cometer el crimen”. Esto último deja implícito el mensaje de que hay razones por la cuales alguien puede asesinar a su ex pareja. No sólo muchos hombres no tienen cuidado de maltratar a las mujeres, sino que muchos medios tampoco.Al comparar la indignación que nos genera el conflicto del Pisco (nuestra histórica bebida nacional injustamente despojada de su nombre y degradada a categoría de aguardiente en una feria que se realizará en Chile) respecto de la evidentemente menor indignación por el asesinato de dos mujeres y el taladrado de una tercera, un señor muy dispuesto me explica: “es que lo primero choca directamente con nuestro orgullo nacional”.Hay indignaciones nacionales como la del Pisco que ocupan espacios gigantescos en prensa y la opinión, mientras que en paralelo hay gente para la cual las mujeres no somos un orgullo del Perú al que hay que defender de asesinos. Eso es un dolor enorme para nosotras. ❧