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Domingo

La telaraña del gobernador

El periodista Jorge Turpo ha publicado Mr. Manan, la hiel del poder, un libro que retrata los desvaríos, contradicciones y orígenes de Elmer Cáceres Llica, actual gobernador regional de Arequipa. Publicamos en exclusiva un par de fragmentos de este extenso perfil.

26-12-2018 HC1 HANSLITT CRUZADO

ELMER CACERES LLICA, NUEVO GOBERNADOR REGIONAL DE AREQUIPA, RECIBE SUS CREDENCIALES.
26-12-2018 HC1 HANSLITT CRUZADO ELMER CACERES LLICA, NUEVO GOBERNADOR REGIONAL DE AREQUIPA, RECIBE SUS CREDENCIALES.

Ingobernable

Cuando Cáceres Llica fue elegido gobernador, las reacciones fueron diversas. Surgió cierta expectativa entre algunos ciudadanos que vieron en él a un político distinto, al menos en su origen: quechuahablante y cayllomino. Distinto de sus antecesores en el cargo: un ingeniero aprista (Daniel Vera), un filósofo y exrector de la UNSA ( Juan Manuel Guillén) y una abogada y ex reina de belleza (Yamila Osorio).

Ya no era el jovencito de veintinueve años que se dejó crecer la barba para aparentar más edad. Para llegar al sillón regional había convertido su vida en un espectáculo público. Su matrimonio, por ejemplo, lo realizó en la misma plaza de Yanahuara y se hacía invitar a los aniversarios de pueblos jóvenes para bailar wititi con su esposa y su hija.

Cáceres Llica era como el candidato de relleno llamado a amenizar la campaña electoral con sus ocurrencias y exabruptos, pero poco a poco ganó terreno y protagonismo, no solo por su estrategia de campaña, sino también por la mala calidad de los adversarios y el desencanto del electorado por la política en general.

«Gobierno del asco», así lo bautizó el sociólogo José Luis Vargas. La gestión de Cáceres Llica —dijo— le causaba eso sensorial y perceptivamente. «¿Qué le espera a nuestra región con este oclocrático gobierno? —se pregunta Vargas en un artículo de opinión—. Definitivamente, nada bueno. Lo hemos dicho y lo reiteramos. Quizás los únicos beneficiados terminarán siendo las bandas musicales y dancísticas, las distribuidoras de cervezas y aquellos que logren el ansiado puestito».

La crisis de la clase política peruana, la desazón, frustración y desencanto que genera es una de las explicaciones de la elección de Cáceres Llica. Quienes lo antecedieron en el cargo no fueron mejores. Terminaron denunciados por corrupción y sin atender los problemas básicos de la región como la falta de mejores servicios de salud y educación.

Patricia Salas y José Luis Vargas coinciden en señalar que hubo un hartazgo que se expresó electoralmente. «Eligiendo esta vez a quien representa el polo extremo, la antípoda; o sea el asco como una expresión del hartazgo, muy a tono con aquella otra percepción convertida en opción que fue protagonista en las recientes elecciones: “todos son corruptos, no voto por nadie, que se vayan todos”», apuntó Vargas.

Algunos lo etiquetan como un populista de izquierda, como buscándole una semejanza a Evo Morales.

Para el analista Gonzalo Banda, más allá de los trajes, esa comparación es incorrecta. No ha gozado de un mayoritario apoyo, a diferencia del boliviano, y tampoco se ha rodeado de funcionarios de izquierda.

A decir de Patricia Salas, resulta improbable que Cáceres Llica cambie su estilo de gestión en beneficio de la región. «Pudo haber formado una especie de gabinete de asesores que se encarguen del gobierno mientras él se abocaba a la parte política, pero no lo hizo ni creo que lo haga. No se trata solo de convocar técnicos, se necesita hacer política porque las decisiones de gobierno son políticas, pero eso no lo entiende y vamos a la deriva».

Carlos Leyton tampoco le guarda esperanza y considera que sus incapacidades nos costarán caro. El más pesimista, pero con cierta esperanza a largo plazo, es Vargas. «El panorama arequipeño para los próximos años es sombrío —afirma—; pero, a la vez, esperanzador, ya que, haciéndole caso a Polibio, la oclocracia es la fase final de un ciclo oprobioso de gobierno, de donde resurgirá uno bueno, mucho mejor para el pueblo, ya no para la muchedumbre».

Restablecer la confianza y crear nuevos mecanismos de gobernanza real y transparente son los retos que pudo haber asumido Cáceres Llica desde el inicio de la gestión, pero eligió el camino más directo a la degradación política. Ahora sus acciones son demasiado costosas y su resultado, demasiado incierto.

¿Cuál es la telaraña de poder que armó Cáceres Llica? Además de sus amigos cercanos, se ha rodeado de personajes que conoció en la campaña y ahora ejercen el poder en la sombra. El más visible es William Benavides Mamani. Se hace llamar Brem y es el filtro para la contratación de funcionarios y asesores. Aparece siempre al costado del gobernador en todas las actividades importantes.

Edgar Alarcón, ex contralor de la república y actual congresista, me dijo en una entrevista que cuando lo contrataron como asesor de la gestión de Cáceres Llica, no habló con el gobernador, sino con Benavides Mamani quien no figura en las planillas oficiales del Gobierno regional. Lo que tiene son pagos directos que le hicieron a inicios de 2019 como proveedor de servicios. Ya había sido trabajador en la gestión de Yamila Osorio. Luego se hizo jefe de campaña de Cáceres Llica y su lealtad lo convirtió en el asesor más cercano al gobernador.

Cuando un periodista de La República le preguntó a Benavides si lo suyo era un pago de favores, al igual que otras personas que apoyaron la campaña y ahora son trabajadores de la región, respondió: «Todos tienen derecho a trabajar. La ley no pone límites».

La principal característica de los gerentes, funcionarios y asesores de Cáceres Llica es que no les gusta declarar a la prensa, como a él. Alarcón fue el único que al iniciar su asesoría sería el vocero oficial de la gestión y una vez por semana daría declaraciones. Duró menos de un mes en el cargo. El gobernador ingobernable no quería una sombra tan pesada a su lado.

Noticia en desarrollo

Como Cáceres Llica no es un hábil orador y tiene contados encuentros con la prensa, suele enredarse y confundirse por los nervios. Es como un adolescente que sale a exponer un tema a todo el salón por primera vez. A inicios de junio de 2020, por ejemplo, fue noticia porque confundió los balones de oxígeno para pacientes Covid con balones de gas.

«El tema del oxígeno también está garantizado, vamos a instalar otro balón de gas más. Estamos solicitando a la empresa concesionaria que nos entregue inmediatamente, en 24 horas, cincuenta balones de gas más», dijo con la boca cubierta con una mascarilla.

El primer caso de coronavirus en Arequipa se confirmó el siete de marzo. Desde ese momento empezó el descontrol en la gestión de Cáceres Llica. Los hospitales públicos eran una calamidad. Él se había comprometido a solucionar aquel problema, pero en más de un año no pudo ni con los ascensores malogrados. Entonces llegaron sus anuncios dislocados o abiertamente engañosos:

«Arequipa va a formar su propio equipo de científicos para buscar la cura del coronavirus», dijo, mientras los médicos le exigían que empiece a implementar un hospital de emergencia para pacientes Covid-19. Se demoró más de un mes en tomar decisiones. Se pasaba los días en idas y vueltas para determinar cuál sería el hospital Covid. Hasta que el Gobierno Nacional decidió enviar a Pilar Mazzetti para que forme un Comando Regional que tome las riendas en Arequipa frente a la emergencia sanitaria.

«No quiero quejas, estamos hasta el perno. Aquí nos comemos nuestras diferencias y actuamos, y si alguien no actúa en una guerra, comete traición a la patria», le dijo Mazzetti a un gobernador dubitativo y silencioso.

Se decidió que el Honorio Delgado sea el hospital Covid-19 y solo entonces Cáceres Llica empezó a destinar recursos y ocuparse de la emergencia con la energía que no mostró en más de un año y medio de gestión.

Claro, en ningún momento dejó de buscar cámaras y tratar de proyectar la imagen del gran general en guerra contra el virus. Los casos no crecieron de manera exponencial en Arequipa durante los primeros meses de la emergencia.

Fue un alivio para la población y para él. Pero en junio los servicios del hospital colapsaron por la falta de camas de hospitalización, camas en la unidad de cuidados intensivos (UCI), oxígeno medicinal e implementos de bioseguridad para el personal médico. En quince días se duplicó el número de fallecidos registrado en dos meses. La gente empezó a morir esperando atención médica.

En esos días, el Poder Judicial multó con S/ 6,450 a Cáceres Llica por no implementar el protocolo de atención del Ministerio de Salud para personas afectadas por el virus en la región.

En medio de esta situación, apareció un video en redes sociales donde se anunciaba la candidatura de Cáceres Llica a la Presidencia de la República el 2021. A los pocos días, en Arequipa, Puno, Ica y Cusco aparecieron pintas con la inscripción «Llica Presidente 2021». «En ningún momento yo he anunciado mi candidatura.

Es momento de trabajar de manera conjunta para combatir el coronavirus», dijo zanjando el asunto, pero como en tantas otras oportunidades, a los pocos segundos volvió a dejar la incógnita.

«Pero hay muchas personas de diferentes regiones que me escriben y quieren que sea candidato. Muchos partidos nacionales me están invitando».

Así estrenó su nuevo personaje: Candidato a la Presidencia de la República. Sin embargo, como las elecciones son en abril de 2021, la ley electoral establece que tendría que renunciar seis meses antes (octubre de 2020) para poder postular.

La renuncia no es algo extraño en Cáceres Llica: cuando fue alcalde lo hizo dos veces para postular a la región. Y ahora el panorama no es nada alentador en su gestión porque desde hace meses crece la corriente de promover la revocatoria, una herramienta democrática que permite sacar del cargo a los gobernadores y alcaldes a partir del segundo año.

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