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Domingo

Los bebés que escaparon del VIH

En los últimos ocho años, 220 mujeres gestantes con VIH pudieron alumbrar a niños sanos en el hospital Arzobispo Loayza. Aquí recogemos las historias de algunas de esas madres y explicamos el tratamiento antirretroviral que recibieron.

A María –así la llamaremos– la pudimos escuchar detrás de la cortina de un consultorio en el servicio de Infectología del hospital Arzobispo Loayza. Mientras conversábamos, su bebé hacía bulla y jugaba con una sonaja. Ella hablaba con pocas palabras, pero fue clara cuando le pregunté por su niño: “Doy gracias a Dios, y a los médicos, porque ha nacido sano”.

Tiene 27 años, nació en el norte del Perú y el VIH le fue transmitido por su pareja. Descubrió que era seropositiva en una prueba que le hicieron en la posta de su distrito. También le confirmaron que estaba embarazada. “En un principio me sentí triste, sin ganas de nada”, dice. Luego llegó al hospital Loayza y descubrió que había tratamiento para ella y para que su bebé naciera sano.

Allí le volvieron a hacer un tamizaje de VIH para confirmar el diagnóstico y pasó a ser parte del programa de tratamiento antirretroviral de gran actividad (Targa), que es altamente efectivo. La monitorearon durante todo el embarazo y, finalmente, hace seis meses, pudo alumbrar un bebé sano. “Acá me han dado todo el apoyo que necesitaba”, dice.

Ella es una de las 220 madres seropositivas que han sido atendidas en el hospital Loayza en los últimos ocho años y han podido alumbrar niños sanos. Requisito indispensable es acudir cuanto antes si hay diagnóstico positivo para VIH y seguir al pie de la letra las indicaciones de los profesionales del programa.

“En los últimos años los antirretrovirales han mejorado. El país otorga gratuitamente todos los grupos farmacológicos de terapia antirretroviral que existen. Usualmente combinamos tres medicamentos de dos grupos diferentes. Esta combinación va de acuerdo a la persona que tenemos en frente”, explica Aldo Luchetti, medico infectólogo y epidemiólogo del servicio de Infectología del hospital Loayza.

Allí los profesionales de la salud trabajan para evitar la transmisión vertical (madreniño). En los inicios del VIH, las posibilidades de que el bebé de una madre seropositiva naciera sano eran bajas, pero hoy en día son muy altas. En el hospital Loayza el 98% de niños cuyas madres fueron atendidas con antirretrovirales han nacido sanos.

“Cuando el diagnóstico para una mujer gestante es positivo para VIH, se le introduce en el programa Targa. Se le da tratamiento a la madre y se trata de alcanzar niveles de carga viral indetectable, donde prácticamente no hay virus en la sangre. Eso se puede lograr en cuatro a seis semanas. Y se debe mantener durante todo el embarazo”, explica el doctor Luchetti.

Después el objetivo es reducir el riesgo durante el parto, programando una cesárea. Esta es preferible al parto natural porque, según explica la obstetra Bertha Zavaleta, “en un parto natural se expone al niño a la sangre y a otras secreciones”. Es una medida para brindar más seguridad al recién nacido.

Cambiar mentalidades

Hay casos difíciles que los médicos del hospital Loayza han debido enfrentar. Hace un tiempo, por ejemplo, llegó al servicio una joven embarazada que fue diagnosticada con VIH. Ella acudió al hospital con sus padres. Estos consideraban que, debido a las circunstancias, el embarazo debía interrumpirse. Allí los médicos les explicaron que, con los últimos tratamientos, la probabilidad de que el niño naciera sano era muy alta. Les pidieron confiar en la ciencia médica.

Finalmente la joven llevó su tratamiento con antirretrovirales, fue atendida durante todo su embarazo y dio a luz a un niño sano. Hoy esa joven madre sigue acudiendo al hospital para sus controles, junto con su niño. Los abuelos, desconfiados en un principio, también han ido a agradecer el logro médico.

“Antes, hace muchos años, la angustia de los padres con VIH era si podían transmitírselo a sus hijos. Ahora sabemos que, con el tratamiento adecuado, el VIH no se transmite. Hay parejas seropositivas que luego de varios años se han enterado de estos avances y deciden que quieren tener hijos. Hoy es posible que lo hagan. El tema ahora se maneja con mucha esperanza”, explica el doctor Luchetti.

Al Loayza también llegó hace como un año y medio una gestante con diagnóstico de embarazo y VIH. “Era una señora que venía de la selva y que, cuando le dijimos que debía tomar antirretrovirales, simplemente se negó a seguir el tratamiento. Luego dejó de venir a sus controles y, según conocimos, se fue a su tierra”, cuenta la obstetra Bertha Zavaleta.

La señora regresó tiempo después para contarle que, debido a su enfermedad, el niño que esperaba había fallecido. Pero estaba nuevamente embarazada y esta vez iba a seguir el tratamiento. “Cumplió al 100% todas las indicaciones y llegó al nivel de indetectabilidad. Hoy tiene un niño sano y está muy agradecida. Incluso ahora les habla del tratamiento a otras personas. Fue un gran desafío, pero es una gran satisfacción cambiar la mentalidad de la gente”, recuerda la obstetra.

¿Qué cuidados se deben tener con el recién nacido? Después de un alumbramiento, al bebé también le hacen un primer tamizaje al mes de vida para verificar su estado de salud. A los tres meses se le hace una segunda prueba y allí se confirma si tiene VIH o no. Si no tiene, el monitoreo continúa hasta el año y medio en que se le da de alta.

“Una vez nacido el niño, la madre no puede amamantarlo y para ello se le da un medicamento para suprimir la producción de leche. Y a los niños se les tiene que dar leche de fórmula para evitar la desnutrición. Cada vez que una paciente viene a su consulta se va con fármacos para ella y con la fórmula para el niño”, dice Zavaleta. Todos los tratamientos para madre y niño son gratuitos bajo la cobertura del SIS y se brindan no solo en el hospital Loayza, sino en otros hospitales del Minsa.

El día que fuimos al Loayza pudimos escuchar otro testimonio: el de una ciudadana extranjera que tiempo atrás también llegó con mucho temor a la consulta y se fue con esperanza. Tenía a su bebé –un niño de pocos meses– en los brazos y estaba agradecida por la atención recibida y porque tenía la seguridad de que si cumplía con las recomendaciones médicas su vida no estaba en peligro. “En mi país no hubiera podido tener este tratamiento”, dijo.

El 2019, el Ministerio de Salud realizó alrededor de 2 millones de tamizajes gratuitos de VIH a nivel nacional. Estos se realizaron en 8 mil establecimientos y a través de campañas en varias regiones del país.

El VIH hoy ya no es una sentencia de muerte como se llegó a pensar cuando aparecieron los primeros casos allá por los años 80. María, la joven con la que empieza esta nota, cuenta que toma una pastilla todos los días a las 10 de la noche y hoy lleva una vida normal. Su niño y muchos más también pueden crecer y vivir sanos gracias a los avances médicos. El tratamiento contra el VIH no solo les salva la vida, sino que les da esperanza.

Una estrategia que ha dado resultados

Doctor

Aldo Luchetti Rodríguez Médico infectólogo del hospital Loayza

El programa de prevención de la transmisión vertical –de madre a hijo– es parte de la estrategia contra el VIH-Sida desde el 2004. Es decir, ya tiene quince años de desarrollada. Desde inicios de la epidemia, se sabe que un porcentaje de madres podía transmitir el VIH a sus hijos. Se tomaron varias medidas: la primera fue dar tratamiento antirretroviral a las madres y atender a los niños apenas nacían. Y procurar las cesáreas. Esa fue una primera fase. Posteriormente han mejorado los medicamentos antirretrovirales y se supo que logrando que la madre llegue a niveles de indetectabilidad de carga viral, podía dar a luz y la trasmisión era prácticamente cero. Hace ocho años se hicieron modificaciones a la estrategia y se les comenzó a dar a todas las madres tratamiento antirretroviral de gran efectividad (Targa) y se lograba cargas virales nulas y se evitaba la transmisión vertical. Si uno ve el logro de estos ocho años, es el éxito de una estrategia que se planteó desde el 2004. Hoy, las terapias altamente efectivas permiten que parejas con VIH puedan tener familia si llevan el tratamiento.

Bachiller en Comunicación Social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Periodista del Suplemento Domingo de La República desde 2003, donde también realiza labores de subeditor. Antes trabajó en el diario El Mundo. Mención honrosa del Premio Salwan 2014. Escribe crónicas y reportajes de actualidad y cultura. Ha realizado coberturas periodísticas en el país y el extranjero.