Leyenda urbana: ¿por qué se dice que el ‘diablo’ se escondió en la peña Horadada en Barrios Altos?

Las historias urbanas han llenado de temor a los peruanos, como el caso de la leyenda de la peña Horadada que se encuentra en Barrios Altos, pero que ha pasado desapercibida para muchos. El respeto de los ciudadanos hacia la piedra llegó luego de conocer el supuesto origen y el porqué se le atribuye el escondite del demonio que andaba deambulando por las calles de Lima.

La peña, que también es conocida como piedra del diablo, guarda una aterradora historia, pues su peculiar agujero en el centro ha generado muchos cuestionamientos entre los limeños. Además, se le atribuye la presencia de sombras y ruidos a altas horas de la noche, por lo que los limeños evitan pasar cerca de ella.

¿Cuál es la historia de la piedra del diablo o peña Horadada?

A pesar de que muy poco se conoce sobre el origen de la peña Horadada o piedra del diablo, desde hace mucho tiempo se ha convertido en la protagonista de una historia que es muy comentada por las personas que viven a su alrededor.

De acuerdo al recuadro que está cerca de la piedra, donde se puede encontrar descrita la leyenda urbana, un día, el diablo estaba paseando por las calles de Barrios Altos, pero se encontró con la procesión del Santísimo junto con un grupo de católicos. De inmediato, satanás no supo qué hacer, empezó arder en llamas, miró a todos lados y corrió. Al llegar al cruce de los jirones Junín con Cangallo, divisó una piedra a la que no dudo en horadarla para escabullirse.

Cuando se vio a salvo y tras haberse librado de las campanadas de la procesión, el diablo emitió un fuerte suspiro debajo de la piedra y dejó atónitos a todos los ciudadanos. Desde ese entonces, un jirón fue bautizado como peña Horadada y el otro como Suspiro.

¿La piedra del diablo fue utilizada como guardacantón?

Si bien es cierto, la palabra guardacantón no es tan utilizada, pero la RAE la define como poste de piedra para resguardar de los vehículos las esquinas de las casas. Por ende, en aquel entonces, las carretas jaladas por caballos se pegaban mucho a las viviendas y al doblar generaban daños a la infraestructura de los predios, explicó César Coloma Porcari en El Comercio.

Además, Lima fue la única que compartió fotografías de 1930, en la cual se puede ver que la piedra cumplía ese rol, ya que se encontraba pegada a la pared de una casa, pero que con el pasar de los años ha sido demolida y solo quedó la peña Horadada, que obstaculizaba el paso a los ciudadanos.