Paul McCartney y su memorable concierto en Lima
Uno de los conciertos más esperados del año fue el del pasado 27 en el Estadio Nacional. Esta no es una crónica, sino la descripción de una sensibilidad que homenajeó a la amistad y el amor en una noche que ya quedó en el recuerdo.
En nuestro imaginario personal, todos tenemos un Paul McCartney propio, la misma impresión se puede extender a los Beatles. Están los fans que lo saben todo del legendario cuarteto de Liverpool, y no solo lo relacionado a la música, igualmente de sus vidas, pasiones y tragedias. También tenemos a los fans que lo son en la medida que se identifiquen con algunas canciones de la banda (en este caso, lo de “algunas” es un eufemismo, puesto que tranquilamente hablamos de un universo compuesto por cerca de medio centenar de canciones que podemos calificar de favoritas). Cómo no tener en cuenta a aquellos fans de la banda, cuya devoción se traslada a la gran obra como solista que McCartney empezó en 1970, tras la separación de los Beatles por motivos comerciales (reza el discurso oficial), con el álbum McCartney. Estos mismos lazos valorativos también los podemos aplicar a John Lennon, George Harrison y Ringo Starr. Como bien sabemos, Ringo y Paul son los Beatles aún vivos, y en aparente buena salud, como se puede ver.
Este pasado domingo 27, en el Estadio Nacional, Paul McCartney ofreció un concierto al público peruano en el marco de su gira Got Back, que inició en el año 2022 tras la pandemia del Covid-19, recorriendo en su primer tramo Estados Unidos y Oceanía, y en este 2024 el turno le tocó a Sudamérica: Uruguay, Argentina, Chile, Brasil, Perú y Colombia. Paul McCartney acabará su gira Got Back el 19 de diciembre próximo en Londres. Paul McCartney está haciendo esta gira a los 82 años. ¿Qué puede llevar a un hombre que ya quedó en la historia a seguir compartiendo su música? Podríamos tener varias respuestas, siendo una de las más sólidas el simple hecho de la generosidad del artista. Mientras más grande eres, más sencillo se es.
Al menos esta era la inquietud que me acompañaba mientras me dirigía al Estadio Nacional. Aún faltaba una hora y media para el concierto, pactado para las nueve de la noche, y bastaba ver los rostros de los hombres y mujeres que, con paso apurado pero seguro, buscaban la puerta respectiva para ingresar al estadio. Rostros de expectativa, se entiende, por la música, pero del mismo modo rostros que revelaban una intención de fuga, de escape. Cómo no estarlo. El país está de cabeza. El mundo lo está.
Esta es la tercera vez que Paul McCartney visita Perú. Siempre en el marco de una gira. Su primera presentación, en el 2011, llevó a más de 45 mil personas al Estadio Monumental a razón del tour On the Run; en el 2014, estuvo en el Estadio Nacional promocionando su reciente álbum New ante 40 mil asistentes y en este 2014 repitió escenario para el deleite de más de 45 mil almas, cada una de ellas con su Paul McCartney y banda Beatles personales. A diferencia de los dos conciertos anteriores, en donde se percibía un ánimo festivo más abierto, el del domingo pasado no era ajeno a la algarabía, pero sí mucho más contenido. Got Back es la gira más personal de Paul McCartney y posiblemente, especulamos, la última que haga.
Cerca de las nueve y veinte de la noche, Paul McCartney dio inicio a su espectáculo, aunque previamente, mediante las tres pantallas gigantescas instaladas en el escenario, los videos que acompañaban a las canciones, a manera de calentamiento para el público y los artistas, eran una especie de repaso de su vida. Paul McCartney no olvidó nada, en una de las imágenes incluso aparecía Pete Best, el primer baterista de los Beatles que fue despedido en 1962 por Brian Epstein para permitir el ingreso de Ringo Starr. No solo era la belleza visual lo que marcaba a la previa, era un anunció de lo que sería el concierto.
Los conciertos de Paul McCartney se caracterizan, la mayoría de las veces, por la alternancia entre las canciones de los Beatles y su producción. Dicho así: visto de lejos y de cerca, no tienen pierde. El inglés inició el show con “A Hard Day´s Night” y el Nacional retumbó en una extasiada vibra intergeneracional. Todas las bases etarias estaban unidas en un solo canto, en una única euforia que iniciaba el reencuentro entre el músico y un público que, evidentemente, lo quiere, aparte de admirarlo. El carisma de Paul McCartney es reconocido por su horizontalidad, o habría que llamarlo de otro modo, quizá más justo: por su sencillez, la del grande. Porque hay que serlo para saludar a su público con jerga local sin sonar posero u oportunista, inteligente para saber cuándo callar y elegante para mantener la sensación de trance musical, incluso cuando una joven pareja subió al escenario a recibir el mayor regalo de sus vidas: se dieron el sí teniendo como testigo a un Beatle. Así como ingresaron invitados por el artista, abandonaron el espacio. No se alteró el ritmo del espectáculo. Sin escueleos, ni actitud superior, Paul McCartney dio una cátedra sobre cómo deben hacerse las cosas. Una situación parecida ante otro artista, te mataba el concierto.
Luego del go, llegaron “Junior´s Farm”, “Drive my Car”, “Got The Get You into my Life”, “Let ‘Em In”, “Maybe I´m Amazed”, “Ob-La-Di, Ob-La-Da”, “Love me Do” (aquí la estrella, en la introducción, estuvo a nada de quebrarse, se trataba de la primera canción de los Beatles, del álbum Please Please Me, de 1963), “Lady Madonna”, “Jet”, “Live and Let Die”, “Dance Tonight”, “Hey Jude”, entre otras, sin dejar de consignar los homenajes a sus amigos muertos John Lennon y George Harrison. De este último, brindó una hermosa versión de “Something” tocando el ukelele. Le cantó a su esposa Nancy Shelves, además. De lo siguiente fuimos testigos: la estrella de la música se encuentra perdidamente enamorado de Nancy Shevell, con quien está casado desde el 2011.
Párrafo aparte merecen los músicos que acompañan por lustros al inglés. Brian Ray (bajo y guitarra), Rusty Anderson (guitarra), Paul Wickens (teclados, y (mucho) más) y Abe Laboriel Jr. (batería), este último hijo del eximio bajista Abraham Laboriel. Paul McCartney nunca ha dejado de rodearse de los mejores y cada músico que lo apoya, está catalogado como el mayor, o uno de tales, en su campo de radiación. Sería interesante que el lector curioso busque información de ellos, pues se llevarán más de una sorpresa. Paul McCartney la tiene clara.
Este concierto proyectó alegría, ternura, humor y mucha nostalgia. ¿Por qué dijimos que posiblemente sea su último concierto en Perú, y se colige, en los demás países a donde lo ha llevado y llevará Got Back? Todas estas sensaciones y emociones, Paul McCartney las llevó hacia dentro, en dirección al corazón del asistente que, bajo sus fronteras, asimilaba cada tema del repertorio. Es decir: todas las canciones se celebraron, pero no todas eran correspondidas con la adrenalina debida o la reflexión pertinente.
En lo personal, lo que siempre me ha gustado de los Beatles y de Paul McCartney es la poética sencillez de sus temas. La claridad como norma y el corazón como guía. No necesitaba hacerlo, pero Paul McCartney salió de gira para darle al público (en general, incluyamos a los que no pudieron ir) una fuga de la polarización, una huida de las noticias oscuras, un momento de distracción del horror que nos rodea, que no es asunto exclusivo de Perú. Paul McCartney sabe que está cumpliendo una misión y lo ofrecido este domingo quedará en la memoria de los que asistieron y su música en el corazón de todos.