La hora de las huacas
Exposición de Felipe Cortázar en el Centro Cultural Inca Garcilaso, Huaca. Umbral entre los tiempos, es un llamado a la reflexión sobre la importancia de nuestros monumentos históricos.
En el siempre activo Centro Cultural Inca Garcilaso (Jr. Ucayali 391, centro de Lima), se vienen presentando exposiciones que sugerimos visitar. Una de ellas, que recomendamos en esta ocasión: Huaca. Umbral entre los tiempos del fotógrafo Felipe Cortázar.
Bajo la curaduría de Jorge Villacorta, el presente trabajo de Cortázar está compuesto por una serie de 40 fotografías de la huaca Mateo Salado (en el límite de Breña y Pueblo Libre), adonde el artista se dirigió para hacer un documental fotográfico. Al respecto, Cortázar señala “que lo que quería hacer en esta exposición era comunicar una visión contemporánea de la huaca y en esa mirada he encontrado varios escenarios, como la realidad de la huaca de día y de noche, por ejemplo. Hay que destacarlo porque, como se sabe, esta huaca estuvo abandonada mucho tiempo”.
Es decir, estamos ahora ante un espacio de 17 hectáreas recuperado, con el fin de suscitar otra interacción con el público, digamos una dinámica más amable y positiva a lo que era hasta hace no mucho: un taller de mecánica al aire libre, y otros multiusos. Pero lo cierto es que el maltrato a esta arquitectura incaica (que bien podría una de las metáforas mayores de las huacas de Lima), como señala Villacorta en su texto curatorial, tiene larga data:
Felipe Cortázar.
“Capillas e iglesias fueron emplazadas ahí justamente donde había huacas erigidas. Muchas de estas huacas fueron destruidas, en parte en busca de tesoros y en parte por ser lugares paganos y hasta dominados por el demonio”.
De solo imaginar los siglos a los que las huacas de Lima fueron condenadas, nos da una idea sobre su resistencia digna frente al presupuestado olvido. La Huaca Mateo Salado, en donde hoy podemos ver múltiples actividades culturales, exhibe también sus cicatrices.
“Lo que se ha hecho aquí es consecuencia de una suma de esfuerzos y compromisos, y espero que estas iniciativas sean sostenibles, que la huaca Mateo Salado tenga futuro. Esa es una pregunta que me hago. En esta huaca de 17 hectáreas encuentras historias y son esas historias las que me interesan, pensemos en las texturas de las paredes frontales. En una de ellas ves una mancha blanca, ¿qué es esa mancha?, ¿por qué sigue ahí tanto tiempo?”, indica Cortázar, como dando pie a la especulación sobre el rol que esta huaca pudo cumplir en su etapa de esplendor. Es decir, su radiación cultural.
No deja de ser importante lo que acabamos de consignar. La luz histórica y la profundidad cultural no son solo cualidades de huacas como Mateo Salado, su nueva visibilidad sirve también como protección contra la fiebre inmobiliaria que tantas huacas ha desaparecido durante décadas por precisamente lucir abandonadas. En este sentido, la exposición de Cortázar es un documento que relata una puesta en valor que encuentra legitimidad en el público que, al desarrollar una conexión con estos espacios saldrá al frente a protestar por ellos.
“Las huacas son los monumentos que han quedado de nuestros antepasados prehispánicos. Es un testimonio de lo que fuimos y de lo que somos ahora. Nuestra misión hoy es cuidar y preservar lo que ha quedado de las huacas. No solo hablo de una preservación física, sino también de una toma de conciencia de nosotros. Estamos hablando de complejos enormes”, finaliza Cortázar.
Vayan primero a la expo (va hasta el 4 de agosto) y luego a Mateo Salado.