Bruno Portuguez. El artista exhibe “Entre el pincel y la pluma”, una muestra que reúne treinta retratos de escritores en la Gran Biblioteca Pública de Lima.,Era un joven de 19 años cuando ingresó al desaparecido y mítico bar ‘Palermo’, en el Centro de Lima, cuando le seguía los pasos al pintor Pancho Izquierdo López. El ‘Palermo’ reunía a toda una fauna de intelectuales. Bruno Portuguez recuerda que entre la niebla del humo del los cigarrillos descubrió, entre otros, la figura de Miguel Gutiérrez, Oswaldo Reynoso, Eleodoro Vargas Vicuña y el gran mimo Jorge Acuña. También, hecho una isla, huraño por sus cuatros costados, infranqueable, a Martín Adán. “Allí conocí a algunos de mis retratados de esta muestra que llamo ‘Entre el pincel y la pluma’, una colección de 30 escritores que presento en la Biblioteca Pública de Lima”, explica el pintor. - Además de esa experiencia, ¿cómo concibe sus retratos? Aparte de la admiración que profeso a cada uno de ellos, he tenido que averiguar sobre su biografía, situación personal, anécdotas, sus obras. Solo así me aventuro capturar al personaje. - ¿Esa captura tiene su lado emotivo? Cualquier pintor de escuela o aficionado puede hacer un retrato. Pero no se trata solamente de retratar, de hacer la parte física que compone un rostro. No solo se trata de dominar eso. Tampoco de tener una base técnica para hacer un buen retrato. No se trata de poner la figura, sino de poner a la persona ahí, capturar su parte íntima, su alma, psicología, hasta su pensamiento, si es posible. Eso es lo difícil. PUEDES VER “Un retrato tiene mucho de autorretrato” - En nuestro medio hay pocos retratistas compulsivos, recuerdo a Etna Velarde. Claro. Etna, una gran pintora a la que yo conocí. Fuimos amigos en sus últimos años. Yo le hice un apunte que sale en mi segundo libro de Retratos de viento y de fuego, y a quien yo apreciaba muchísimo, porque tenía una personal manera de ejecutarlo dentro de lo que es la academia. Lo que yo hago es distinto, porque es romper con todo eso, con lo establecido y crear algo nuevo. Dylan Thomas decía “Yo no quiero hacer lo que otros han hecho, sino exponer lo que nunca se ha visto”. Yo busco mi propia visión. - ¿Qué retratos fluyeron rápido o tuvieron resistencia? Cada retrato es una nueva aventura. Como decía Chesterton, la aventura puede ser loca, pero el aventurero no. Entonces, uno se embarca en esta aventura y a veces sale el personaje. La travesía es exitosa y sin mayor apremio, pero en otros es a veces muy contrastadas y uno naufraga en esa travesía. - ¿Quiénes te han sido esquivos para retratarlos? Tal vez algunos literatos poco conocidos para el público en general. Yo trato de tener, sobre todos a los personajes que pinto, una base histórica, biográfica y también de sus obras para poder encaminarme. En Vallejo me demoré seis años buscando todo lo que había sobre él para atreverme a hacer un dibujo y luego atreverme a hacer el óleo, el único que le he hecho. PUEDES VER Las pasiones realistas de cinco artistas - ¿Qué es retratar? ¿Resucitar al personaje? Creo que es reivindicar su persona, su vida, porque todos dieron parte de su tiempo, su talento y su vida para hacer un poco más viable nuestra vida, crecer más y ser una sociedad más justa. Entonces, yo creo que desde mi punto de vista como pintor les rindo un homenaje. - Hacer retratos es apostar por la figura… Claro, por el realismo. - Entonces, ¿eres un pintor realista? Soy una persona que vive la vida con gran intensidad y realismo, por eso mi pintura es intensamente realista.