Rescate. Publican Obras completas del autor de Matalaché por el Poder Judicial, edición a cargo de Gladys Flores Heredia.,Jorge Valenzuela Garcés La reciente aparición de los dos volúmenes de la narrativa de López Albújar (que componen el primer tomo de sus Obras completas) editadas por el Fondo Editorial del Poder Judicial del Perú, es un buen motivo para retomar la discusión en torno al valor de la obra del destacado chiclayano. Vista por Mariátegui, la narrativa de López Albújar sirve a los intereses políticos del indigenismo. En otras palabras, quiere probar, con los cuentos del autor de Matalaché, la histórica vinculación de nuestras prácticas culturales indígenas con el comunismo y con el proyecto de la revolución socialista. PUEDES VER Rostros de la violencia en tiempos del feminicidio La lectura mariateguiana de la obra de López Albújar, sin duda, se postula como un acto de fundación crítico que busca instaurar las bases de una praxis indigenista alejada de los paternalismos y exotismos que venían contaminando la representación del indio hasta entonces. Sin embargo, este acto de fundación no puede dejar de ser visto, a la vez, como un acto que, desde el campo político, utiliza polémicamente a la literatura de López Albújar para reactualizar formas de socialización comunitarias incas como una prueba de la viabilidad en el Perú del proyecto comunista. Citamos a Mariátegui porque, debido a su lectura, tenemos a López Albújar como uno de los padres del indigenismo peruano, propuesta que, por lo menos, debería ser revisada. Otro aspecto a atender es el de la relación del autor con el universo judicial. Aquí valdría la pena mencionar que, como escritor de su época, López Albújar asumió los principios del positivismo filosófico y del naturalismo literario. Siguiendo sus postulados, su actitud como escritor se afirmó, como quería Émile Zola, en la del “moralista experimentador que demuestra por la experiencia cómo se comporta una pasión en un medio social”. Este interés es llevado por nuestro escritor a los Andes y lo convierte en un descriptor de pasiones, de temperamentos, de estados en los que la violencia y el crimen asumen el papel protagónico. López Albújar debió haber leído, sin duda, el manifiesto zoliano titulado La novela experimental de 1880. PUEDES VER Obras de Martin Luther King y Marcel Duchamp son de dominio público Zola reconoce que el trabajo del escritor naturalista es el más noble y de más amplia aplicación: “Ser amo del bien y del mal, regular la vida, regular la sociedad (…) aportar sobre todo bases sólidas para la justicia resolviendo por la experiencia las cuestiones de la criminalidad…”. Esta relación con el positivismo y el naturalismo debe tenerse en López Albújar como esencial para entender su obra, dentro de la cual haber sido juez pasa a ser un elemento importante, pero no decisivo. Es decir, pudiera no haber sido magistrado (los casos y las sentencias que emanan de ellos al final pasan a ser jurisprudencia y pueden ser consultados) y haber escrito su obra, pero no la hubiese escrito sin haber abrazado el positivismo filosófico y el naturalismo narrativo. La edición, al cuidado de la doctora Gladys Flores Heredia, es seria por el rigor con que emplea las ediciones conocidas de las obras del autor para establecer la versión definitiva. Con respecto al orden en que es presentada la obra, habría sido mejor el orden cronológico, de manera que pudiera observarse la evolución del escritor, es decir, desde sus inicios en el decadentismo literario, presente en La mujer Diógenes, pasando por el naturalismo de los Cuentos andinos hasta el realismo regionalista de sus últimos libros. PUEDES VER Sopranos Inkas dan bello homenaje al compositor de El Cóndor Pasa | VÍDEO Se incluyen los prólogos de Francisco Távara y Duberlí Rodríguez de enfoque judicial. Y un estudio de Raúl Estuardo Cornejo de 1972. Se extraña, en esta dirección, una aproximación literaria más acorde con las nuevas investigaciones sobre el autor.