En un país donde se ha avanzado muy poco en el reconocimiento de los derechos de las comunidades LGTBI, la elección de legisladores abiertamente homosexuales, como Carlos Bruce y Alberto de Belaunde, sienta un precedente para otros miembros de la comunidad, que quieran hacer política y visibilizar a las minorías. El libro que ha escrito De Belaunde es un recuento de perfiles y experiencias de políticos LGTBI, que han sobresalido más allá de las etiquetas y la discriminación, un conjunto de historias inspiradoras que recomendamos conocer.,¿Cómo fue el proceso de creación de este libro y la elección de personajes? La idea del libro nace hace un año, cuando un grupo de estudiantes universitarios me hace la pregunta de cómo me sentía siendo uno de los primeros congresistas abiertamente gays de América Latina. Sabía que era el segundo en el Perú, el primero era mi colega Carlos Bruce. Solo por curiosidad empecé a investigar respecto a otros países y encontré historias fascinantes. Está el caso de Rosmit Mantilla, el primer diputado gay de Venezuela, que es elegido mientras está preso por la dictadura chavista. Está Sandra Morán, diputada abiertamente lesbiana y feminista, en un congreso ultra conservador como el guatemalteco, que tiene que dar una lucha casi en solitario, impulsando estos temas. Había tenido contacto con la senadora colombiana Claudia López, abiertamente lesbiana y con su novia, esa conversación había sido muy interesante sobre la interrogante que uno tiene de cómo lograr el balance en este sentido de representación que hay por el hecho de ser LGTB y también impulsar los otros temas que uno tiene en su agenda parlamentaria. A raíz de esta experiencia, la mía investigando y esta conversación tan enriquecedora que había tenido con ella, pensé en elaborar este libro. Una característica de todos los personajes que aparecen en su libro es que no dejan que los temas LGTBI sean lo único que marque su agenda de trabajo... Así es y creo que de ahí nace el título del libro: “Más allá del Arcoiris”. Todos compartimos esa identidad abiertamente LGTB. Entendemos que hay un sentido de representación y tenemos un discurso político que articula ese sentido de representación de una comunidad históricamente excluida en América latina, pero al mismo tiempo tenemos una política más amplia. En mi caso, el tema de derechos humanos entendido de una manera integral, de personas con discapacidad, derechos de las mujeres, también el tema de reformas institucionales. Vemos que cada uno de los personajes tiene una agenda más amplia, como Manuel Canelas, el diputado abiertamente gay de Bolivia, presidente de una comisión investigadora importantísima para la política boliviana, la de los Panamá Papers. Es interesante cómo finalmente los políticos abiertamente LGTB que ocupan puestos de representación buscan este balance. ¿Ser autoridades LGTB los obliga a hacer un esfuerzo adicional comparado al de sus pares, para lograr objetivos en los espacios representativos para los que fueron elegidos? Sin duda, vemos en estas experiencias que usualmente el tema de orientación sexual es utilizado políticamente para tratar de desprestigiarlos, acudiendo a este prejuicio que todavía existe en sociedades conservadoras, como la latinoamericana. Con Claudia López conversábamos sobre lo que había sido la experiencia de una currícula escolar inclusiva en Colombia y en esa parte del libro uno se siente como si se viera en un espejo con el Perú. A la ministra de Educación de Colombia, abiertamente lesbiana, Gina Parodi, le termina costando el puesto impulsar esta política inclusiva y el hecho de ser homosexual. Un aspecto que se toca en el libro es el poder de algunos grupos religiosos para lograr entorpecer o hacer retroceder avances logrados en materia de derechos LGTBI Hay también una manera positiva de enfocar esto y es que hace dos años una manifestación como la de ‘Con mis hijos no te metas’, cargada de intolerancia, homofobia y conservadurismo no hubiera sido necesaria porque era el status quo de la sociedad. El hecho que se vean obligados a salir a las calles, a invertir los millones de dólares en sus campañas es porque saben que su discurso está de retirada. Uno ve la presión y salvo los casos de Venezuela, Perú y Paraguay, todos lo demás países tienen mucho que mostrar en el avance de la agenda de derechos LGTB y queda claro que las sociedades avanzan hacia espacios más igualitarios. Creo además que uno, cuando se enfrenta a este tipo de colectivos, tiene que tener la fortaleza que le da la clara convicción de estar del lado correcto de la historia. En una parte del libro, la senadora Claudia López, sostiene que estos grupos ponen en evidencia a los discriminadores, los “saca del closet” y este efecto es negativo. ¿Considera que en el caso de los políticos abiertamente LGTBI, el haber “salido del closet” ha producido el efecto contrario? Yo creo que en el esquema actual de un país como el Perú, es absolutamente necesario. Por un lado, ayuda a muchos jóvenes y adolescentes LGTB a sentirse menos solos, a aclarar cualquier miedo que puedan tener sobre si podrán cumplir sus objetivos de vida o no. Ayuda a las familias al proceso de aceptación de personas LGTB y en general ayuda a la sociedad a poder ponerle cara al otro y en ese proceso de humanización lo que antes podía ser una idea abstracta, se avanza en el camino de la empatía y el respeto. En lo personal, como explico en la parte inicial del libro, me fue muy importante cuando crecía, la figura del político español Pedro Zerolo, él me mostraba, desde otra realidad, porque en ese momento no habían autoridades abiertamente LGTB en el Perú, que era posible ser una persona pública respecto a su orientación sexual y a la vez poder cumplir el sueño o la aspiración de un puesto de representación sirviendo al país y es una de las cosas que yo espero también con el libro, que aquellos jóvenes y adolescentes encuentren en estos casos muestras de inspiración de motivación y sea cual fuere el sueño que tienen, sepan que su orientación sexual e identidad de género no signará su futuro. Usted expone una realidad que se da dentro de las comunidades LGTBI, los subgrupos, unos más afortunados que otros, como el caso de la comunidad transexual. Las personas más vulnerables dentro de la comunidad LGTB son las personas trans porque ahí incluso hay un problema con su derecho a la identidad y es un derecho muy importante en países como el nuestro, para poder ejercer otros derechos. Nosotros usamos cotidianamente nuestro DNI para acceder a un servicio de salud, para poder acceder a un empleo, firmar un contrato que nos garantice el alquiler de una vivienda y en cada uno de esos momentos una persona trans tiene un documento que no lo representa y que muchas veces es una barrera. Los países menos institucionalizados como Venezuela, Paraguay y el Perú son los que menos han avanzado esta materia. Al respecto, el caso de Bolivia fue una sorpresa en la región... El caso de Bolivia me pareció fascinante, tuve la oportunidad de conversar con un diputado gay de Bolivia que es Manuel Canelas. Lo interesante de Bolivia es que también es un país conservador y además inicia los avances LGTB con algo que no suele ser el primer paso, por su complejidad y por lo difícil que es de explicar a las personas el tema, la ley de identidad de género. Le pregunté a Manuel, “oye cuéntame cuál es el secreto” y ahí lo interesante es lo que los políticos del MAS, el partido de Evo Morales, que además había tenido comentarios homofóbicos en el pasado, es un partido que nace por la reivindicación de la población indígena de Bolivia. Los líderes habían sufrido en carne propia lo que había sido la discriminación y la exclusión, entonces ellos podían no entender la complejidad de los temas de género, pero algo que sí entendían es la discriminación y cómo eso puede dañar las posibilidades de desarrollo de las personas, entonces lograron aprobar ese proyecto de la identidad de género con ese enfoque. Todos merecen estar incluídos. Me parece muy interesante y en el Perú tenemos mucho que aprender de esa estrategia porque aquí tenemos todos los tipos de discriminación posibles: el racismo, el clasismo, el machismo y ahora que estamos recibiendo a hermanos de otros países, empiezan a aparecer casos de xenofobia. En el Perú la mayoría de peruanos han sufrido un tipo de discriminación, tal vez ese puede ser un punto de contacto que ayude a generar empatía. ¿Qué le deja la escritura de este libro? Me ha dejado muy buenos amigos (risas), he tenido la oportunidad de hacer amistad con muchos de ellos, creo que los más cercanos y entrañables son Jaime Parada y Manuel Canelas. Me ha ayudado a fortalecer el sentido de representación que ya tenía, sabiendo que es absolutamente legítimo lograr ese balance entre la representación de la comunidad LGTBI y el desarrollo de otros puntos de mi agenda. Me ha dado también una idea muy clara de que los países de América latina somos más parecidos de lo que somos conscientes y que los retos y los problemas son comunes. En el caso de la gente LGTB a veces el panorama nacional nos llena un poco de pesimismo, pero si vemos a la región sabemos que es un proceso en el cual estamos del lado correcto de la historia y que tarde o temprano estas conquistas llegarán y tendremos una sociedad más igualitaria. ¿Tendremos un volumen 2 de ‘Más allá del arcoiris’? Yo espero que sí, o una actualización, porque las historias políticas de estas personas siguen avanzando. Hay otro políticos abiertamente LGTB que no se pudieron entrevistar para este tomo, por ejemplo, hay un líder chileno joven, que viene del activismo LGTB, que se llama Luis Larraín y que se está presentando para diputado en noviembre, en las elecciones chilenas y estoy seguro que tendrá éxito. Hay una diputada trans que acaba de ser elegida en Ecuador y que tiene mucho que aportar. Espero que esto sea solo el inicio de una serie y también espero que algún día, mi libro ya no sea necesario porque el hecho de contar con una autoridad con determinada orientación sexual o identidad de género, ya no llamará la atención y tampoco implicará la reivindicación de una agenda, porque ya habremos logrado la tan ansiada igualdad.