"Renieguen por la calidad de los guiones, si quieren, pero piensen también que esta será la última vez que lo hagan.",Hoy se acaba la que probablemente sea la última ficción que todos consumamos al mismo tiempo. Habiéndose impuesto el modelo de Netflix en todo el mundo, la televisión en directo está siendo relegada a los eventos deportivos y a alguna noticia catastrófica cuyo morbo amerite el tiempo real. Valar Morghulis. Esta noche, tómense un segundo para paladear el fenómeno del doble espejo negro: el de la tele y del dispositivo que usen para conectarse a la red. Consumiendo en uno, interactuando en otro, todo en vivo. Es muy probable que nunca más vuelva a pasar lo mismo, al menos no en los niveles desproporcionados de Game of Thrones. Renieguen por la calidad de los guiones, si quieren, pero piensen también que esta será la última vez que lo hagan. Una de las múltiples particularidades de esta serie es que, como nunca, la adaptación audiovisual ha sobrepasado a los libros originales. Así lo atestiguan las últimas temporadas –convertidas en fan fiction–, en las que el filo político ha sido desplazado por la espectacularidad. George R. R. Martin, el autor de los libros, tejió su compleja saga basado, inicialmente, en la Guerra de las Dos Rosas, que enfrentó a los York (Stark) contra los Lancaster (Lannister). Pero sus influencias van desde los arquetipos de la mitología griega hasta el zoroastrismo, pasando, por supuesto, por crudas meditaciones sobre los privilegios de clase o los límites del maquiavelismo. GRRM suele comentar que la idea de los libros surgió cuando leyó el final de El Señor de los Anillos. «Tolkien decía que Aragorn reinó por cien años, y que fue bueno y sabio. Pero ¿cuál era la política tributaria de Aragorn? ¿Cómo respondía a inundaciones o sequías? ¿Qué hizo con los orcos sobrevivientes? ¿Genocidio? En la vida real tienes que lidiar con problemas reales. Ser el chico bueno no es la respuesta». Cuando uno de sus ambiciosos personajes afirma que «el caos es una escalera», uno no puede evitar pensar en el ascenso de Vizcarra. Pero GOT también alerta cuán pequeñas y mediocres resultan estas danzas por el poder cuando tienes encima amenazas reales que no conciernen solo a las élites gobernantes. Los White Walkers representan esa crisis climática que muchos, en sus castillos de marfil, prefieren ignorar. Y quizás por eso la adaptación de HBO deja un sinsabor. Un proceso de extinción no se detiene con un cuchillazo de Arya. Si precisamente algo nos ha enseñado esta misma serie, es que nada –y menos nada tan cataclísmico– es tan fácil. Winter is coming.