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Ciencia

El contenido de los discos de oro que las sondas Voyager entregarán a los extraterrestres

Estos son los saludos en 55 idiomas, sonidos de nuestro planeta y músicas autóctonas (incluida la peruana) que se enviaron con las naves hace 45 años y ahora están saliendo del sistema solar.

En los discos de oro de las naves Voyager existe un amplio registro de datos, pero hay un dilema: ¿podrán interpretar los alienígenas interpretar las señales?. Foto: Wikimedia Commons
En los discos de oro de las naves Voyager existe un amplio registro de datos, pero hay un dilema: ¿podrán interpretar los alienígenas interpretar las señales?. Foto: Wikimedia Commons

Verano boreal de 1977. El Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, en agosto y setiembre, daba los vistos buenos para que las sondas Voyager 1 y 2 fueran enviadas a las afueras de nuestro planeta desde el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral (Florida) a bordo de un cohete Titan IIIE. Cada una de las naves iba acompañada por discos de oro, en cuyos códigos se resume la esencia de la humanidad como especie. Se espera en algún momento de la épica travesía —las expectativas no terminan— que al menos una raza extraterrestre decodifique el flujo de mensajes.

El astrónomo y divulgador científico Carl Sagan (1934-1996) —también conductor de la famosa serie documental Cosmos: un viaje personal (1980)— presidió un comité junto con científicos de la agencia espacial estadounidense en la Universidad de Cornell (New York). A partir de esas reuniones, se estableció el diseño de los discos para decirle al cosmos que en un punto azul pálido, como llamaba el autor del libro Contacto a la Tierra, había vida y una estupenda diversidad cultural.

Sagan sostuvo que la nave solo sería encontrada por seres capaces de viajar en el espacio interestelar, de los cuales, hasta el día de hoy, no tenemos pruebas de existencia. Comparó a las Voyager con “botellas” dentro del océano cósmico, que dicen “algo muy esperanzador” sobre el planeta que habitamos.

Una cubierta bañada en oro de los discos de las Voyager. Foto: NASA

Una cubierta bañada en oro de los discos de las Voyager. Foto: NASA

Jimmy Carter, el trigésimo noveno presidente de los Estados Unidos (periodo de 1977 a 1981, en plena tensión oscilante de la Guerra Fría), expresó en ese entonces que los discos de cobre bañados en oro eran un regalo de un mundo pequeño —la Tierra—, una muestra de nuestros sonidos, la ciencia, imágenes de todo tipo, música, y los pensamientos y sentimientos.

“Estamos intentando sobrevivir a nuestro tiempo para poder vivir en el suyo”, había añadido el político estadounidense del Partido Demócrata, dirigiéndose a los remotos seres que podrían interceptar la Voyager 1 o 2, método únicamente ensayado cuando compusieron las placas de las sondas Pioneer 10 y 11, lanzadas a la exploración del abismo universal en 1972 y 1973, respectivamente.

Esta ilustración muestra las posiciones aparentes de las Voyager superando la heliosfera, zona bajo la influencia del viento solar y su campo magnético. Foto: NASA / JPL-Caltech

Esta ilustración muestra las posiciones aparentes de las Voyager superando la heliosfera, zona bajo la influencia del viento solar y su campo magnético. Foto: NASA / JPL-Caltech

Los saludos de la Tierra dentro de las Voyager

Los miembros del comité liderado por Carl Sagan incluyeron 55 saludos —56 si se suma el mensaje proferido por la Secretaría General de la ONU— en idiomas distintos para que quienes intercepten el mensaje se maravillen con nuestros códigos de comunicación oral. El problema es que ante el gran collage de culturas, los extraterrestres podrían confundirse y hacer interpretaciones banales. A ciencia cierta, no conocemos sus costumbres de vida ni el funcionamiento de sus mentes.

En los 55 saludos figuran lenguas europeas (francés, galés, alemán, español, checo, húngaro, inglés italiano, neerlandés, polaco, portugués, rumano, serbio, sueco, turco y ucraniano), lenguas antiguas (acadio, sumerio, hitita, latín, griego antiguo), dialectos chinos (cantonés, mandarín, min man y Wu), lenguas del sur de Asia (bengalí, canarés, cingalés, hindi, gujarati, marathi, nepalí, oriya, panyabí, rayastani, télugu y urdu).

A continuación, el paquete completo de audios de la NASA subidos a su cuenta del servicio de retransmisión de música SoundCloud:

Asimismo, los expertos colocaron la misma ‘correspondencia sideral’ en lenguaje árabe, arameo, armenio, birmano, coreano, hebreo, japonés, persa, ruso, quechua y otros idiomas.

Los discos de oro y la selección de sonidos terrestres

Al igual que la pista musical en clave morse de la frase en latín per aspera ad astra —”Por el sendero áspero, a las estrellas”—, los discos de oro de las naves Voyager llevan consigo sonidos de la Tierra.

Desde onomatopeyas de animales hasta ruidos de automóviles, el dúo de sondas guarda los audios representativos de la única especie inteligente que habita el tercer planeta del sistema solar.

Estos ejemplos son parte de la larga lista:

  • Sonidos de volcanes, terremotos y rayos
  • La sirena de un barco
  • Un beso de una madre y el llanto de su bebé
  • Ruidos del encendido de vehículos terrestres de transporte
  • Signos vitales, latidos del corazón, risas
  • Canto de pájaros
  • El caer de la lluvia, la corriente marítima, el golpe del viento.

La música de la Tierra en las Voyager

La hora y media de música dentro de las Voyager resulta escaza para todo lo que ofrece la humanidad entera, sin embargo, representa los sentimientos y gustos de todo un planeta. Refiriéndonos solo a Perú, la Casa de la Cultura de Lima facilitó melodías de zampoña y tambores, mientras que el compositor estadounidense John Cohen hizo lo propio con Canción de boda, un orgullo incluso para todo Sudamérica.

También suenan instrumentos como la flauta de pan, ícono de la música en pueblos del Pacífico; la voz humana la ponen los indios navajos en Canto nocturno junto con sus sonajeros de calabaza, al igual que el canto coral georgiano llamado Tchakrulo.

No podían faltar las creaciones legendarias de Ludwig van Beethoven, como la Quinta sinfonía o la Cavatina del Cuarteto de cuerdas número 13 en si bemol mayor. Hay tres piezas del artista Johann Sebastian Bach: Concierto de Brandenburgo n.º 2 en fa mayor, Gavotte en rondeaux y El clave bien temperado (dos ciclos de preludios y fugas. Todo ello contribuyó a que Alemania sea el país que más participó en el total de la entrega. Estados Unidos ocupa la segunda plaza.

Lamentablemente, por derechos de autor, no pudieron agregar la canción Here comes the Sun de The Beatles a la extensa lista, a pesar de que Carl Sagan solicitó el permiso. La banda estuvo encantada de aceptar, pero la disquera EMI se negó a dar su brazo a torcer.

A diferencia de este caso, la banda de rock Jefferson Airplane, de raíces psicodélicas, ofreció sus canciones gratis. Dos realidades chocantes.

Las 115 fotos de oro tomadas en la Tierra y del sistema solar

Los discos de oro de las naves Voyager pasean por el cosmos con 115 fotografías de cómo es la vida en la Tierra y la majestuosidad del sistema solar. Si bien ello no aseguraba una comprensión de las imágenes por parte de los alienígenas al cien por ciento, la recopilación de datos visuales valdrá la pena siempre y cuando esos seres desconocidos hayan nacido con sentimientos de admiración profunda.

Demostración de cómo lamer, comer y beber. Foto: National Astronomy and Ionosphere Center

Demostración de cómo lamer, comer y beber. Foto: National Astronomy and Ionosphere Center

En los discos hay fotografías de la Vía Láctea, Mercurio, Júpiter, Marte, la Tierra y el Sol. Como dando clases de anatomía, el comité de Sagan y la NASA eligieron incluir el esqueleto humano, órganos internos, músculos, vasos sanguíneos, órganos sexuales y la forma del corazón.

Fotografía de Júpiter en baja resolución que viaja dentro de las naves Voyager. Foto: NASA / Wikimedia Commons

Fotografía de Júpiter en baja resolución que viaja dentro de las naves Voyager. Foto: NASA / Wikimedia Commons

El Monument Valley, las dunas de arena, el río Snake, un bosque con hongos, la Isla de Herón en Australia y un diagrama de la deriva continental dieron la cara por la geografía del mundo.

Otras imágenes mostraron buzos, supermercados, montañistas, velocistas, cómo se lame, se come y se bebe, el puente Golden Gate, la construcción de una casa, el Aeropuerto de Toronto, la construcción de una vivienda, el retirado radiotelescopio de Arecibo, la página de un libro de Newton y escenas que engloban el espíritu de esta especie nacida en el tercer planeta de una estrella con una edad media de 4.500 millones de años.

Bachiller en Periodismo por la Universidad Jaime Bausate y Meza. Periodista de las secciones Ciencia y Culturales. Corrector de estilo de la web de La República. Elabora reseñas de libros y crónicas en suplemento Domingo. Escritor de ciencia ficción, terror y misterio. Sus cuentos han aparecido en diversas antologías nacionales e internacionales.