Los terremotos son de los desastres naturales más devastadores que suceden en la Tierra. Los países ubicados en el cinturón de fuego del Pacífico tienen una alta probabilidad de sufrir graves consecuencias debido a este fenómeno natural. Este es el caso de Perú, que ha experimentado innumerables temblores de gran magnitud, motivo por el cual frecuentemente recordamos aquellos movimientos telúricos que han dejado una huella imborrable en nuestro país.
El terremoto de 1940 no solo tuvo consecuencias inmediatas en la pérdida de vidas y la destrucción de viviendas, sino que también dejó una profunda huella en la cultura y la memoria colectiva de Lima.
El sismo ha destruido el 80% de las viviendas en la ciudad de Lima. Foto: Andina
El 24 de mayo de 1940, a las 11:35 am, un fuerte movimiento telúrico sorprendió a los ciudadanos limeños, y muchos perecieron en un intento de sobrevivir. Rápidamente, los medios de comunicación hicieron eco de la noticia y alertaron a la población sobre un eventual maremoto que podría afectar las costas del Callao. Posteriormente, dicho acontecimiento se confirmó, ya que el puerto del Callao sufrió pequeñas inundaciones en las calles porteñas.
Se reportó que la magnitud del terremoto fue de 8,2 en la escala de Richter, con un saldo de 3.500 heridos y más de 179 fallecidos, además de numerosos destrozos. El epicentro se ubicó a 120 km al noroeste de Lima. Asimismo, el sismo también sacudió a la ciudad de Guayaquil, en Ecuador, y las costas de Arica, en Chile
Durante los momentos de terror que vivieron los damnificados, ciudadanos de los distritos de Cercado de Lima, Chorrillos, Barranco y La Molina vieron cómo sus hogares se derrumbaban por el fuerte sismo. Esto provocó que el 80 % de las viviendas quedaran destruidas. Por ello, los sobrevivientes buscaron refugio en los parques de sus respectivas zonas.
También se informó del colapso de varios tramos del malecón de la Costa Verde, y los deslizamientos de tierra causaron estragos en las viviendas situadas frente al mar. Además, numerosos edificios históricos, incluidas iglesias y conventos del centro de la ciudad, sufrieron daños. Entre ellos, la iglesia de San Agustín y la de La Merced resultaron gravemente afectadas, lo que no solo comprometió su estructura, sino que también significó una pérdida cultural importante para la comunidad.
Los estragos causados por el sismo han convertido a Chorrillos en el distrito más afectado en términos de pérdidas de infraestructura. La devastación en esta zona destaca la magnitud del desastre y sus consecuencias duraderas para la comunidad.
El terremoto destruyó gran parte del distrito chorrillano: el malecón, la Estación de Baños, el Casino y otras construcciones emblemáticas se desplomaron. Tras el desastre de 1940, la playa de La Herradura marcó el resurgimiento del distrito, siendo el primer paso para su reconstrucción.
En un estudio realizado en 1982, Andrew Maskrey, especialista en mitigación de desastres, advirtió que, si un sismo similar al de 1940 volviera a sacudir Lima, se estima que el 75 % de las viviendas de infraestructura precaria colapsarían. Esto subraya la vulnerabilidad de muchas construcciones y la urgente necesidad de mejorar la resiliencia urbana ante futuros desastres.
Por esta razón, el capital debe prepararse adecuadamente para enfrentar un eventual sismo, ya que podría tener un impacto significativo en las zonas que ya presentan condiciones precarias.