La red de sensores del Observatorio Vulcanológico del Ingemmet (OVI) detectó las primeras emisiones de ceniza del volcán Ubinas, el 22 de junio. Esa fecha, se produjo una ruptura en el cráter, que permitió la salida de gases y el magma pulverizado. En el proceso eruptivo anterior, de 2019, el coloso emitió este material que viajó 180 kilómetros. Es decir, atravesó las regiones de Moquegua y Puno, hasta llegar a Oruro, en el país vecino de Bolivia.
En esta nueva erupción, las primeras cenizas recorrieron 37 kilómetros. Esto principalmente, con la primera explosión, y cuyas partículas se elevaron 5.5 kilómetros, el martes 4 de julio. "Las cenizas llegaron hasta el distrito de Omate", señaló Verónica Tito, especialista del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet). La ingeniera explicó que el viento determina la dirección, hacia donde conduce y cae el magma pulverizado. Los vientos, en mayor medida, los llevan hacia el sur oeste y sur este, es decir hacia todo Moquegua. Son trece pueblos de los distritos de Ubinas, Matalaque y Chojata, donde el material se precipita y forma sábanas sobre los techos de las casas, plazas, calles y diversos cultivos. En el distrito de San Juan de Tarucani de la región Arequipa, también se reportó la caída. "Se ha informado de esto al Gobierno Regional de Arequipa para que tomen acciones, como la distribución de material de protección", indicó Tito.
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Hasta el viernes 7 de julio hubo tres explosiones. La última gran detonación se registró a las 11.00 p.m. del 6 de julio, se levantó una columna densa que alcanzó 3 kilómetros de altura por encima del cráter. Además, Tito advirtió de la retransportación de la ceniza por acción de la actividad del hombre. Por ejemplo, los neumáticos de los vehículos, no solo levantarán polvo, también la ceniza.
Para determinar el impacto que puede producir a la población, el OVI ha instalado al momento cinco cenizómetros en pueblos y alrededores del Ubinas. En la siguiente semana, colocarían más. En la erupción de 2019, se instalaron 20. "Estos aparatos permiten recolectar y calcular el volumen de ceniza que cae", dijo Edu Taipe, coordinador del OVI.
El especialista indicó que la principal amenaza es la ceniza fina, la que más perjuicio ocasiona a la salud. "Es como el polvo, la diferencia es que son partículas de magma juvenil que están cristalizándose. Son pequeñas, pero angulosas. La piel empieza a irritarse cuando el afectado se soba", sostuvo Taipe. Agregó que si ingresa a los ojos es peor o si se aspira llega a los pulmones.
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En las personas, produce problemas respiratorios, enfermedades gastrointestinales, laceraciones en la córnea y dermatitis. Mientras que en el ambiente, contamina las fuentes de agua, pastizales y cultivos produciendo la mortandad de animales.
La cantidad de ceniza que bota el volcán es difícil de determinar. Depende mucho del tipo de magma. "Puede haber explosiones grandes, pero con bastantes balísticos (rocas) que ceniza, o más ceniza que rocas. Varía mucho en cada explosión", sostuvo Taipe. Recomendó a la población guarecerse en sus casas hasta que caigan todas las partículas, luego barrerlo bien protegidos y depositarlo en un lugar seguro para evitar que el viento lo siga dispersando.
Transportado por viento. La última emisión grande de ceniza ocurrió el 6 de julio pasadas las 11.00 p. m. El poblado más afectado fue el de Tonohaya del distrito de Ubinas. La especialista del Ingemmet, Verónica Tito, sostuvo que el viento lo transportó hasta las cinco de la mañana.
Infografía LR