En el departamento de Lambayeque, Santiago de Miraflores de Zaña es la única ciudad con fundación española. Este acontecimiento histórico sucedió en el siglo XVI, específicamente el 29 de noviembre de 1523, por mandato del virrey y capitán de los Reinos del Perú, don Diego López de Zúñiga y Velazco. La bonanza de esta urbe española se perdió no solo por una inundación, sino por la administración de mestizos. A la fecha, su grandeza y estilo propio no se logra recuperar.
El historiador y conservador César Maguiña sostiene que el presidente y representante de la Audiencia de Cancillería Real, Lope García de Castro, el 15 de enero de 1565 ratificó la fundación española de Santiago de Miraflores de Zaña.
De acuerdo con la investigación de Maguiña, que fue publicada en el Boletín de Lima N.°14 en 1984, los primeros vecinos de la urbe española fueron vecinos de Trujillo. Tanto es así que el encargado de realizar la fundación fue el capitán Baltazar Rodríguez, oriundo de esta ciudad norteña.
Para que Zaña (provincia de Chiclayo) sea elegida como una urbe española, se consideraron sus recursos naturales, como es el caso del trigo y legumbres para la cosecha. Además, la ganadería, el recurso hídrico (río Zaña) y su población prehispánica importante y numerosa desde el periodo formativo (cultura cupisnique).
César Maguiña realizó la conservación de la pintura mural de los conventos hace 35 años. Foto: César Maguiña
La opulencia de Santiago Miraflores de Zaña se extendió hasta 1720. En ese año, una inundación a gran escala a causa de intensas lluvias —que hoy llamamos Fenómeno de El Niño— frenó su desarrollo y cambio la historia de esta ciudad.
César Maguiña explica a La República que este hecho conllevó a que los españoles migren a las ciudades de Lambayeque y Trujillo para residir y continuar con sus actividades económicas. En Zaña quedaron los descendientes de esclavos y mestizos. Estos últimos asumieron la administración de la ciudad española.
No obstante, el especialista considera que la principal debacle de Zaña se produjo en la época republicana. Actualmente, quedan vestigios de la infraestructura colonial, como son los tres conventos que dirigieron miembros de las órdenes religiosas de San Francisco, San Agustín y Nuestra Señora de la Merced, así como la Iglesia Matriz (Catedral).
El historiador lambayecano remarca que la capilla de indios, el hospital dirigido por la orden religiosa San Juan de Dios y la plaza de Armas fueron valiosos aportes de la arquitectura colonial, pero lamentablemente quedaron sepultados por terrenos de cultivo.
En este contexto, César Maguiña sostiene que los fragmentos de pintura mural en los conventos que fueron conservados desde hace más de 35 años no reciben mantenimiento por parte de las entidades responsables de su custodia.
“Yo realicé la conservación, pasó tanto tiempo y no se realiza el mantenimiento para detener el deterioro de los fragmentos de pintura mural”, expresa el historiador.