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Sociedad

Ladrones cibernéticos elaboraban huellas digitales con silicona para solicitar tarjetas

Experto estaba a cargo de la preparación de las huellas digitales de silicona. Luego de este paso, los hampones procedían a solicitar una tarjeta de crédito.

El ransomware es una modalidad de ataque cibernético que paraliza el funcionamiento de las instituciones en las que ingresa y exige un rescate para su liberación. Foto: LR

Así como los medios de pago y compras se han innovado, la delincuencia también. Desde el inicio de la pandemia de la COVID-19, las adquisiciones en línea incrementaron y con esto también la suplantación de identidades.

Recientemente, los agentes de la Policía Nacional del Perú (PNP) irrumpieron en un departamento de San Miguel para detener a una banda criminal que se dedicaba a la ciberdelincuencia.

Allí, los hampones tenían decenas de DNI, chips, teléfonos, POS, una laptop y dos jeringas de silicona. Justamente, los inyectables se utilizaban para falsificar las huellas digitales de las víctimas, quienes se enteraban del asalto una vez que les llegaba su estado de cuenta.

Este delicado y preciso accionar no era realizado por cualquier malhechor, sino que había un especialista dentro de la organización delictiva. En este caso era Manuel Moreno Melean, conocido en el mundo del hampa como ´Veneco’.

El sujeto elaboraba las huellas dactilares de los agraviados de acuerdo al DNI. Luego, las envolvía en un pequeño sobre y colocaba sus nombres.

Después venía un paso decisivo: solicitar la tarjeta de crédito a nombre de la víctima. Uno de los perjudicados que participó en el informe reveló que los delincuentes solicitaron una línea de hasta 60.000 soles.

“Lo que han encontrado es mi huella digital impresa en silicona. […] La línea que les dieron era de 60.000 soles. Creo que los controles del banco no son tan seguros como deberían ser, porque finalmente vulneran la seguridad”, comentó el afectado a “Domingo al día”.

¿Cómo escogían a sus víctimas?

Estos peligrosos y sofisticados malhechores compraban una base de datos, de la que escogían a las personas con mayor capacidad económica, como empresarios. Posteriormente, sacaban un DNI falso y luego elaboraban su huella.

Cuando tenían que recurrir al banco, lo que hacían era buscar aliados dentro de las entidades financieras. Los que participaban tenían dos funciones: brindar información o ingresar la huella de la víctima en el lector biométrico.

“Aquellas personas que tienen un ingreso económico solvente y que no tienen tarjetas de crédito en determinadas entidades financieras, son las principales víctimas”, detalló el jefe de la Divindat, el coronel PNP Luis Huamán Santamaría.