Residentes mexicanos en nuestro país organizan en Lima un tradicional altar por el Día de Muertos que se celebra este lunes 2 de noviembre en México y en toda colonia suya alrededor de América y el mundo.
Como cada 1 y 2 de noviembre, la nación azteca celebra por todo lo alto su Día de Muertos, tradición sincrética que mezcla raíces indígenas con solemnidades cristianas de la época colonial española, bajo la creencia de que durante dos noches vivos y muertos se reencuentran.
Los invitados al encuentro -que estará abierto al público en general- tendrán la oportunidad de colocar un cuadro o fotografía de su familiar fallecido en el altar y elevar una breve plegaria con pan de muerto, respetando en todo momento el distanciamiento social. La embajada de México en el Perú también se hará presente.
Considerada la festividad más importante y querida por los mexicanos, según expertos, el Día de Muertos se ha convertido en una fiesta tan original como representativa de México, globalizada en los últimos años.
Seguramente, muchos tienen una referencia del altar de muertos mexicano gracias a la película Coco, de Disney, en la que la abuela del protagonista monta un pequeño atril para recordar a sus antepasados.
Por tradición, un altar de muertos debe contener el retrato del fallecido, agua, sal, velas, incienso, pan de muerto, calaveras de azúcar y las infaltables flores de cempasúchil; naranjas como el fuego del alba y de las cuales tendremos un capítulo aparte.
Altar de muertos en México. Foto: EFE
No obstante, cada familia puede incluir elementos adicionales de acuerdo a su propia tradición similar. Ocurre una mística parecida a la vista en los cementerios de Lima, donde los visitantes colocan ofrendas con alimento, bebida y orquesta en vivo. Todo organizado para recordar al máximo al familiar que partió.
Cuando el familiar recordado es un niño o niña, la ceremonia se vuelve aún más cautivadora. La comida central en la reunión de invitados ya no puede contener picante, pues podría “molestar” al alma del pequeño y se quedaría sin “probar bocado” junto a su familia. En este caso, la comida debe contener bastante dulce.
Finalmente, se trata del reencuentro con un familiar que hace una pausa al largo viaje hacia la eternidad para visitar a quienes dejó atrás, y es deber de los anfitriones recibirlo con los brazos abiertos y con todo aquello que en vida disfrutaba.
Cuando los españoles arribaron a lo que hoy es México, sobre el siglo XVI, encontraron que los nativos americanos ofrecían sacrificios humanos que incluían a doncellas para elevar una plegaria a los dioses. En muchos de ellos, el corazón sustraído era parte central del rito.
Pan de muerto. Foto: EFE
En un intento por desarraigar la costumbre, los conquistadores cambiaron el corazón humano por uno de trigo, bañado en azúcar y de color rojo que simulara la sangre, en un propósito de sincretismo que se convirtió con el tiempo en el pan de muertos que todos conocemos hoy en día.
Actualmente, los panes de muerto cuentan con diferentes formas como flores, animales y calaveras. Además, se acostumbra a alinearlos en cruz sobre el altar que se prepara durante el 1 y 2 de noviembre.
Cuando la dócil Xóchitl despidió a su valiente Huitzilin, que partía a la guerra junto al ejército Azteca, no se imaginó que sería la última vez que se verían a los ojos.
Llorando, volvió a escalar aquel cerro donde junto a su amado había llevado flores para rendir homenaje al dios Tonatiuh, patriarca del sol, quien además les había jurado su bendición. Partió por la mañana y llegó por la tarde.
Flores de cempasúchil. Foto: EFE
Devastada, Xóchitl rogó al dios que le permitiera volver a juntar su alma con la de Huitzilin, en esta o cualquier otra vida. Tonatiuh, conmovido, la convirtió en una hermosa flor del color de aquella tarde, y la bautizó como cempasúchil.
Un pequeño colibrí que por ahí pasaba se acercó a la flor y nunca más se alejó de ella. Ella, sonriente, se abrió en veinte pétalos. Ese picaflor era Huitzilin, reencarnado en un ave que nunca deja de volar gracias a la piedad de Tonatiuh. Ese es el origen de la flor del Día de Muertos.
El evento abierto al público para conmemorar el Día de Muertos en nuestro país se realizará en el restaurante Chilanguito, ubicado en la avenida Dos de Mayo 434, San Isidro. La reunión va a partir de las 4 p. m.