Las brechas sociales y tecnológicas crecieron durante la pandemia, pero hay esfuerzos en medio del caos que demuestran el valor del involucramiento de los docentes en los futuros de sus niños, más allá del ámbito académico. Así lo demuestra la maestra Felipa Alejos Torrejón (57) al impulsar el pensamiento crítico entre sus estudiantes, allá en una escuelita rural de 20 alumnos a 3500 m.s.n.m en el distrito de Tauca, provincia de Pallasca (Áncash).
Los niños de la institución 88194 del centro poblado de La Banda viven en una comunidad de apenas 70 habitantes, compuesta de 40 familias. En total son 20 hijos de agricultores o ganaderos que asistían a la escuela multigrados de la localidad hasta que llegó la pandemia.
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Ahora, esta maestra y directora de la institución, ha creado la iniciativa pedagógica “El pensamiento crítico y su incidencia en los aprendizajes”, que propone actividades complementarias a la estrategia Aprendo en casa, en la que se priorizan las competencias de las áreas de Comunicación y Personal Social.
“Ahora al niño hay que hacerle dudar cuando se le da un concepto, basta de memorizar. Porque es un proceso cognitivo racional en la que al estudiante le vas a plantear un desafío para que el organice sus ideas, sus conocimientos y así él solo va a llegar a una postura adecuada para transmitir el conocimiento”, explica a La República esta maestra con experiencia de 20 años.
La maestra Felipa plantea técnicas y metodologías didácticas como debates, asambleas y tertulias. También el procesamiento de información en organizadores visuales y se elaboran textos argumentativos sobre temas de coyuntura, que luego se comparten y discuten vía Zoom.
“Hemos ejercitado a nuestros estudiantes para que vayan empoderándose y tengan mayor seguridad y, así, puedan razonar sobre un determinado tema. Cuando les planteamos un tema ellos deben cuestionar ¿por qué tengo que aprenderlo? ¿cuál será el beneficio? ¿me servirá para mi vida diaria? ¿será útil a mi comunidad? ¿es significativo?", explica.
Esta experiencia ha sido inscrita por la maestra en el Registro de Iniciativas Pedagógicas del Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación Peruana (FONDEP).
“Con esta estrategia, los alumnos se sienten mas seguros, mejoran su autoestima porque están aprendiendo a manejar los recursos digitales que hasta antes de la llegada de la pandemia no usábamos a pesar de que hay conectividad”, explica sobre la necesidad de la estimulación del pensamiento en los niños.
Felipa Alejos considera que ya quedaron atrás los tiempos en los que la labor del alumno se limitaba a repetir, memorizar y replicar. “El estudiante ya no puede aceptar una idea de manera cerrada. No. Hoy tiene que cuestionar”, reflexiona.
Así, considera que la labor de los docentes es acompañar a sus alumnos y actualizar sus conocimientos constantemente.
Los alumnitos de Felipa, en muchos casos, debían transitar tramos de entre 20 minutos a más de una hora para acceder a los aprendizajes en la escuela rural de La Banda, por lo que su labor se realiza en un contexto de crisis económica.
Ella creció entre las labores de la agricultura de Tauca, donde nació, por lo que conoce bien esta realidad y trata de apoyar a su comunidad a través de su empuje, fortaleza y su efusividad en la enseñanza.
“El estudiante es el centro del aprendizaje, es el protagonista. Ya no se va a limitar a que la maestra le de un concepto y el niño lo reciba calladito, luego lo escribe y tiene que repetir. Ya no es un receptor pasivo”, finaliza.