Uno de los proyectos que ha generado más expectativa durante los últimos meses en el Perú puede verse obstaculizado debido a la falta de financiamiento. La elaboración de una vacuna nacional contra la COVID-19, proyecto encabezado por científicos de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), está en riesgo de retrasar considerablemente sus ensayos en seres humanos a causa de los altos costos que implica esta nueva fase.
En declaraciones para La República, el profesor Mirko Zimic, uno de los coordinadores del proyecto, dio a conocer que si bien “las tres cuartas partes del camino ya están hechas”, para iniciar las pruebas en humanos tendrían, primero, que conseguir la certificación de Buenas Prácticas de Fabricación (GMP, por sus siglas en inglés) para el laboratorio Farvet, donde llevan a cabo sus ensayos.
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“El laboratorio Farvet, en Chincha, donde se viene trabajando todo esto, no tiene la certificación GMP. Entonces, podemos caer en una situación donde la vacuna, que hoy estamos produciendo y venimos evaluando en animales, no podríamos usarla en humanos. Entonces, hay dos salidas. Una es que Farvet sea certificada, y la otra es que el Estado pueda financiar la producción de un pequeño lote de vacunas en el extranjero, en una empresa con certificación GMP, para hacer los ensayos de la fase 1 aquí en el país”, explicó el especialista.
Sin embargo, la anhelada certificación es solo una de las condiciones en el objetivo de garantizar el inicio de las pruebas en humanos. Lo otro es el dinero. De acuerdo a Zimic, se necesita medio millón de dólares para cubrir una de las partes más importantes en este tipo de procesos, que consiste en contratar seguros para todos los participantes del ensayo.
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“Esta producción es muy costosa, aproximadamente 500.000 dólares. No es que la vacuna cueste tanto, sino que cuando vas a hacer un ensayo clínico, vas a probar algo en humanos, necesitas que tu población participante esté asegurada. Nuestra reglamentación judicial nos dice que, si algo malo sucede en el ensayo, los afectados pueden enjuiciar penalmente a quien fabricó la vacuna. Entonces, esto es sumamente riesgoso e incrementa bastante los costos. Son costos que no tenemos cubiertos”, reconoció el profesor.
Zimic, además, recordó que hasta el momento el estudio viene siendo financiado por la empresa Farvet y, además, han contado con el apoyo de Concytec. Aunque esta última entidad ha aportado S/ 350.000 al proyecto, la posibilidad de concretar el siguiente paso parece aún lejana.
Por ahora, tras los buenos resultados de las pruebas en otros animales, la vacuna hecha en Perú está cerca de comenzar a probarse en monos. De obtener respuestas favorables, lo siguiente sería el ensayo en personas. Es allí donde el equipo de la UPCH se enfrentaría a una carencia que espera resolver en los siguientes meses.
“Hay dos posibilidades de escenarios finales. Que la vacuna quiera ser comercializada por la empresa. En este escenario, lo más razonable es que quien la produzca baile con su propio pañuelo, que asuma todos los riesgos porque después esto lo ve como un negocio. Otro, que de forma altruista, la empresa entregue la vacuna para que se use libremente en el país. Este escenario es nuestro deseo, dejar libre una vacuna para el Perú. Pero para eso por lo menos necesitamos o quisiéramos ver que el Gobierno diga: ‘bueno, yo quiero financiar el aseguramiento de los participantes’. Esto tiene que ser resultado de conversaciones de muchos niveles“, sostuvo el científico.