Sur
La minería figura entre las actividades que se reiniciaría en forma gradual desde la próxima semana. En el sur, algunas empresas que realizan operaciones mínimas registraron casos positivos del nuevo coronavirus entre sus trabajadores. Eso preocupa a las poblaciones aledañas.
En Arequipa, la minera Cerro Verde evitó pronunciarse sobre cómo retornarían a normalizar sus actividades productivas. El secretario del Sindicato de Trabajadores, Hernán Córdoba, manifestó que aún no se les comunicó de algún protocolo.
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Por lo pronto, el personal que labora en áreas críticas es sometido a pruebas rápidas. Se las aplican en un local de Chilina, los trabajadores pernoctan ese día allí y luego son trasladados a la operación minera. Son cerca de mil empleados que laboran entre estables y contratados.
En esta compañía, según Córdoba, el régimen de trabajo es cuatro días de labor por tres de descanso; pero ahora se está aplicando uno más extenso de 7 días internados en la mina por 8 de descanso y se quedan a dormir. Eso antes no ocurría, retornaban a sus domicilios a diario.
La minera Bateas, que opera en la provincia de Caylloma, estuvo en el centro de la tormenta. La semana pasada se confirmaron casos asintomáticos de COVID-19 entre sus trabajadores. Esto desató un conflicto con la población cercana, que teme el contagio. La compañía aseguró que desinfectaron las áreas donde se desarrollaron las pruebas y se inició el seguimiento a las personas que tuvieron contacto con los sospechosos.
El dirigente del sindicato de trabajadores, Fénix Saico, indicó que conversaron con la empresa para que las pruebas de descarte se realicen antes del embarque de los empleados para ir a Caylloma. Además piden la intervención del Ministerio de Salud en la toma de las muestras.
Según Saico, ya consensuaron que la rotación de personal sea 30 días de trabajo por 15 de descanso para que la movilización sea mínima. En esta mina laboran alrededor de 1 200 trabajadores, pero por esta coyuntura solo laboran 350 en áreas críticas.
El gerente regional de Energía y Minas, Juan Muñiz, señaló que esta semana tendrán listo el protocolo para la operación de la pequeña minería y minería artesanal, dado que en la región hay 60 mil mineros.
Las mineras que operan entre Cusco y Apurímac funcionaron durante el estado de emergencia, unas con más intensidad que otras. La mina Antapaccay, de Glencore, ubicada en Espinar, prosigue con la extracción de cobre. Según un trabajador de la compañía, la veta opera al 100%. Desde el inicio de la cuarentena no hubo ni desmovilización ni cambio de turnos. “Hay trabajadores que estamos entre 45 y 50 días seguimos laborando. Y unos cinco más de 55 días”, dijo el empleado.
En el campamento había hasta ayer alrededor de 1 000 trabajadores de las mineras y de empresas contratadas por esta. “Hoy (martes) empezó el proceso de cambio de guardia. Salimos los que estuvimos trabajando y vienen los demás”, dijo.
En Antapaccay no hay ningún caso ni sospechoso ni confirmado de COVID-19. “No hay casos, porque desde que empezó la emergencia no hemos salido ni ha entrado nadie. Ahora que empiezan los reemplazos deberán tomarse más medidas”, anotó.
La mina Constancia, de Hudbay Perú, en Chumbivilcas, también opera casi con normalidad. La empresa negó el domingo la existencia de casos de coronavirus en la unidad minera. No obstante, la Red de Servicios de Salud de Chumbivilcas desmintió a la minera al asegurar que habían sido informados que detectaron 18 casos “positivos a primera muestra” en el campamento minero, uno de ellos es un poblador de Velille.
Cuando Hudbay sacó el comunicado era verdad que no había contagiados en el campamento, porque estos habían sido evacuados a Arequipa. El sector salud además cuestiona el uso de las pruebas. “No tiene conocimiento de los protocolos, planes y procedimientos con lo cual se rige el sistema sanitario de la empresa minera HUDBAY; a su vez, se desconoce la marca, el registro sanitario, el número de lote, fecha de vencimiento y validez de las pruebas rápidas utilizadas”, señala en un comunicado. Hudbay no respondió a nuestro requerimiento de información. Tampoco Antapaccay.
Rafael Tapia Pérez - Exdecano del Colegio Médico de Arequipa
Hay dos problemas fundamentales: uno es la procedencia y la confiabilidad de las pruebas rápidas. Ya hemos visto que estas provienen de países que las fabricaron con fallas. Eso ha determinado falsos negativos y positivos. El problema es serio, puede generar una falsa expectativa.
Otro tema son los vacíos que se generan en la formación de anticuerpos cuando el virus comienza a agredir los órganos, sobre todo al pulmón. En los primeros diez días hay un periodo de silencio importante, la inmoglobulina N todavía no se produce en gran intensidad, de tal manera que, si aplico una prueba rápida en ese periodo, obviamente saldrá negativo.
En general puede servir para hacer un screening global, tener un punto de vista general y ver cómo está el comportamiento. Pero para situaciones específicas, sobre todo si hay factores de riesgo, entonces estos pacientes constituyen un grupo especial a los cuales se les tiene que hacer la prueba molecular.