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Sociedad

¿Cómo han cambiado las condiciones laborales para las mujeres trabajadoras respecto al siglo XX?

Si bien hay un avance en los derechos laborales que protejan a las mujeres trabajadoras, aún persisten problemas como el acoso laboral, las brechas salariales y la ausencia de guarderías en los centros de trabajo privados.

Cada 8 de marzo las personas suelen felicitar a las mujeres por su “delicadeza” o por ser “lo más lindo que ha creado el universo”. Sin embargo, el Día Internacional de la Mujer no es un día para celebrar, sino más bien para conmemorar la lucha de las mujeres por conquistar sus derechos.

Esta lucha se remonta a décadas anteriores y fue impulsada por mujeres trabajadoras de fábricas textiles. Pero, qué tanto han cambiado las condiciones para las mujeres peruanas en este sector en relación al siglo XX.

Empecemos recordando que en 1857 cientos de mujeres trabajadoras de una fábrica de Nueva York marcharon por las calles bajo el lema “pan y rosas”. Ellas demandaban mejoras salariales y el fin del trabajo infantil.

No es hasta 1975 en que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 8 de marzo como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer, con el fin de "conmemorar la lucha histórica por mejorar la vida de la mujer”.

Es importante rememorar este proceso de lucha para entender si el reclamo dio frutos o las condiciones laborales para este sector siguen siendo las mismas.

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La conquista de las ocho horas

A nivel mundial, el reclamo por una jornada laboral de ocho horas empezó cuando la Segunda Internacional Socialista declaró en 1890 el 1 de mayo como el Día del Trabajador. Mientras tanto, en Perú, las condiciones laborales para todo obrero en general eran precarias. No es hasta 1918 en que obreras y obreros de la Fábrica Textil Inca plantearon demandas en torno a la mejora de salarios, según indica el historiador Jorge Basadre en sus libros.

Tras luchar por ello, el parlamento de 1918 emitió la Ley sobre Trabajo de Mujeres y Niños N° 2851, la cual dictaminó que el trabajo no debe exceder de ocho horas diarias ni 45 horas semanales, debe tener una hora para dar de lactar a sus hijos (si los tuviera), entre otras normas. Pero fue recién el 15 de enero de 1919 que una masiva huelga de obreros logró la jornada de ocho horas en Perú para todos.

A pesar de estar protegidas en papel por la legislación peruana, los derechos de las mujeres y de los obreros en general no eran respetados, pues las jornadas de trabajo seguían siendo de hasta 12 horas. No obstante, era accesible para los trabajadores agremiarse en sindicatos.

Esto cambió con la Ley N° 26513, emitida en julio de 1995 durante el gobierno de Alberto Fujimori, la cual derogaba la ley que habían conseguido las mujeres en 1918, sin establecer derechos que compensen los que ya habían sido conquistados.

Esta ley aprobada en 1995, conocida también como la Ley de Fomento del Empleo, afecta la estabilidad laboral de los trabajadores. Bertha Fuentes, ex asesora sindical de la Federación Nacional de Trabajadores Textiles del Perú (FNTTP), cuenta cómo esta legislación impacta a las mujeres. “Para empezar, las reformas que tomó Fujimori en los 90 no permitían la libre sindicalización. Eso hizo que muchos gremios desaparecieran y los miembros fueran perseguidos”, comenta.

Fuentes cuenta que, como parte de la FNTTP, identificaron múltiples casos donde se les quitaba los fotochecks a los trabajadores en el sector textil para que la hora de salida sea marcada en el horario correspondiente y así no pagar horas extras, pues las jornadas laborales podían durar incluso más de 12 horas.

“En las fábricas textiles existían los ‘corridos’, que eran jornadas de 36 horas de trabajo sin parar. Si querías descansar, no podías ir a tu casa, te daban unos cartones para que duermas un par de horas en la fábrica y ya de ahí continuabas”, declaró. Sin embargo, estas prácticas explotadoras han ido cambiando a partir del año 2000.

Las condiciones de trabajo para la mujer trabajadora en la actualidad

Las mujeres siempre han sido parte de la fuerza laboral, pero todavía hay una desproporción con respecto a los hombres, pues los roles de género que impone la sociedad las han obligado a dedicarse a las labores de cuidado en el hogar.

No obstante, en los últimos años, la participación de las mujeres en el campo laboral ha incrementado, lo cual no significa una redistribución del trabajo doméstico.

Las mujeres dedican a la semana un promedio de 39 horas con 28 minutos a las labores de cuidado no remuneradas, a comparación de los hombres que destinan alrededor de 15 horas.

Pero eso no es todo, pues tampoco se alcanza la equidad en cuanto a la calidad de empleo. “La maternidad es un problema para la mujer y no debería serlo.”, comenta Bertha Fuentes, quien detalla que ha conocido casos en los que las trabajadoras se tienen que fajar el abdomen para continuar en sus empleos, ya que solían ser despedidas si los supervisores descubrían que estaban embarazadas.

Del total de las más de 7 millones de mujeres trabajadoras, el 53.4% tienen empleos vulnerables. Es decir, no reciben remuneración fija mensual, trabajan en condiciones laborales precarias y tienen poca proyección de desarrollo, según el Servicio Profesional confiable - Deloitte. A esto se suma que los centros de labores del sector privado no cuentan con guarderías o salas de cuidado para los hijos.

No obstante, las instituciones públicas sí cuentan con estos espacios. El relegar el trabajo de cuidado a las mujeres se convierte en una desventaja para que ellas puedan no solo trabajar sino ascender a mejores puestos de trabajo. “Relegar las labores del hogar a las mujeres es un doble trabajo para nosotras. A eso se suma que no contamos con estabilidad laboral, lo que hace que no podamos tener un proyecto de vida estable”, recalca la activista.

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Además, los hombres ganaron 28% más que las mujeres en el 2019, indica el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). A raíz de estas brechas de género en el campo laboral, el congreso emitió la Ley de Igualdad Salarial en el 2017. Sin embargo, recién en julio del 2019, la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil) emitió un protocolo para que se pueda fiscalizar si una empresa comete o no diferencias salariales entre hombres y mujeres.

Asimismo, una problemática que cada vez se evidencia más es el acoso sexual en los centros de trabajo. Según el Ministerio de Trabajo, se registraron 481 denuncias por acoso laboral sólo en el 2019. “Yo he visto cómo los supervisores se acercaban a las trabajadoras y les decían que si querían asegurar su renovación de contrato él las esperaba a la salida” y señala que ante esto no había acción por parte de las esferas más altas que dirigen las fábricas.

A pesar de los avances que se han alcanzado en cuanto a derechos laborales para las mujeres desde aquel 8 de marzo de 1857, todavía hay demandas que no han sido resueltas, tales como el acoso sexual, las brechas de género en el salario y las labores de cuidado, además de la ausencia de salas cuna en centros privados de trabajo. Todo ello sumado a que el trabajo que realizan las mujeres en el hogar no es remunerado, pero la lucha por el reconocimiento económico de estas labores aún avanza lento.