Ricardo Cuenca. Investigador del Instituto de Estudios Peruanos.Entrevista a Ricardo Cuenca, investigador del Instituto de Estudios Peruanos, quien ofrece sus impresiones sobre la coyuntura nacional.,En la siguiente entrevista, el investigador del Instituto de Estudios Peruanos Ricardo Cuenca ofrece sus impresiones sobre la coyuntura nacional. Dice que él esperaba que debido al perfil tecnocrático del gobierno, este demostrara eficiencia en su gestión. Sin embargo, añade, el caso de la reconstrucción lo ha obligado a replantearse esa hipótesis. PUEDES VER Plantean que sentenciados por corrupción no puedan trabajar para el Estado En Argentina, el presidente Pedro Pablo Kuczynski volvió a referirse, de manera indirecta, al posible indulto a Alberto Fujimori. Lo más curioso es que nadie le preguntó al respecto. Tengo dos hipótesis. La primera: es la manera inocente y torpe que tiene el gobierno de poner el tema en debate… ¿Como para preparar al país cuando la noticia salga? Claro, como para ir preparando el asunto, ¿no? Es una estrategia. Mi segunda hipótesis es que, en realidad, no hay ninguna racionalidad detrás, no hay un plan. Más bien, hay una enorme impericia, ímpetus desordenados. Lo que estamos viendo es la mayor precariedad política. ¿Y esa precariedad a qué se puede deber? Originalmente pensaba que respondía más a un tema de estilos. Imaginé que con el talante tecnocrático se podía perder en el debate político pero, en cambio, se ganaba en eficacia. Sin embargo… ¿Tampoco hay eficacia? Tampoco hay mucha. Lo que ha pasado con la reconstrucción es claro. Yo aposté con mis colegas en el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) porque estaba seguro de que esto sí lo iban a hacer bien. En la emergencia actuaron bien, tuvieron reflejos. Ahora tengo que pagar un almuerzo. Es verdad. Se pensaba que para una tarea de reconstrucción los miembros del gobierno estaban preparados. Claro. Y si se hacía con eficiencia, se podían generar resultados rápidamente para enganchar al gobierno de nuevo con la gente. Recuerdo haber escrito en agosto del 2016 una columna que se llamaba ‘Tecnocracia: hora cero’. Mire, a usted no le puede gustar ese estilo, pero es legítimo. El problema es que ese estilo ahora también empieza a ponerse en duda. Así, la precariedad termina siendo más peligrosa: en el gobierno no se ve acción política y tampoco hay eficiencia técnica. ¿Es problema de personas? Es un tema de personas y de concepción de las cosas. El gobierno y los políticos en general, salvo excepciones honrosas, se han banalizado de tal forma que creen que el acto político es algo meramente coyuntural. No tienen mirada más de largo plazo. Se olvidan de que una de las cosas más importantes de la política es la larga duración, esa decisión que no te dará réditos inmediatos. Es más sencillo pensar solo en coyunturas. Se pasa de un tema de agenda hacia el otro. La estructura se ha perdido. Hemos postergado la discusión de la política propiamente dicha por la farándula de la política. Lo del norte es un buen caso para ver cómo se dibuja esta precarización. Yo no creo que el problema haya sido De la Flor, que parece ser alguien muy eficiente en su trabajo. No obstante, se necesitaba una serie de condiciones para que esa eficiencia se aprovechara. ¿Qué condiciones? Nadie ha discutido si los Gore cumplen alguna función real en mejorar la relación entre el gobierno nacional y los gobiernos subnacionales. ¿Qué papel han jugado esas reuniones, qué se ha discutido en ellas? Recordemos que De la Flor se terminó peleando con los gobernadores. Es decir, esto merece una discusión porque el modelo que teóricamente permite discutir y llegar a acuerdos entre niveles de gestión no funciona. ¿Qué piensa de Mercedes Aráoz como premier? La ves con mayor actitud política, algo que no tenía Zavala. Sabe cómo acercarse… Es concesiva también. Una cosa es tener la actitud y otra la pericia. Lo primero lo tiene, sin embargo, da la impresión de que su manera de establecer el vínculo político es cediendo lo más que pueda. Hecho el diagnóstico, ¿cómo debería enfrentar el gobierno estos tres años que le quedan por delante? Pues si el estilo de este gobierno no apunta a un mayor ejercicio político, por lo menos se debería buscar ganar en eficiencia, que las cosas mejoren por ahí. ¿Cree que los fujimoristas bajarán un poco el tono? Los veo más tranquilos, porque entre otras cosas ha quedado demostrado que Fuerza Popular no es ni una bancada cohesionada ni tan fuerte. Ha sido tan evidente que son menos sólidos de lo que se pensaba, que apretar demasiado podría complicarles todo. Allí donde aparezca un resquicio, se puede convertir en un boquerón. ¿Kenji es ese boquerón? Hay una discrepancia clara, que puede abrir espacios para que esa bancada se quiebre. Por eso, me parece, los fujimoristas andan un poco más calmados. Uno de los problemas del Perú es el de las instituciones, y una sola persona puede mover todo. ¿Qué piensa de la reforma electoral debatida en el Congreso? Cuando uno piensa en una reforma se imagina un cambio de sentido. Por ejemplo, se ha aprobado la prohibición de los movimientos locales. ¿Y el sentido de nuestro sistema político va a cambiar por eso? La suma de varias decisiones inconexas entre sí no hace una reforma. A lo más se puede aspirar a éxitos o fracasos aislados, en ningún caso un cambio de verdad. Y en lo que toca a su campo de especialización: ¿qué cree que ocurrirá con la educación en este gobierno? Yo espero que haya continuidad de las cosas que han estado funcionando: la reforma docente y universitaria. ¿Diría que esas reformas se encuentran en peligro? Lo que no se puede hacer es perder el sentido. Ahí sí estarían en peligro. Si considero que el consejo directivo actual de la Sunedu no funciona y por eso tengo que regresar a un modelo similar al de la ANR, estaría perdiendo el camino.