Cargando...
Opinión

Los paros sí resuelven cosas, por Mirko Lauer

A la luz de lo que se está produciendo, vamos a ver muchos paros más por todo el país. Si estos son contra el crimen organizado violento, y el gobierno puede contra ese crimen, la conclusión es clara: no dejar de parar hasta desalojar al último ministro o congresista limitado y pro-delincuente

El ministro de Trabajo opina que los paros no conducen a ninguna parte y que no hay país en el mundo que se haya librado de la pobreza mediante paros. Pues aquí ya están llevando a mucho. En poco tiempo, han sacado de la pobreza mental a algunos periodistas de Erasmo Wong, haciéndoles comprender que un gobierno como el de Dina Boluarte no puede ni debe ser eterno.

Si vemos las cosas al revés, la falta de paros ha elevado las cifras de pobreza en el país. Sin paros, gente como el ministro de Trabajo y el club Boluarte han sentido que pueden decir y hacer lo que les dé la gana. Los paros de octubre están acabando con eso. Podemos leer las pancartas en la calle como una sola: basta de tratar de engañar a los peruanos.

Volviendo al ministro: los países donde mejor viven las personas son aquellos donde es posible hacer paros. Los países con prohibición de hacer paros viven en las brumas de una pobreza eterna, como Corea del Norte. Sin paros, es decir, sin reclamos o protestas, solo deja atrás la pobreza la familia gobernante. Quizás el ministro se refiere a esto último.

Comparados formalmente con jornadas heroicas como la del 19 de julio de 1977, los paros de estos días parecen poca cosa. Pero, aun así, están haciendo maravillas, despertando una dormida conciencia nacional sobre la conveniencia de deshacerse del Ejecutivo y Legislativo cuanto antes (gran plan) o de limitar su capacidad de daño (pequeño plan).

Los ingresos de los trabajadores en el mundo han subido por la oportunidad, fuerza o eficiencia de sus paros y huelgas, y ciertamente no por la generosidad de los empleadores o la bondad de los ministros de Trabajo. Por eso, el derecho a parar, por el motivo que sea, es una de las piedras angulares del capitalismo y del socialismo modernos y democráticos.

A la luz de lo que se está produciendo, vamos a ver muchos paros más por todo el país. Si estos son contra el crimen organizado violento, y el gobierno puede contra ese crimen, la conclusión es clara: no dejar de parar hasta desalojar al último ministro o congresista limitado y pro-delincuente. A Maurate hay que ponerlo a manejar un bus público nocturno.