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Opinión

Pobreza, emprendedurismo y estancamiento crónico, por Humberto Campodónico

“Perú, con el magro crecimiento actual, solo cruzaría el umbral dentro de 25 años, (sin considerar) las sombrías perspectivas de la economía mundial”.

larepublica.pe
Humberto Campodónico

El informe de pobreza monetaria del 2023 del INEI dará mucho que hablar. El Gobierno, con la presidenta a la cabeza, intentó censurarlo porque “no le gustaron las cifras”. Hay aquí un lado autoritario que no duda en pasar por encima del orden institucional vigente. Eso, justamente, revela su propia debilidad. Por eso trata de taparlas, como lo hace la cirugía estética.

La pobreza monetaria ha pasado de 27,5% al 29% de los peruanos. Son casi 10 millones cuyos ingresos no cubren la canasta básica de consumo de 1.784 soles por una familia de cuatro personas. La pobreza extrema alcanzó a casi dos millones de peruanos, cuyos ingresos no llegan a los 1.004 soles mensuales. Esto tiene que ver con la caída del PBI de -0,6% en el 2023, cifra que se suma al magro crecimiento de 2,7% del PBI en el 2022.

A esto se agrega que los no pobres vulnerables son el 31,4% de la población, o sea, 10,6 millones: no son pobres ahora, pero podrían volver a serlo en el futuro cercano. Si lo sumamos a la cantidad de pobres, llegamos al 60,4% de los peruanos (29+31,4).

Vayamos al análisis

La mayoría de economistas y opinólogos nos dicen que la solución para disminuir la pobreza es lograr mayores tasas de crecimiento. Ciertamente ello incide en su disminución. Pero se habla poco del hecho que la mayoría de pobres en el Perú engrosan las filas de la informalidad, es decir, de condiciones de precariedad: no tienen ingreso asegurado, CTS, vacaciones, ni pensión alguna. El 74% de los peruanos vive en la informalidad.

Se dice también que los altos costos de la formalidad desalientan a las micro y pequeñas empresas, que prefieren quedarse en la informalidad para no incurrir en pagarlos. No es así. Existen leyes específicas que establecen regímenes tributarios especiales que disminuyen las cargas laborales y tributarias.

Hay también quienes afirman que los peruanos han optado por emprendimientos particulares, pues están convencidos que sus iniciativas y su propio esfuerzo les permitirán salir adelante. Esa voluntad tendría un fuerte tinte individualista y libertario que, además, “los hace dueños de su propio destino”.

Puede ser. Y están muy bien esos emprendimientos. Pero hay “datos duros” que nos dicen que esos ideales no son tan simples de cumplir ni tampoco que constituyen un patrón de comportamiento generalizado de las personas. Dice la Enaho del INEI que, cuando se les pregunta a los propios informales (urbanos y rurales) por qué se crean empresas informales, las respuestas son: el 57,9% por razones involuntarias (sobre todo por necesidad económica) y el 42,1% por razones voluntarias (obtener mayores ingresos y ser independientes). La mayoría no escogió ser informal (1).

El ‘emprendedurismo’ ha sido objeto de muchos análisis e investigaciones. Pero no existe una estadística acerca del éxito (o no) de sus emprendimientos. Pareciera, sin embargo, que, a pesar de los esfuerzos individuales, no son suficientes para salir de la pobreza y de la vulnerabilidad. Lo dice cada año el INEI. Entonces, ¿cuáles son las políticas a adoptar para los grandes porcentajes de peruanos que no tienen éxito en su emprendimiento y son pobres e informales? No lo sabemos.

El quid de la cuestión

Ni siquiera en la época del ‘superciclo’ de altos precios de las materias primas se logró una disminución sustantiva de la informalidad. Y una parte de esos informales ‘ha avanzado’ un escalón más hacia abajo: se han pasado a las actividades criminales y delictivas, que suben como la espuma.

Aquí aparece en toda su dimensión un tema crucial: el sector formal no logra generar la suficiente cantidad de empleos para absorber a la población económicamente activa del país. Y esto se debe al hecho que las políticas adoptadas han priorizado el ‘piloto automático’ del modelo económico.

Así, el Perú sale “jalado” en productividad. Nuestra productividad es muy alta en el sector minero, el sector financiero y electricidad y agua, pero que solo emplean al 2,4% de la población. Con productividad media vienen sectores que producen el 22,7% del empleo: la manufactura (8,9%), la construcción (6,2%) y el transporte (7,6%). Los sectores con menor productividad emplean al 75% restante: servicios, comercio y agricultura. La palabra empleo aquí es exagerada: debiera decirse “están ocupadas en esos sectores”.

Se trata entonces de diseñar políticas que prendan nuevos motores de crecimiento que permitan recortar la brecha productiva. Debemos hacer la transición al crecimiento impulsado, también, por las ventajas comparativas dinámicas, donde se pone el acento en la mejora de la calidad de los bienes que se producen en el país y aquellos que son exportados, es decir, en su contenido tecnológico y su valor agregado doméstico. No se trata de excluir a los ‘sectores tradicionales’, sino de entender que no existe una única bala de plata minera salvadora de la economía.

Es por eso que el crecimiento potencial del PBI de Perú ha bajado de 6% hasta el 2,5% anual en los próximos años. Corolario: las políticas que nos llevaron a ser países de Ingresos Medios Altos no son aquellas que nos conducirán a Ingresos Altos (13.600 dólares anuales per cápita).

Dice el FMI, con data elaborada para el Perú (2), que si seguimos como hasta ahora, nos quedaremos estacionados alrededor de los 6.430 dólares per cápita del 2016 durante décadas (ver gráfico actualizado por nosotros). Se puede apreciar cuánto demoraron algunos países (desde que llegaron a los 6.430 dólares) para superar el umbral de los Ingresos Altos (13.205 dólares per cápita). Corea del Sur y Taiwán lo cruzaron en 10 años (y siguen subiendo). Chile también lo cruzó en 10 años y no ha subido mucho más. México se demoró 27 años en cruzarlo.

Perú tiene ocho años y, con el magro crecimiento actual, solo cruzaría el umbral dentro de 25 años (y no hemos tomado en cuenta las sombrías perspectivas de la economía mundial).

Resumiendo

Las cifras de pobreza en el Perú reflejan una situación estructural de la cual no saldremos con el ‘emprendedurismo’ que tiene su propio camino y está bien que así sea (ya hasta tiene un partido). Podremos salir con la adopción de nuevas políticas.

Ciertamente, la coyuntura de malos gobiernos y congresos, así como la corrupción, han agravado la situación económica y se han extendido la informalidad y las economías delictivas. El problema es que el ‘establishment’ quiere mantener las mismas políticas económicas en piloto automático, dejando de lado el impulso a nuevos motores. Por tanto, nos vamos a quedar en el mismo sitio por muchos años.

Eso es, por ejemplo, lo que esencialmente propone el reciente pedido del Ejecutivo de delegación de facultades legislativas al Congreso: seguir tropezando con la misma piedra. Eso tiene que cambiar.