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Opinión

Sobre recesiones y conceptos, por Kurt Burneo

“Un asunto fundamental para la reactivación está en que se efectivice el gasto contenido en el crédito suplementario aprobado, dados los bajos niveles de ejecución...”.

larepublica.pe
kurt burneo

(*) Profesor Centrum PUCP

Un tema muy comentado la semana pasada fue si la economía peruana está en recesión o no. ¿Se cumplen los requisitos para ello? ¿Para fines prácticos se puede admitir como hecho consumado esta calificación al mes de setiembre? Asociado a lo anterior, ¿cuánta validez práctica tiene el concepto de recesión cuando proyecciones serias y recientes como la del BCRP refieren tasas de crecimiento del 0,9% del PBI para este año? Veamos brevemente estos asuntos.

Teóricamente, en términos simplificados, hay recesión cuando el PBI cae dos trimestres consecutivos. En el caso del Perú, en el primer trimestre se reduce en -0,4%, y en el segundo trimestre en -0,5%. Además, una recesión implica afectación negativa en variables como empleo, consumo privado, entre otros.

En el caso del Perú, a pesar de las contracciones en los dos últimos trimestres, con cifras del BCR, el empleo muestra variaciones positivas en lo que va del año (2,6% agosto). El consumo privado en 0,3%, proyectándose un aumento del PBI de 0,9% para fines de este año y en 0,6%, este último dato según la agencia calificadora Moody’s.

Paradójicamente, uno de sus funcionarios señalaba a la vez que “el Perú este año está en recesión. No es bonito decir eso, pero es la realidad”. Estos números nos hacen pensar lo discutible de referenciar una recesión a mitad de año ¿O el año 2023 se acabó en junio? Al final resulta que la discusión sobre si estamos o no en recesión se encuadraría más en un plano académico. Lo cierto es que con o sin recesión se necesita que el PBI crezca.

Al respecto, otro hecho que llamó la atención es que el propio ministro de Economía refería la semana pasada que estamos en recesión... Anuncio hecho minutos antes de entrar al pleno del Congreso para el debate de un crédito suplementario (PL 05997/2023_PE) por S/5.447 millones para financiar obras de infraestructura y prevención de los efectos del fenómeno de El Niño.

En mi opinión, el anuncio del ministro respondió más a una pragmáticamente acción para sensibilizar a los parlamentarios respecto a la urgencia de incorporar estos recursos al presupuesto y de esta forma aumentar el gasto en la economía, reactivándola, reforzando así la esperada variación positiva del PBI en el último trimestre de este año.  El objetivo del ministro se cumplió: el crédito suplementario tuvo 94 votos a favor, cuatro en contra y cuatro abstenciones.

Un asunto fundamental para la reactivación está en que se efectivice el gasto contenido en el crédito suplementario aprobado, dados los bajos niveles de ejecución a la fecha, sobre todo de regiones y municipalidades. Se tiene data del cuánto, pero se necesita especificar más el cómo. En tal sentido, sugiero que, a la brevedad, el MEF presente —con acceso público— una permanentemente actualizada línea de tiempo del gasto y entidades a cargo del mismo con las capacidades de gestión necesarias.

Por otro lado, algunos equivocados comentarios críticos sobre el impacto reactivador implicado señalan que la magnitud del gasto no llega ni al 5% del PBI. Se olvida que la transferencia de recursos tiene que tener relación con los ingresos fiscales y la capacidad de gasto del pliego o unidad ejecutora. Se obvian también los efectos multiplicativos del gasto en la actividad económica, sobre todo cuando existe capacidad instalada de producción sin uso. Además, que parte del gasto está dedicado a la prevención de efectos adversos sobre la infraestructura y capacidad productiva del fenómeno de El Niño Costero. Si no avanzamos más rápido en el gasto de prevención de un Niño, así sea moderado, puede generar una gran afectación económica adversa.

En suma, hay un desenvolvimiento económico aún por ocurrir, proceso que dependerá en mucho de la efectividad en el gasto relacionado en el crédito suplementario aprobado y, por supuesto, de la mejora de expectativas que dependerán de la confianza de los agentes económicos. Estos se pueden generar a partir de los mensajes emitidos principalmente por las autoridades económicas de nuestro país.