En un artículo anterior presentamos el concepto de polarización afectiva para dar cuenta del rechazo a quien es visto como oponente no por sus ideas o planteamientos, sino por el solo hecho de estar ubicado en una posición opuesta. Si bien esta preexiste a los medios sociales, algunos estudios que abordan el vínculo entre uno y otro buscan comprender cuáles son los factores sociales que facilitan la polarización en medios sociales. Se señalan dos aspectos: la mediación de los grupos en el proceso de circulación de la información y los elementos externos al grupo que pueden favorecer esta dinámica.
Revisar estos hallazgos puede ayudar a mirar desde otra perspectiva lo que viene ocurriendo en el país, una polarización desgastante, que no es exclusiva de estas tierras pero que agrega aridez a un territorio social y político muy fragmentado. Una mirada diferente debe ayudarnos a plantear, con imaginación, nuevas alternativas. Con relación al rol de los grupos y su relación con la polarización y los medios sociales, uno de los temas que abordan los trabajos es el rol de la homofilia o asortatividad. Esto se entiende como el proceso psicosocial a través del cual la interacción entre personas que se perciben semejantes se da con mayor frecuencia que entre personas que se perciben distintas.
Esto, que ocurre fuera del mundo digital, se profundiza con el uso de medios sociales y WhatsApp produciendo el conocido “efecto burbuja”. Hay otros estudios que plantean que la polarización no solo se da por la fragmentación que promueve la homofilia y las cámaras de eco, sino que también se produce al exponerse las personas a información de “otros desagradables”. Personas con las que nunca se interactuaría si no fuera porque uno “se las cruza” en las redes.
Con relación a los procesos extragrupales, se señala que son los medios digitales vinculados a ciertas posiciones políticas o ideológicas, así como activistas digitales, quienes favorecen la polarización publicando historias o comentarios que fomentan el etiquetamiento divisivo reforzando y amplificando, vía los algoritmos de los mismos medios sociales, un debate que en realidad no es tal o no tiene la dimensión que muestra en el espacio digital. Muchas veces, en el caso de los medios, el interés puede ser incluso comercial por el tráfico que genera. El rol de los trolls y cuentas falsas es acá muy importante.
Hay también quienes muestran que no todo tiene un origen en internet y que la polarización en línea se origina a partir de eventos polarizantes que tienen lugar fuera de línea, como elecciones políticas, movilizaciones y protestas diversas, lo que promueve indignación y fuertes reacciones emocionales. En nuestro país esto ocurre con frecuencia y las recientes movilizaciones son una muestra de ello. Acá hay una interacción que retroalimenta el conflicto.
Esta mirada pesimista se contrapone a otros estudios que señalan que los contenidos que se consumen en redes sociales son variados y que en el proceso de búsqueda de información en internet, si bien están las cámaras de eco, igual se da una exposición a contenido diverso que puede promover que las personas interactúen y se expongan a información divergente, ayudándolas a flexibilizar la tendencia a solo vincularse con lo que refuerza ideas preexistentes. Algunos proyectos orientados a disminuir la polarización parten de este proceso. Vemos que la exposición selectiva a la información y la construcción de cámaras de eco son algunos de los procesos que favorecen la polarización. Sin embargo, también se han encontrado mecanismos que permiten la exposición a información divergente y debilitan la polarización. La comprensión de estos procesos es fundamental para desarrollar estrategias que promuevan la diversidad de ideas y reduzcan la polarización en las redes sociales.