El menú congresal

A lo largo del día, se ha discutido información proveniente del Congreso que da cuenta de la elevación por sí y ante sí del monto inicial que recibían los congresistas por el almuerzo de 16 soles a 80 soles. Han sido horas de reportajes, entrevistas y opiniones que han dado cuenta de la defensa de quienes perciben este beneficio y de las críticas del resto.

Los congresistas tienen la facultad de concederse ese tipo de privilegios y, en este caso, lo han hecho de un solo golpe y sin contemplar ni preocuparse por las consecuencias. Los defensores de la medida hablan del derecho de comer bien que tienen los congresistas. En tanto, los críticos han comparado el monto a los menús de la zona, a los ingresos de los comedores populares y al monto de gasto anualizado con el que tranquilamente se podría construir una posta o un colegio.

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Este debate resulta estéril y populista, porque la popularidad del Congreso es tan esmirriada que poco importa una raya más al tigre. Cualquier cosa que se decida al respecto no mejorará ni un punto la merecida reprobación del público.

Sin embargo, esta discusión está concentrando la atención mediática en lo menos relevante. El Congreso ha iniciado su semana de representación y se está desmarcando del debate central sobre el adelanto de elecciones para este año e inclusive para el 2024.

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La representación nacional ha mantenido una indefinición sobre la decisión para realizar comicios generales este año o, en su defecto, en abril del próximo. No hay acuerdo de bancadas, no hay un criterio unificado sobre casi nada, excepto sobre las excusas que se van tejiendo en torno a esta decisión, reclamada por la calle y por la propia opinión pública, que una y otra vez ha señalado que espera que se pueda renovar la política y mientras más pronto, mejor.

Entendemos que el debate sobre el menú genera atención y mucha molestia. Sin embargo, el desplante del Congreso a la necesidad de discutir el tema de fondo es más grave y podría generar una nueva ola de protestas en el país. Es necesario que se señale cuál será el derrotero que se vaya a recorrer a partir del 1 de marzo, porque de ello depende un conjunto de decisiones que serán trascendentes para el futuro del país.