Patricio Quintanilla Paulet, rector U La Salle
En cuatro días el Perú cumple 201 años, a lo largo de los cuales han pasado muchos eventos, desde la independencia del Perú.
Después de la bonanza del salitre, tuvimos el conflicto bélico con Chile, que destruyó la economía, pero también la moral de la población, además de pérdida de territorios, nos empezamos a recuperar y en Nueva York el año 1929, se produce el denominado “jueves negro”, que es el inicio de la Gran Depresión, que afecta a todas las economías del mundo, por supuesto incluido el Perú, por lo cual perdemos el patrón oro de nuestra moneda.
Hemos pasado por dos guerras mundiales, con impacto en la economía nacional; luego de la segunda, se crea la Organización de Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial) y el GATT, precursor de la actual Organización Mundial de Comercio.
En posteriores años tenemos ciclos de crecimiento y de contracción económica, en gran medida por las políticas de los gobiernos, como la posición estatista del Gobierno del General Velasco Alvarado, con un gran fracaso económico y, en el otro extremo, la política de libre mercado propiciada por el presidente Alberto Fujimori en el año 1990, vigente hasta la actualidad.
Estamos en una situación muy compleja, con las secuelas de la pandemia, que paralizó la economía, con graves consecuencias en las familias vulnerables de la población, por la pérdida de empleo e ingreso.
Además se presenta un impacto en la cadena internacional de suministros, por la paralización de los grandes puertos del mundo, encareciendo los fletes internacionales hasta en seis veces, las tarifas anteriores.
El conflicto bélico de Europa del Este, ha impactado en los precios de los combustibles y los principales alimentos, lo que se ha traducido en una inflación mundial, que también ha afectado al país, con una añadido de bajo crecimiento económico, que en el caso de algunos países, se ha convertido en “estanflación”, que es una combinación de estancamiento con inflación, que no es el caso del Perú, por lo menos hasta ahora.
La inversión es el mejor camino, tal vez el único, para salir de esta situación. En el caso de la inversión pública, la baja o nula capacidad de gestión del gobierno nacional y de los subnacionales, ha originado que el grado de utilización sea mínimo. Se comprende que no se hagan obras si no hay dinero, pero es preocupante que no se hagan, teniendo dinero.
La inestabilidad e incertidumbre política, ha impedido un incremento importante de la inversión privada, que según información publicada por el Banco Central de Reserva del Perú, este año tendrá un crecimiento nulo.
Un hecho muy favorable ha sido el aumento del precio internacional de los metales, en particular del cobre, con impacto positivo en la estabilización del tipo de cambio y en los ingresos fiscales; lamentablemente la desaceleración de China, por su política de COVID CERO ha reducido la demanda de este producto, con una tendencia a la baja del precio. Adicionalmente, los conflictos sociales has afectado la producción y exportación de minerales, reduciendo su impacto positivo.
Estamos en una situación muy complicada, pero si todos ponemos el hombro y empujamos el coche para el mismo lado, saldremos de ello. Esto incluye al Gobierno, sector privado, academia y sociedad civil.