El País, EFE, BBC
Henry Kissinger, emblemática figura de la diplomacia estadounidense en la década de los años 70, murió ayer a los 100 años, informó su agencia de consultoría.
Quien fue secretario de Estado bajo dos presidentes y polémico premio Nobel de la Paz, protagonista del restablecimiento de las relaciones entre EE. UU. y China y quien apoyó el golpe de Estado de Pinochet en Chile falleció en su residencia de Connecticut.
Pese a su avanzada edad, había permanecido activo hasta el último momento: este año, el de su centenario, publicando un libro sobre estilos de liderazgo, había testificado ante un comité del Senado sobre la amenaza nuclear de Corea del Norte y en julio pasado se había desplazado por sorpresa a Pekín para una reunión con el presidente chino, Xi Jinping.
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Judío nacido en Alemania, llegó a Estados Unidos de niño como refugiado junto con su familia. Tan intelectualmente brillante como arrogante, agudo sentido del humor, e interesado en numerosas disciplinas, estuvo a punto de inclinarse por los estudios científicos antes de decidirse por las relaciones internacionales.
Fue hijo dilecto de la familia Rockefeller, que le costeó su carrera universitaria en Harvard, y a la que supo rendir tributo: fue bajo el influjo de Kissinger que Nelson Rockefeller llegó a ser vicepresidente de los Estados Unidos entre 1974 y 1977.
Tras una distinguida carrera académica, entró en la Administración estadounidense de la mano del republicano Richard Nixon, que le nombraría secretario de Estado durante su mandato.
Como estratega de la política exterior estadounidense, Kissinger detentó un enorme poder y su nombre ha sido relacionado con casi todos los grandes acontecimientos de aquellos tiempos, desde la guerra de Vietnam hasta el enfrentamiento de EE. UU. con la Unión Soviética.
Fue uno de los grandes artífices de la aproximación a China y el histórico viaje de Nixon a Pekín en 1973 que abrió la puerta a lo que hasta entonces había parecido impensable: la normalización de relaciones entre Estados Unidos y el país asiático de régimen comunista.
Su poder como el gran artífice de la política exterior estadounidense disminuyó tras la dimisión de Nixon en 1974, pero continuó ejerciendo una gran influencia en el mandato del presidente Gerald Ford.
Las paradojas marcaron su vida. Pese a ser un protagonista polémico de la Guerra Fría, en 1973 fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz.
Identificado a veces con la derecha anticomunista, fue el ideólogo del acercamiento entre EE. UU. y China, hasta entonces aislada bajo el régimen de Mao Zedong.