Camino. La confirmación de la desintegración del submarino Titán, propiedad de OceanGate Expeditions, con la muerte de sus 5 tripulantes, plantea interrogantes sobre lo ocurrido en las profundidades del Atlántico. La primera hipótesis la sugirió la Guardia Costera de Estados Unidos: una "implosión" que comprimió la nave hasta dejarla en restos.
El reciente 22 de junio, un robot de alcance profundo no tripulado, proveniente de una embarcación canadiense, encontró "el marco de aterrizaje y la cubierta trasera" del Titán, como había adelantado a Sky News el experto en rescate David Mearns. La empresa dueña de la nave expresó sus condolencias cuando, previo al viaje, condicionó a firmar una exculpación ante eventuales desastres.
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Ningún cuerpo ha sido localizado. El contraalmirante John Mauger fue realista al decir que el mar es un "territorio increíblemente implacable". Los restos de los millonarios igual seguirán siendo buscados por un equipo reducido de rescatistas.
También se continuará con la indagación de las partes del Titán. Para la reconstrucción de los hechos que se quiere hacer, es vital la recuperación de las piezas extraviadas. De momento, hay cinco encontradas.
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En la conferencia de prensa de ayer, el marino Mauger informó que las naciones involucradas continúan debatiendo la forma en la que podrían abordar la investigación. De ser una implosión, se aspira determinar cuándo y por qué ocurrió.
Una posible fuente de información serían los hidrófonos, unos micrófonos submarinos utilizados para oír pruebas de armas atómicas ilícitas. Es probable que hayan detectado la culminación de la nave de Oceangate.
Hay un antecedente a favor del recurso. En 2017, los hidrófonos del submarino argentino ARA San Juan esclarecieron que la maquinaria había implosionado.