Tras el rebrote que a finales de julio provocó las primeras muertes por coronavirus en Vietnam, el país asiático controla progresivamente el asedio de la pandemia en su territorio por segunda vez este año, además de conseguir que crezca su economía en medio de una recesión mundial.
Tras 29 días sin contagios comunitarios, la vida en Vietnam recobró la normalidad: los restaurantes y los bares se llenan, los niños van a la escuela, el tráfico recupera al caos habitual y solo el uso de las mascarillas y gel desinfectante, así como el cierre parcial de las fronteras, recuerdan la pesadilla de la pandemia.
No parecía posible a finales de julio, cuando a la detección de un primer contagio comunitario en 99 días le siguieron decenas en los días siguientes y se produjeron las primeras muertes por la enfermedad, privando al país de la inmaculada estadística de cero fallecimientos que había lucido durante seis meses y haciendo temer un descontrol de la epidemia.
El epicentro fue la ciudad costera de Danang, donde la entrada del virus en varios hospitales con pacientes afectados por otras enfermedades causó estragos y provocó gran parte de las 35 muertes registradas hasta ahora en todo el país desde el inicio de la pandemia.
Con las fronteras oficialmente cerradas desde finales de marzo, aún hoy es un misterio cómo volvió el virus a Vietnam, aunque las detenciones de inmigrantes ilegales en los días siguientes al primer contagio y los llamamientos de las autoridades a controlar los pasos fronterizos sugieren que esa era la hipótesis más plausible.
Después de unos primeros días confusos, con la evacuación de Danang de miles de turistas, la fórmula empleada por el régimen comunista de Hanói fue parecida a la de meses atrás: cierre de zonas de riesgo —se aisló toda la ciudad de Danang—, rastreo exhaustivo de todos los contactos de positivos, miles de pruebas PCR y cuarentenas selectivas.
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En la segunda semana de agosto el goteo constante de nuevos casos y fallecimientos empezó a frenarse y en un mes lograron eliminar los contagios comunitarios —sigue habiendo nuevos casos de vietnamitas repatriados— y comenzaron a suavizarse las restricciones.
A diferencia de la primera oleada, cuando se impuso un distanciamiento social nacional, se cerraron los colegios durante más de tres meses y se clausuraron los establecimientos de ocio en los núcleos urbanos, las autoridades evitaron tomar medidas indiscriminadas.
En Hanói y Ho Chi Minh (antigua Saigón), donde se produjeron varios contagios vinculados al foco de Danang, apenas se frenó la actividad de las empresas para perjudicar lo menos posible la recuperación económica iniciada en las semanas anteriores.
Los esfuerzos parecen haber dado sus frutos: en medio de una recesión mundial, Vietnam anunció esta semana que su economía había crecido un 2,6 % en el tercer trimestre gracias al aumento de las exportaciones a China y EE. UU. y a la inversión pública en infraestructuras, la más alta del último lustro.
El economista Phung Duc Thung, director del Instituto de Investigación del Mekong, añade a estos factores señalados por la Oficina Nacional de Estadística la fortaleza del sector agrícola, que no se ha visto tan afectado por la pandemia e incluso se ha visto beneficiado en algunos productos, como el arroz, cuyo precio aumentó.
“Además, el sector de la industria también presenta un buen estado, se puede ver en el aumento de exportaciones de productos electrónicos, especialmente ordenadores portátiles, cuya demanda se ha disparado”, indica a Efe.
Thung, al igual que otros expertos, prevé un crecimiento aún mayor en el último trimestre del año gracias al continuo gasto en infraestructuras del Gobierno, a la inversión directa de China en el país, que incrementó el precio del suelo industrial en los últimos meses y al habitual aumento del gasto en los hogares al final del año.
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El turismo, que supone el 9% del producto interior bruto (PIB) y ha sufrido una caída del 70% en el número de visitantes extranjeros por el cierre de fronteras desde marzo, también presenta perspectivas halagüeñas en los próximos meses gracias al empuje de los viajeros domésticos.
Sin embargo, estos datos macroeconómicos no reflejan el drama de los millones de vietnamitas que se quedaron en el paro en los últimos meses o sufrieron una considerable reducción de sus ingresos.
Una encuesta gubernamental del mes de julio indicaba que 30,8 millones de vietnamitas de más de 15 años habían perdido sus trabajos o habían sufrido rebajas salariales.
Los diversos paquetes de ayuda lanzados por el Gobierno aliviaron la carga de estas víctimas de la crisis, pero algunos de los más necesitados, que trabajan en la economía informal (alrededor del 30 % del PIB del país), no pudieron acceder a ellos.
“No son muchos los que reciben esa ayuda gubernamental porque el procedimiento de solicitud es muy complicado y difícil de gestionar por las autoridades locales. Ahora el Ministerio de Trabajo ha propuesto simplificarlo, espero que esos trabajadores puedan recibir la ayuda gubernamental en el último trimestre”, afirma Thung.