Hace 73 años, el ejército de Estados Unidos comenzó a detonar sus primeras bombas nucleares en el Atolón Bikini, una cadena de islas coralinas ubicada en el Pacífico central. Ahora los científicos han revelando detallados mapas del fondo marino de esta zona, donde se ve una serie de agujeros de diversas profundidades.
En la reunión anual de la Unión Geofísica Americana, los investigadores presentaron esta semana el nuevo mapa que muestra el fondo marino marcado por 22 bombas atómicas detonadas entre 1946 y 1958.
Con datos del sonar, en alta resolución, los científicos crearon el mapa del fondo marino de Bikini, que muestra cráteres de diversos tamaños y restos contaminantes dejados por las explosiones. Imagen: Arthur Trembaris.
En 1946, EE. UU. quería probar el impacto de las bombas nucleares en buques de guerra, por lo que llevó a cabo la Operación Crossroads: reunieron más de 240 navíos, algunos de los cuales eran alemanes y japoneses, que concentraban diversas cantidades de combustible y municiones; para destruirlos con dos armas nucleares.
Una de estas pruebas se denominó Baker, y fue la primera en detonar una bomba atómica bajo el agua. Aquel 25 de julio de 1946, “la bomba estalló en microsegundos”, afirmó durante la presentación Arthur Trembanis, del Colegio de la Tierra, Océano y Medio Ambiente en la Universidad de Delaware.
“En cuestión de segundos, más de 2 millones de toneladas de agua, arena y coral pulverizado se dispararon al aire, en una columna de más de 274 metros de ancho y 1,6 kilómetros de altura”, explicó Trembanis.
La prueba Baker fue la primera detonación de una bomba atómica en el mar. Ocurrió el 25 de julio de 1946. Foto: Comando de historia y Patrimonio Naval.
A fines de la década de 1980 y a inicios de los 90, el Servicio de Parques Nacionales examinó el fondo marino de Bikini y no logró hallar estas huellas. Trembaris supuso que el fondo océanico afectado ya estaría cubierto de sedimentos en la actualidad. “Necesitábamos un sonar avanzado para poder ver esta gran característica”, precisó.
Sin embargo, su equipo instrumentos con una increíble resolución y, tras analizar una masiva cantidad de datos, vieron el cráter en todo su esplendor. En ves de que su forma se suavizara con el tiempo, denotaba extrañas estructuras en el centro de la explosión, evidencia de que todo el material arrojado al cielo al momento de la explosión, cayó al fondo marino a través de la columna de agua.
“Era como si alguien arrojara una piedra muy grande sobre el fondo del mar”, dijo Trembanis.
En el mapa se puede observar buques de guerra hundidos que están en el fondo marino cerca del cráter. Foto: CSHEL Universidad de Delaware.
Además, encontraron la infinidad de restos de las embarcaciones que recibieron la explosión. Muchas de estas con elementos contaminantes para el océano.
“Mientras estábamos mapeando, pude saber que estábamos cerca del Saratoga (portaviones estadounidense), sin buscarlo, porque podíamos oler el combustible del búnker; era muy pesado”, explicó el investigador a BBC News.
“El Nagato, que era el buque insignia japones que Yamamoto usó para planear el ataque en Pearl Harbor, tenía una racha de combustible saliendo de él de muchas millas”.
Trembanis advierte que, a medida que los barcos continúan desintegrándose en los mares, la contaminación podría volverse un problema mucho más grave.
En la prueba Baker se usaron cientos de embarcaciones cargadas de combustible y munición. Foto: Comando de Historia y Patrimonio Naval.
Pero la huella de Baker fue eclipsadas por las que dejaron las pruebas de bombas de hidrógeno y bombas de fusión en la década de 1950. De hecho, el equipo de Trembanis descubrieron un cráter de 56 metros de profundidad con una misteriosa forma oblonga.
Determinaron que se trataba de un cráter compuesto de dos colosales explosiones: Castle Romeo, la primera bomba termonuclear detonada, y Castle Bravo, una bomba de 15 megatones que significó la mayor explosión realizada por EE. UU.