A 3.884 metros sobre el nivel del mar, se encuentra la localidad de Juli en Puno. Es un pueblo sumergido en el olvido, poco apreciado, pese a la riqueza cultural que atesora este pueblo denominado la “Pequeña Roma de América”.
El obispo de la Prelatura de Juli, Ciro Quispe López, relata que Francisco Pizarro llegó a territorio del imperio Inca en 1535, junto a él llegaron los españoles, y en 1534 ya había misioneros en el Altiplano.
Los primeros en llegar fueron los Dominicos (1534) y luego los Jesuitas (1576). La evangelización en Sudamérica inició en Juli. Según Ciro Quispe, los misioneros simbólicamente construyeron y reprodujeron los templos principales que están en Roma. Las basílicas principales son iguales a los templos San Pedro, Asunción, San Juan de Letrán y Santa Cruz de Jerusalén.
Actualmente, el templo San Pedro es el único en el que se ofician misas, mientras que San Juan de Letrán y Nuestra Señora de la Asunción quedaron en calidad de museos. Santa Cruz de Jerusalén espera que devuelvan todo su esplendor. Monseñor Ciro Quispe, dijo además que desde Juli se inició con la evangelización, y los misioneros de Juli bajaron a los actuales territorios de Bolivia, Uruguay, Paraguay y Argentina, llevando la música, la cultura y el evangelio. Estos cuatro templos no solo reprodujeron sus nombres de las principales iglesias de Roma, sino que también se copiaron parte de su arquitectura.
Detalles. La iglesia de San Pedro Mártir es de estilo barroco colonial. En su interior se observan bellos cuadros de las escuelas española y cusqueña, además de la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción. Foto: Juan Carlos Cisneros/ La República
Juli atesora una riqueza cultural. Aquí ha vivido el más grande pintor de Sudamérica, el jesuita Bernardo Bitti, quien ha sido el fundador de la escuela cusqueña.
Custodio. Obispo Ciro Quispe es el encargado de la prelatura de Juli. Conoce toda la historia de la Pequeña Roma de América. Foto: Juan Carlos Cisneros/ La República
Obras. El templo de San Pedro fue construido por los Dominicos (1565-1567). La obra la finalizaron los Jesuitas cuando llegaron al lugar. Foto: Juan Carlos Cisneros/ La República