El Perú centralista, racista, soberbio, ese que siempre mira a los provincianos por sobre los hombros, ignoró los pergaminos de don Julio Rosales.,Hace unos días falleció uno de los más grandes músicos andinos de todos los tiempos y aquí en nuestra Lima solo hubo mutis, indiferencia, desconocimiento total. El Perú andino lamentaba el silencio del maravilloso saxo de Julio Rosales Huatuco (87), pero el Perú oficial lo ignoraba. Si se buscaba su nombre en las redes sociales hubiéramos visto cuánta tristeza causó su pérdida. En YouTube se replicaron sus hermosas tunantadas. En sus funerales, todo era música y pesar. Pero el Perú centralista, racista, soberbio, ese que siempre mira a los provincianos por sobre los hombros, ignoró los pergaminos de don Julio Rosales. Pese a ello, por los bellos cantos de su saxofón, este jaujino ya está junto a grandes de la música andina como Zenobio Dagha, Emilio Alanya, Flor Pucarina, Picaflor de los Andes, a quienes acompañó. Otro hecho. Hace unos días un diario local publicó una entrevista a la lideresa social Sofía Carrillo, orgullosamente negra. Las redes sociales rebalsaron de insultos y burlas en su condición de mujer, feminista y afrodescendiente. “Dónde está su puesto de anticuchos?, escribió Manuel Tenorio, creyéndose ocurrente. “Qué gorila”, insultó Narcisso Robertino. “Pobre frita”, dijo Jair Cuba, sin ruborizarse. “Llévenla al pabellón de quemados”, anotó Hugo Sarmiento. “Algo peor que las feminazis? Las AFROfeminazis”, sostuvo, orondo, Gustavo Francia. "Como que ya son las 12”, se ufanó Miguel Linares. “Vuelvan a su continente”, soltó Gian Quispe. Sofía les contestó con altura y dignidad. Dijo que sí, que no se debe ocultar, hay que poner en evidencia todos estos comentarios, indignantes, repulsivos. Y propuso acciones para el Estado, como que el Congreso apruebe la Ley contra el Racismo. Y reafirmó su feminismo negro, ese que avanza, que no se detiene. Sí pues, se nos acerca el Bicentenario. Y miren cómo estamos. Con gente que se siente orgullosa en el insulto, en la ignorancia, en la indiferencia, en el mutis, en la triste condición del que discrimina y se alegra por ello. Qué lindo Bicentenario, ¿no?