A Kenji le ha dado por el manga en Twitter. Dibujado con su traje de Uma Thurman homenajeando a Bruce Lee en Kill Bill, el heredero —también le ha dado por identificarse con el Rey León— ha hecho un gesto grotesco: hacer circular la imagen de un Fujimori (él) con una espada ensangrentada en la mano y una lista con nombres tachados (¿desaparecidos?) en la otra. Pero ha habido más. La imagen de sus “Avengers” pone los pelos de punta. Y no, lo peor no es meter personajes de DC en el universo Marvel, sino meter a personajes como Bienvenido en el espectro de lo heróico. Sí, el mismo que dijo que leer causaba Alzheimer. O a la señora que acusó a las mujeres de provocar los asesinatos machistas. Todos estos gestos dirigidos a ese “elector joven” que votaría hipotéticamente por él en 2021, no hacen sino constatar lo lejos que está el hijo del ex dictador de la juventud del país, en gran parte representada por aquellos que se manifiestan en las calles en contra de la liberación de Fujimori y del regreso de su casta al gobierno del Perú. A todos ellos, Kenji —ese eterno infantilizado— parece decirles: “no protestes, mejor mira estos dibujitos en los que te restriego mi megalomanía, pero en tu propio lenguaje de pulpín desorientado”. Y hay una última estampa, la de Kenji y su padre sentados pescando en un paraje de reminiscencias orientales y ataviados de ropas japonesas. Snif, snif. A mí incluso me ha hecho pensar en El viaje de Chihiro, la película de Miyazaki en la que una niña intenta escapar de un pueblo pesadillesco, salvar a su padres —convertidos en unos horribles cerdos— y volver a su mundo. Salvo que en la vida real los cerdos difícilmente se convierten en personas. Y el mundo que añora el dulce Kenji es nuestra pesadilla.❧