Reconocimiento. Marco Jomeque fue el primero en ingresar ayer al interior de la siniestrada galería. Gisell Robles, su padre y su esposo también combatieron el fuego.,Bomberos: héroes civiles que nunca se rinden,Bomberos: héroes civiles que nunca se rinden,Cuando reciben el aviso, tienen que dejar a sus familias y ocupaciones y correr a sus cuarteles. Allí los esperan los trajes estructurales, sus cascos y sus botas, muchas veces raídos. Con más corazón que recursos, salen a combatir incendios, sin cobrar por lo que hacen, día y noche. Marco Jomeque Zela fue uno de los primeros bomberos que ingresó ayer al interior de la devastada galería Nicolini, cuando aún el fuego había sido controlado en un 70 por ciento y vivió ese horror. PUEDES VER Bomberos logran ingresar a la galería Nicolini en busca de los desaparecidos [FOTOS] “Cuando llegamos el primer día (jueves), nos encontramos con 400 metros lineales de fuego. Era un infierno, imposible entrar”, recuerda Marco. Primero en entrar Ayer, la historia fue distinta para este hombre que tiene dos hijos y que lleva ocho años como bombero en la compañía Garibaldi 7. Casi al mediodía ingresó por una de las puertas laterales. “A medida que fuimos entrando íbamos encontrando regados spray de pinturas, solvente, fierros retorcidos, material inflamable y humeante. El humo aún era penetrante. Al fondo del pasadizo se veía claridad por debajo de una puerta, pero no era luz, era fuego”, señala. “Sigues y sientes cosas que se desplomaban. Es inexplicable todo lo que sentí en ese momento. No lo puedo poner en palabras”, señala, agotado por el duro trabajo. “Fuerzas para todos mis colegas bomberos que están trabajando en estos momentos y nunca se rinden”, subraya y se sienta. “Mi esposa me preguntaba dónde estaba”, bromea. Anoche por fin durmió en su cama. Una familia feliz La historia de Gisell Robles (40) es única. Su esposo, Gonzalo Palomares Vargas y su padre, Daniel Robles, también son bomberos. Los tres estuvieron participando en las tareas de sofocar el incendio en esta galería. Gisell tiene una hija de seis años y nos cuenta que, luego de 48 horas de iniciarse el incendio, recién se pudo comunicar con ella. Esta bombero pertenece a la compañía 83 San Miguel. ¿Qué tipo de bombero es Gonzalo? “Dedicado, muy correcto”, dice Gisell. ¿Y como esposo? “Exactamente igual, colaboramos permanentemente entre nosotros”. Gonzalo, a la misma pregunta y con los ojos humedecidos, responde: “Nunca haría nada sin ella”. “Ser bombero no solo es apagar fuego, hay muchas cosas en las que se tiene que estar capacitado”, nos dice con firmeza. Ella opera la escala telescópica de su unidad. Estamos destruidos por dentro. Simulamos ser fuertes y estar bien, es lo que me enseñó mi padre. Créame que hicimos hasta lo imposible por rescatar a esos chicos (atrapados en el contenedor). Ahora hay gente que en las redes sociales nos culpa y nos insulta. Eso es injusto”, señala. Valor y solidaridad Stephany Crespo tiene 24 años, cuatro de ellos dedicados al cuerpo de bomberos. Ella tiene una niña de un año y medio de nacida. “Voy a continuar hasta que el cuerpo lo permita”, dice muy decidida. La República fue testigo de que mucha gente quedó conmovida por las muestras de valor y solidaridad de estos hombres y mujeres que lo dan todo a cambio de nada. Fueron tres días de lucha incansable contra el fuego.