Infiernos. Fábrica de plásticos fue consumida anoche por un incendio cerca del Infiaeropuerto. Más temprano una galería ardió en Jr. Andahuaylas.,La muerte rondó en el Callao y en Mesa Redonda,La muerte rondó en el Callao y en Mesa Redonda,La muerte rondó en el Callao y en Mesa Redonda,La muerte rondó en el Callao y en Mesa Redonda,El fuego y la espesa humareda trajeron ayer el recuerdo de aquella jornada trágica de diciembre del 2001. Primero en Mesa Redonda, y luego, en la noche, en el Callao. Por suerte, esta vez las llamas no se llevaron ninguna vida; la rápida respuesta de los Bomberos y la Policía lo evitó. PUEDES VER Incendio en Mesa Redonda: Drone muestra gravedad del daño en galería "La Cochera" [VIDEO] En el caso del Callao, se trató del incendio de una fábrica de plásticos ubicada entre las avenidas Bocanegra y Japón, situación que obligó al envío de 70 unidades de bomberos, el cierre de calles y la evacuación de los ocupantes de las casas vecinas. La emergencia se inició a las 8 de la noche. A esa hora los vecinos avisaron que la fábrica de plásticos Pamolsa era devorada por un incendio. Los bomberos tuvieron dificultades para sofocar la emergencia por falta de agua. Las llamas podían verse a varias cuadras. Se temía incluso que el aeropuerto fuera cerrado, lo cual fue descartado por Luis Rivera, gerente general de Córpac, quien aseguró que los vuelos en el terminal Jorge Chávez no se habían visto afectados por la densa humareda ni el olor a quemado. “Todo está normal”, afirmó. No obstante, el fuego sí aterrorizó a los vecinos de las avenidas Japón y Bocanegra, quienes se vieron obligados a salir de sus casas en busca de seguridad. Hasta el cierre de esta edición, los bomberos continuaban luchando contra las lenguas de fuego. Se supo que más de la mitad del local industrial fue afectado, aunque no hubo heridos. Y aunque el fuego no continuó avanzando, los bomberos no bajaron la guardia. Mesa Redonda Varias horas antes, a las 9 de la mañana, el Centro Comercial ‘La Cochera’, ubicado en la cuadra 9 del jirón Andahuaylas, fue escenario de una emergencia similar. A esa hora ingresaban los primeros compradores de productos de ferretería. De pronto, alguien alertó que salía humo de uno de los ambientes donde se había estado soldando una puerta, y de inmediato se comunicó a los bomberos del Cercado. Los hombres de rojo acudieron sin demora, pero tardaron en llegar al cruce de los jirones Andahuaylas y Cusco porque los ambulantes hacían difícil el acceso. Las latas de aerosol, pintura, terokal, disolventes y envases de plástico que allí se vendían alimentaron el fuego y en poco tiempo las llamas alcanzaron otras tiendas y niveles superiores. Al ver que el fuego se extendía, los brigadistas de las primeras cuatro unidades de bomberos que llegaron a la zona pidieron apoyo, pues notaron que no podrían solos. Los estrechos pasillos, la abundancia de material inflamable y la poca presión de agua hacían difícil su trabajo. “En la zona hay grifos contra incendios, pero ninguno trabaja bien”, comprobó en ese momento el comandante de bomberos César Leigh, mientras dirigía a los grupos que llegaban para sumarse a la emergencia. Poco a poco, más unidades de emergencia fueron llegando para combatir el siniestro. De igual manera, una gran cantidad de comerciantes se congregaban preocupados por su mercancía, y familiares de trabajadores que no respondían a los llamados. “Mi esposo está ahí, ¡déjeme pasar!, han sacado a una persona en camilla, quiero saber si es él”, rogaba entre lágrimas una mujer al personal policial. Su ingreso, sin embargo, no era posible. Desde que el incendio fue catalogado con nivel 3, es decir, de gran magnitud y posible expansión, se ordenó a los efectivos del orden formar una cadena de seguridad a fin de evitar cualquier tipo de accidente. Al principio los comerciantes no quisieron obedecer esta orden. Preocupados por lo que pudiera ocurrir en sus tiendas, se negaban a dejar que la mercadería comprada a crédito se malogre sin antes intentar salvarla del fuego y del agua. Explosiones y amenazas La gran cantidad de material inflamable dentro de la galería hacía imposible controlar el siniestro. Pero no era esa la única preocupación que tenían los bomberos en ese momento. En muchas de las tiendas habían encontrado balones de gas. Algunos sellados, otros no, pero la cantidad en ese momento era más que preocupante. De pronto empezaron las explosiones. Una, dos, tres y hasta cuatro se registraron en menos de 10 minutos, y solo un rato después otras dos encendieron las alarmas entre el personal presente. El fuego, además, llegaba a las paredes vecinas. A la izquierda, la galería ‘Mina de Oro II’ se llenaba de humo. Allí, dos personas fueron evacuadas por el Servicio de Atención Móvil de Urgencias (SAMU) del Ministerio de Salud luego de caer al suelo con asfixia. Eran Henry Mariano Gómez Mendoza (19) y Lizbeth Asunción Recoba (34), ambos trabajadores del local. Al lado derecho, un edificio de seis pisos que almacenaba juguetes, libros infantiles y otros objetos inflamables era rodeado por el fuego. Con ayuda de los bomberos y efectivos PNP, algunos comerciantes ingresaron al predio para salvar su mercancía, pero poco pudieron hacer ante la cantidad de humo que inundaba los ambientes. Entre esas personas estaba una anciana que suplicaba que alguien salve sus productos. Durante las casi cuatro horas que duró el incendio, permaneció viendo cómo su almacén era consumido por el fuego. “Dios, por favor, que esto se acabe”, se le escuchaba suplicar, mientras era consolada por un trabajador. Mientras eso ocurría en la primera planta del edificio en llamas asentado en el interior de una quinta que se ubica en el 979 del jirón Andahuaylas, afuera era auxiliado un trabajador. Su nombre: Jesús López Ramos, de 43 años, supervisor del personal de serenazgo de la municipalidad de Lima quien se encontraba apoyando en la evacuación de los habitantes de los predios aledaños. Peligros internos Para ese momento ya eran 38 las unidades de emergencia que trabajaban para apagar el siniestro, con un total de 160 bomberos. Desde la Municipalidad de Lima, Christian Rosenthal, gerente de Fiscalización, indicaba que la galería tenía vigente un certificado de Defensa Civil. Y el subgerente de esta unidad, Mario Casaretto, aseguraba que el local contaba con todas las medidas de seguridad. Una afirmación alejada de la verdad, pues según el comandante de bomberos voluntarios, César Leigh, dentro del recinto, las medidas de seguridad no eran las adecuadas: “El sistema eléctrico estaba expuesto. Los cables y tomacorrientes no eran los adecuados para un local como este”, dijo. Hacia las 2 de la tarde, cuando se controló el siniestro, se comprobó que 18 tiendas habían resultado afectadas.