Trata de personas. A esta zona minera de Madre de Dios, donde reinan la informalidad y la ley del más fuerte, llegan cada semana jovencitas de todas partes del país. La mayoría contra su voluntad. Salir de ahí es casi imposible, pues deben pagar altos precios por su libertad. Y huir podría significar la muerte.,En ‘La Pampa’ la libertad es una mercancía,En ‘La Pampa’ la libertad es una mercancía,En ‘La Pampa’ la libertad es una mercancía,En ‘La Pampa’ la libertad es una mercancía,Fernanda tiene 19 años y poco más de una semana en 'La Pampa'. Al cabo de unos minutos cuenta que está asustada, pero se esfuerza en sonreír y llega a la mesa con dos cervezas heladas. Se sienta en medio de cuatro desconocidos y se presenta. No parece intimidarse por estas personas que dicen ser comerciantes y que acaban de ingresar al bar donde trabaja contra su voluntad. De a pocos, va resignándose a su nueva vida. –¿Eres de acá? PUEDES VER Bagua: Población indígena recordó el “Baguazo” en la "Curva del Diablo" –No, soy de Chanchamayo, pero vivo en Lima desde niña. –¿Y cómo llegaste acá? –Ufff, es una larga historia. En efecto, su historia es larga como los días de encierro que pasa en medio de la selva de Madre de Dios, donde no recibe visitas y solo tiene permiso para salir a caminar poco más de media hora. Larga, como los 1700 kilómetros que la separan de su familia en San Juan de Lurigancho, en Lima, por lo que se desanima a escapar y pedir ayuda. –¿Si salgo de acá, adónde voy a ir? En esta zona no conozco a nadie. Además, tengo miedo de lo que me puedan hacer si me atrapan. –¿No quieres que llamemos a la Policía? –No, eso solo empeoraría las cosas... ¿Eres policía? Miedo que enmudece En 'La Pampa', la zona de minería ilegal e informal más grande y difícil de controlar en Madre de Dios, no solo son mal vistos los policías, también los periodistas, los fiscales y cualquiera que intente conocer e informar sobre los problemas sociales que se presentan en la región, donde el oro lo compra todo, incluso la libertad y el valor de las personas. Fernanda es consciente de su situación, sabe que las condiciones en las que permanece en 'La Pampa' no solo van contra la ley, sino que denunciar lo que ocurre podría costarle la vida. Ella es víctima de trata de personas, un delito que no muchos conocen y que los expertos califican como "invisible", debido a la dificultad para identificarlo. En su caso, una agencia de empleos en Lima le ofreció un trabajo como mesera con un salario de 3 mil soles mensuales, pero acabó en uno de los bares del llamado "shopping center" de 'La Pampa', un barrio comercial ubicado a ambos lados de la Carretera Intereoceánica, entre los kilómetros 108 y 110 de esta vía, en el distrito de Inambari. El lugar donde nos recibe es conocido como 'El Faraón', el bar más grande y frecuentado de la zona. Como el resto de locales, funciona todo el día y es vigilado por sujetos armados que rondan las calles a pie y en motos lineales. Tras su fachada roja de madera, trabajan más de 40 chicas, muchas de ellas en las mismas condiciones que Fernanda. Pero a pesar de lo que muchos creen, los bares de 'La Pampa' no son precisamente burdeles. Los dueños y administradores son muy cuidadosos con eso. Dentro del local no se ejerce la prostitución, las chicas solo se dedican a 'fichar' clientes, es decir, acompañar, bailar con ellos y hacer que compren cerveza. "Acá te pagan por cada botella que vendes. Pero también te descuentan si se rompe una o si el cliente no toma nada. A mí siempre me gustó más bailar que tomar cuando iba a las discotecas, pero acá tengo que tomar y a veces hay hombres que se sobrepasan. Eso me da miedo porque se emborrachan, se pelean, rompen vasos, botellas y una es la que paga pato", asegura. Atrapadas sin salida Para las autoridades que investigan el delito de la trata de personas, la modalidad con la que fueron captadas Fernanda y la mayoría de chicas en 'La Pampa' es conocida como "el enganche". Esta se basa en un sistema de deudas y multas con el que se crea un círculo vicioso, muchas veces interminable para la víctima. "Los tratantes invierten en el pasaje, en la estadía y la alimentación de sus víctimas. Les prometen un buen sueldo, les ofrecen lo mejor, pero una vez en el lugar retienen sus documentos y las amenazan. Mientras no devuelvan lo invertido, ellas son sus prisioneras. Solo cuando juntan el dinero suficiente se pueden ir", explica el coronel PNP Freddy Castillo, jefe de la Dirección de Investigación de Trata de Personas (Dirintrap). Sin embargo, esto no siempre ocurre y son pocas las víctimas que logran comprar su libertad. Muchas de las jóvenes y adolescentes que llegan a 'La Pampa' nunca terminan de pagar su deuda, porque esta crece con el tiempo. Las sanciones por botella o vaso roto, por no cumplir con un mínimo de cervezas vendidas o, peor aún, por intentar escapar, hacen que la deuda sea imposible de saldar. "Si intentas huir y te atrapan, debes pagar 500 soles", comenta Fernanda. Así cuesta el perdón en 'La Pampa', pero eso es solo la primera vez. Un segundo intento puede costar 1000 soles y varios días de encierro y maltrato. Alguna chica con menos suerte podría incluso acabar degollada en una fosa en medio de la selva. Fernanda todavía no sabe eso, o tal vez sí. –¿Has intentado escapar? –No. –¿Quieres que te ayudemos? –¿Cómo? –Tenemos un carro afuera. –¿Y adónde me llevarían? –A una comisaría. –No. Ya te dije. Ellos te ubican rápido. Tienen contactos en la policía. Camino sin retorno Para la investigadora social Carmen Barrantes, de la ONG Terres des Hommes Suisse (Tierra de Hombres Libres), así se inicia el camino de estas jóvenes hacia la prostitución. "Al sentirse endeudadas, son incitadas a ejercer la prostitución para ganar más dinero. El problema es que muchas se acostumbran, porque encuentran una manera de generar ingresos, una oportunidad de progresar", señala. Pero el drama de las víctimas no termina ahí. Para Barrantes, incluso cuando son rescatadas en los operativos realizados por la Policía y el Ministerio Público, deben enfrentarse a una realidad hostil, tanto o más que la que viven en los bares y campamentos de minería ilegal. "El problema no es solo el delito en sí, es necesario volver a abordar la trata en el marco de las políticas de género y de violencia contra las mujeres, porque muchas son juzgadas y revictimizadas en los centros de atención adonde son enviadas (las menores), donde no existen las condiciones adecuadas para readaptarlas a la sociedad", comenta. Esta realidad la expone en su investigación 'Protegidas o Revictimizadas', publicada en 2016, año en el que se registraron 16 evasiones de adolescentes de los centros de atención, una violación e incluso un suicidio. Salimos de 'La Pampa' con el pesar de no haber convencido a Fernanda, que en realidad no se llama así. En la segunda parte de la incursión contaremos el drama de otras Fernandas. En abril se lograron las dos primeras sentencias En abril, la Fiscalía Especializada en Trata de Personas de Madre de Dios, dirigida por el fiscal provincial Luis Alberto Sánchez, logró las dos primeras sentencias condenatorias por este delito en la región. Las personas condenadas son Clorinda Huahuasoncco Huarancca y Jaquelin Apaza Quina, ambas con penas de 12 años de prisión. Desde la creación de esta Fiscalía, en setiembre del 2015, se han ejecutado en Madre de Dios 89 operativos, la mayoría en la zona de 'La Pampa' y 'Mazuko', logrando rescatar a 448 víctimas. Sin embargo, a pesar de la lucha frontal que sostiene, las mafias de la trata continúan operando apoyadas por la minería ilegal. "La minería ilegal es el principal problema, el motor que impulsa la trata de personas en la región. 'La Pampa' es la zona de ingreso a otros campamentos mineros que funcionan en la zona de amortiguamiento de la reserva de Tambopata, pero hay incluso un campamento llamado 'Azul', que funciona dentro de la reserva. Estas son zonas de difícil acceso, donde mantienen a menores de edad, no solo con fines de explotación sexual, sino también laboral. Para ingresar se requiere de un gran despliegue y trabajo de inteligencia previo", explica Sánchez.