amor sin medida. Muchas madres que llegan de provincias pasan en este nosocomio las fechas importantes.,La vida sacrificada de las madres del Hospital del Niño de Breña,La vida sacrificada de las madres del Hospital del Niño de Breña,La vida sacrificada de las madres del Hospital del Niño de Breña,Patricia Osores llegó de Huancayo con una misión: seguir de cerca la atención que recibe su hijo Daniel Santa Cruz en el Hospital del Niño, tras sufrir una infección cerebral que le impide hablar y movilizarse desde hace cuatro años. A su llegada en 2012 y sin saber una palabra en español, Patricia tuvo dificultades para hacerse entender por el personal de salud del hospital, pero gracias a las enfermeras que cuidan diariamente a Daniel pudo aprender a comunicarse. Con el apoyo de voluntarias del hospital ahora está aprendiendo a leer y escribir porque, según dice, quiere conocer más sobre el estado de salud de su hijo. "Los doctores no me dicen si mi hijo va a volver a caminar". Patricia vive en un cuarto alquilado que paga con la ayuda que le brindan sus otros seis hijos que viven en Huancayo. Ella permanece en el Hospital del Niño desde las 8 de la mañana hasta las 7 de la noche. ¿Qué hace todo ese tiempo? Se ocupa de cambiarle el pañal, darle de comer, lo carga y pasea en una silla de ruedas. Aunque Daniel no puede hablar, mueve su rostro cuando su madre le susurra al oído. Este domingo pasará el Día de la Madre en el hospital, al igual que cientos de madres que llegan desde provincias. En el servicio de Nefrología de este hospital es conocida la señora Maricruz Álvaro. Ella vive en el distrito de Santa Anita y tres veces a la semana viaja hasta Breña en microbús llevando en brazos a su hijo Alexander, de 16 años, que padece de escoliosis e insuficiencia renal crónica. Su vida depende de una máquina que le ayuda a limpiar su sangre debido a que sus riñones están enfermos. El niño recibe hemodiálisis desde las 7 hasta las 11 de la mañana los lunes, miércoles y viernes. Maricruz saca fuerzas de donde no las tiene para cargar a su pequeño que pesa 26 kilos. Ella es madre soltera y se gana la vida trabajando por horas en un taller de confección. "Su padre nos abandonó cuando se fue a Argentina", recuerda. Madres de blanco Este Día de la Madre también es justo reconocer la labor sacrificada de enfermeras y médicas que viven a diario la evolución de sus pacientes. Genara Aranda, técnica de hemodiálisis, es considerada como 'el ángel' del servicio de Nefrología. Desde hace 22 años trabaja en este servicio entregando amor a los pacientes que necesitan hemodiálisis. Ella pone en funcionamiento las máquinas, conecta los filtros, verifica que todo esté preparado cuando lleguen los pacientes a partir de las 7 de la mañana. Los pacientes, entre niños y adolescentes, reciben hemodiálisis por varias horas. Para robarles una sonrisa, Genara organiza los cumpleaños de todos los pacientes y ella misma compra los globos, torta y celebra con todo el personal. Y cuando llega Navidad hace colectas para comprar los regalos. "Son como mis hijos, juego o converso con ellos", manifiesta entre lágrimas. Hay enfermeras que nunca fueron madres, pero se entregan totalmente a sus pacientes como si lo fueran. Gloria Peña, del servicio de Neumología, trabaja en el hospital desde el año 81. Y a lo largo de este tiempo ha sido testigo de la recuperación de sus pacientes que logran curarse de la tuberculosis. "Mi mayor satisfacción es que el niño se sienta acompañado y querido para que vuelva pronto a casa".