Graves secuelas. Ana López puede estar de pie solo 20 minutos y Fernanda Laverde tiene paraplejia. Ambas recuerdan aquella terrible noche de febrero cuando Eduardo Romero llegó a la discoteca Zeven y mató a tres personas e hirió a otras diez.,Ana y Fernanda, las otras víctimas del pistolero de Independencia,Han pasado casi tres meses desde aquella noche en que Eduardo Romero Naupay ingresó con dos pistolas al centro comercial Royal Plaza, en Independencia, y disparó contra todo el que se cruzó en su camino. Cuatro personas murieron esa noche, y una más a los pocos días. Pero no fueron las únicas víctimas: otras 9 personas quedaron heridas antes que Naupay cayera abatido a manos de un efectivo de la Policía. PUEDES VER: Asesino de Independencia compró municiones a empresa intervenida por la policía Las secuelas de aquel atentado, al que algunos medios titularon como la "Matanza en Independencia", las llevan hoy dos jóvenes que luchan por recuperar la vida que llevaban antes de recibir los disparos que inexplicablemente soltó Romero Naupay. Para ellas el tiempo ha pasado lento, los dolores aún no cesan y el apoyo que les prometieron todavía no llega. Ana López y Fernanda Laverde Ramírez representan hoy la lucha ante una adversidad que ni en su peor pesadilla contemplaron. Ninguna tiene más de 30 años. Cambio drástico "Mi vida ha dado un giro de 180 grados. No puedo mantenerme en pie más de 20 minutos. Ni siquiera puedo atender a mis propios hijos", cuenta entre lágrimas Ana López, mientras intenta acomodarse en un sillón de su sala de la manera menos dolorosa posible para su espalda. Todos los días ella debe salir en silla de ruedas. Necesita tener a una persona a su lado para trasladarse de un punto a otro. No puede trabajar y, aunque desde la discoteca donde laboraba aún le llega un abono mensual, el negocio de venta de ropa al que dedicaba la mayor parte de su tiempo como emprendedora ha colapsado. "Ya no puedo hacer las entregas. Mi pequeño negocio se estancó", señala. Ana recuerda perfectamente la noche del 17 de febrero. Ella coordinaba junto a Fernanda la instalación de un banner publicitario en la discoteca Zeven, trabajo que ambas mantenían ya hacía un tiempo, cuando de pronto vieron que Eduardo Romero se resistía a la revisión general que el guardia de seguridad realizaba a los ingresantes. Romero Naupay, molesto, sacó de su mochila una pistola y arremetió contra las personas más cercanas. Impactadas, Ana y Fernanda corrieron para esconderse, pero no pudieron escapar. La primera llegó hasta la barra de licores después de sentir un "fuerte golpe en la espalda". Fernanda, por su parte, cayó de rodillas, temerosa de lo ocurrido. "No recuerdo en qué momento nos separamos. Mi mente se centró en llegar a la barra para esconderme", narra Ana, quien, luego de ser sometida a intensas intervenciones médicas para salvarle la vida, perdió el riñón izquierdo y parte de los intestinos. Terrible desgracia Aterrada, Fernanda esperó que todo pase en un espacio cerrado. Romero Naupay la vio, se paró detrás de ella y le disparó sin contemplaciones. La bala atravesó su omóplato, sus pulmones y su médula espinal, dejándola tendida en el suelo sin poder moverse. Ella fue llevada a la clínica Jesús del Norte, donde se mantiene hasta el día de hoy. Allí, pocos días después de las operaciones, el diagnóstico médico revelaría una verdad que nadie en su familia quería escuchar: Fernanda tendría paraplejia permanente. Cerca del 70% de su cuerpo ha perdido sensibilidad. "Solo siente del pecho para arriba. Puede mover sus brazos con dificultad y aún le cuesta hablar. Tiene dolores fuertes en toda la columna. Con mucho cuidado, debemos moverla cada dos horas en bloque, primero a un lado, luego al centro y después a otro lado, para así evitar las escaras (heridas en la piel por falta de circulación)", cuenta su hermana Romina. Fernanda tiene 28 años. Sus hermanas cuentan que era una joven alegre, divertida y, sobre todo, trabajadora. Por mucho tiempo fue el sustento de sus padres. Ahora, ellos han llegado desde Huacho para cuidarla como durante años ella los cuidó. Algunas de sus hermanas han renunciado a sus trabajos para dedicarse a atenderla. Siempre con sumo cuidado, porque el dolor de las lesiones aún es intenso. "De los tres disparos que recibió, ella todavía tiene una bala alojada en la parte baja del antebrazo. Otra bala le rozó la boca rompiéndole los dientes delanteros. A veces está tranquila, pero tiene recaídas. A mi hermana le han malogrado la vida completamente", continúa. Durante esas recaídas, la familia de Fernanda intenta ser fuerte para consolarla y darle buenos ánimos, pese a las tristes palabras que ella menciona y las lágrimas que contagia. "Es mejor que Diosito me recoja", se le escuchó decir la última vez. La familia Laverde Ramírez no pierde la fe. En los últimos días han buscado ayuda para pagar la deuda que mantienen con la clínica, a fin de poder realizarle otros exámenes a Fernanda. El monto, no obstante, es difícil de cancelar. A ello se suma el nulo apoyo por parte de las autoridades que manejan el Centro Comercial y Financiaro Royal Plaza. Romina contó a La República que intentó sin suerte comunicarse con el gerente y dueño del emporio a fin que asuman parte de la responsabilidad por no contar con miembros de seguridad que garanticen la integridad de los visitantes, pero hasta el día de hoy no recibe respuesta. La discoteca Zeven los apoyó con el 50% de la deuda, pero quedan aún 33 mil 754 soles por pagar. "Pedimos apoyo al Ministerio de la Mujer y al Ministerio de Salud, mi hermana puede salir adelante. Necesitamos ayuda". Si usted, lector, desea colaborar, la cuenta de ahorros en soles en el banco Scotiabank es 059-7441971. Fernanda quiere volver a vivir. Aún guardan luto por su amigo César Tres meses después del incidente, Ana y Fernanda recuerdan a César Arellano Chumacero, el valiente vigilante que fue la primera víctima de Eduardo Romero Naupay. Al morir dejó en la orfandad a tres pequeños. Él era de Piura y había llegado hace algunos años a la capital para tratar de procurarles un mejor futuro a sus hijos. Además de Eduardo Romero Naupay, el protagonista de la masacre, fallecieron aquella noche de febrero Nicole Muñoz Peña, de 19 años, Susan Juárez (28) y César Arellano (32).