PERCEPCIONES. Estudio aplicado en colegios de cinco regiones del país revela falta de compromiso para vincularse con los problemas de la sociedad y sistema democrático. Entrevistas se aplicaron a maestros, padres de familia y escolares.,Juan Carlos Soto. Arequipa Vivir en el Perú no es fácil. Esa percepción se desprende de una investigación en 22 escuelas públicas de cinco regiones del país, donde se entrevistó a padres de familia, docentes y escolares del sexto de primaria y cuarto de secundaria. Los estudios efectuados por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y la Fundación Gustavo Mohme Llona tienen una conclusión crucial. Desde la escuela pública, la sociedad peruana es vista como peligrosa, violenta, conflictiva, discriminadora y desigual, y con altas dosis de desconfianza frente a las instituciones que representan el cariz institucional del Estado. Los encuestados en las escuelas de Arequipa, Ayacucho, Callao, Loreto, Lima y Piura respondieron que confían más en las Fuerzas Armadas e Iglesia, instituciones que no favorecen una democracia inclusiva, concluye Natalia González, una de las investigadoras del IEP que presentó el estudio en la ciudad de Arequipa. Del acto desarrollado en la Biblioteca Vargas Llosa, también participó la presidenta de la Fundación, Stella Mohme Seminario. González no minimiza la importancia de las FF. AA.; sin embargo, le parece lamentable que su peso sea superior al del Poder Judicial. Además, ese espaldarazo puede abrir otras puertas. Ante problemas sociales como la delincuencia, los ciudadanos no se interesan en soluciones democráticas como plantear mejores leyes ni programas para reeducar a los jóvenes, sino alternativas autoritarias: sacar a los militares a las calles y apresar a todos. Esa respuesta de los entrevistados se constituye en una reacción comprensible ante un Estado elitista históricamente desentendido de las mayorías, afirma González. RELIGIÓN ES PERSONAL Sin ánimo de cuestionar los credos religiosos para la investigadora también resulta terrible la confianza que depositan los entrevistados en la Iglesia. La Constitución y Estado de Derecho marcan la cancha en asuntos públicos, dice la entrevistada. Eso garantiza igualdad de derechos a los ciudadanos sean católicos, protestantes o mulsumanes. A la religión le corresponde el espacio privado y al Estado arbitrar en las relaciones sociales. El estudio también arroja el desinterés de participar en organizaciones políticas y sociales. Esa indiferencia tiene sus orígenes recientes. González lo atribuye a la guerra interna que vivió el país en los ochenta y la campaña de desprestigio contra los partidos políticos, acentuada durante el fujimorismo. EL INVIDUALISMO No solo se perdió el entusiasmo por los partidos, sino por aquellas organizaciones provincianas, los clubes culturales, literarios, sindicatos, que acercaban al ciudadano a la actividad pública. Hoy predomina el emprendedurismo traducido en la siguiente frase: “Yo solito con mi plata saco adelante a mi familia y no me importan los demás”. González no descarta que esa pérdida del sentido colectivo se atribuya al modelo económico que impera en el país desde los noventa. El liberalismo económico alentó el individualismo, la teoría de sálvese quien pueda. González coincide que el país es liberal a medias. Se privilegió lo económico, en cambio en igualdad de derechos predomina el conservadurismo. El peruano, dice, no debe rehuirle a lo colectivo. En función de grupo se puede alcanzar muchas conquistas, sobre todo, obligar al Estado a atender las demandas de la sociedad. Además, el estudio indagó en los encuestados sobre la democracia. La mayoría la identifica como igualdad de derechos ciudadanos. Otros sostienen que este sistema debe garantizar las mismas oportunidades sociales y económicas para todos. Para los investigadores, es llamativo que las nociones democracia pasen solo por exigir derechos y cumplir deberes. Sin embargo, esta no es percibida como participación o debate y cuyas ideas influyan en las decisiones de la autoridad. No todo es negativo en el estudio. Las opiniones de los entrevistados revelan un alto grado de confianza en la institución escolar. Las familias depositan sus esperanzas en ella para que sus hijos sean más profesionales y tengan mejores condiciones de vida. Piensan que el nivel no es tan malo como arrojan algunas evaluaciones internacionales. Para el IEP y la Fundación Gustavo Mohme, esta valoración es clave. Desde la escuela se puede introducir nuevos conceptos para formar mejores ciudadanos. ß