Una historia clínica por resolver. Joven que tras ser operada en el hospital Almenara por cálculos renales terminó con parte de las piernas y las manos amputadas demanda saber la verdad sobre su caso. Dice que no se rendirá hasta hallar justicia.,Sentada en el sillón del departamento que alquila en Los Olivos, Shirley Meléndez recuerda su infancia en el poblado de Huambo, en Amazonas. Un pueblo de apenas seis manzanas en el que todos se conocen. Un lugar en el que Shirley podía salir de casa sin preocuparse por cerrar las puertas. La niña de Huambo sentía confianza en el prójimo. PUEDES VER: Médico involucrado en negligencia contra joven presentó sus descargos Esa misma confianza es la que puso Shirley, a sus 25 años, en los médicos de EsSalud en Lima y que le costó la pérdida de sus manos y piernas hace cinco meses. A primera vista, pareciera que Shirley Meléndez no extraña sus manos. Su muñón derecho se posa sobre el touchpad de la laptop y accede con habilidad a las interfaces proyectadas en la pantalla, y sonríe al charlar a la distancia con sus antiguos compañeros de la universidad. No está sola en casa. La rodea otro grupo de amigos –de sus épocas de estudiante de administración– que la recuerdan como una alumna aplicada desde que llegó a la facultad de la universidad Villarreal, allá por el 2009. Esta virtud no fue exclusiva de su periodo universitario. Shirley recuerda que desde la primaria ya destacaba en el aula gracias a su dedicación. Menciona incluso que, pese a lo remoto que es Huambo, ella representó a la región Amazonas en un congreso sobre educación para las escolares de las zonas rurales. Y con el tiempo, Huambo y la misma región le quedaron cortos a esta joven que además llamaba la atención por su atractivo físico. Pese a que ingresó a la universidad nacional de la región, decidió un día hacer maletas y trasladarse a Lima, matricularse en una academia preuniversitaria, postular y continuar sus estudios en la universidad Villarreal. Tuvo éxito. Para poder solventar sus gastos en la capital creó una pequeña empresa que ofrecía la animación de fiestas infantiles, en la que la joven era la figura principal. También obtuvo empleo como modelo para algunas marcas. Shirley se describe como una mujer que busca tener siempre su tiempo ocupado. "No soy de las personas que se duermen". El inicio de la pesadilla Sus sueños iban concretándose poco a poco hasta que en enero de este año le diagnosticaron cálculos renales. Se sometió a tres operaciones en el hospital Guillermo Almenara y producto de la última intervención le dieron de alta el 2 de mayo. Diez días después regresaría al hospital de EsSalud al presentar anuria (incapacidad para orinar). Shirley recuerda que no sentía ningún dolor y las tomografías demostraron que todo se debía a la presencia de cálculos, los cuales supuestamente se habían eliminado en las tres operaciones. La solución que le dieron entonces fue colocarle, al día siguiente, un catéter para liberar el uréter, una intervención que, según le aseguraron a Shirley los urólogos del hospital, no le haría daño. El procedimiento se realizó sin mayores complicaciones en el tópico de urología. Dos horas más tarde, un dolor en la zona de los riñones aquejó a Shirley. El dolor se intensificó al punto que perdió el conocimiento, cerca del mediodía. Despertaría a las once de la noche a causa de los gritos del personal médico. "Esto se salió de control. ¡Hay que llevarla a UCI!", oyó apenas abrió los ojos. Al tratar de incorporarse sobre la camilla vio sus brazos hinchados, tanto que tenían el mismo grosor que sus piernas. Al día siguiente entró en shock séptico: su presión sanguínea bajó peligrosamente a causa de una infección bacteriana. Para contrarrestar su condición, los médicos de la Unidad de Cuidados Intensivos le administraron vasopresores, cuyo efecto colateral implica necrosar las manos y los pies. La aplicación de los fármacos, reclama la joven, se realizó sin autorización de sus familiares y, por desgracia, los tejidos de sus extremidades comenzaron a morir. El 5 de abril, el personal médico procedió a amputarle las manos y piernas, hasta las pantorrillas. Quince días después, Shirley abandonaba el hospital... sin una parte de sus extremidades y aún con los cálculos renales. Hallar la verdad "Lo importante es descubrir la verdad. ¿Dónde se originó la septicemia que complicó todo?", reclama Shirley. Y se responde: "En el tópico de urología del Almenara", un recinto que no cumple con las condiciones de higiene para la colocación de un catéter, el cual se contaminó en el camino entre su extracción del empaque y su colocación dentro de la joven. Lejos de deprimirse, a inicios de junio, Shirley se reunió con el directorio de EsSalud –encabezado por la presidenta Virginia Baffigo– y se le garantizó el apoyo médico integral y la entrega de prótesis. Se trató de un acuerdo verbal, recuerda, el cual espera se cumpla. Ha recibido un depósito de 1.700 soles, que se agotó con los primeros análisis. La joven de Huambo que vivió confiando nuevamente ve mellada su esperanza en la gente y asegura que, aunque le entreguen las prótesis prometidas, estas piezas de alta tecnología no se parecerán jamás a las manos naturales. "Cuando sienta cariño y quiera acariciar a una persona, no voy a poder hacerlo. Ninguna prótesis va a ayudarme a lograr eso", reflexiona. Shirley también se halla en cuenta regresiva porque necesita eliminar los cálculos de sus riñones. Desea salir de esta pesadilla para poder seguir con su vida. Y eso es porque sus deseos de continuar están intactos. Tiene muchos planes, uno de ellos es ayudar a las personas que pasan por situaciones similares a las de ella. "Deseo evitar que se repitan casos como el mío en el sistema de salud", refiere. Otro de sus planes es ser madre. Confiesa que tiene mucha ilusión, pero es un asunto que prefiere mantener en espera mientras deba luchar hasta lograr que en su caso se haga justicia.