Imagínense un PPK con aprobación menor a 10%.,Cualquiera que sea la razón principal que produjo el bajón, entre diciembre y enero, de once puntos porcentuales en la aprobación a Pedro Pablo Kuczynski en su gestión como jefe del Estado, es claro que la pérdida sostenida de respaldo que está sufriendo su presidencia desde su inicio constituye una pésima noticia para la perspectiva de la estabilidad política peruana. Once puntos menos en solo un mes, según la encuesta de GfK, revelada el domingo en La República, no es poca cosa ni debiera dejar de ser motivo de preocupación en Palacio de Gobierno, en donde se percibe una variedad amplia de asesoría en comunicación pero, por los resultados que se están observando, una escasa efectividad. PPK empezó su gobierno con 60% de aprobación y 14% de desaprobación, pero hoy, medio año después, el cuadro es bastante malo comparado con eso. Los que respaldan al presidente en enero son casi la mitad (35%) y los que no lo hacen se han multiplicado casi por cuatro (52%). La trayectoria declinante se empezó a acelerar en octubre pasado, pero es claro que, cada mes que pasa, las cosas se ponen peor para PPK. Algunos atribuyen su pérdida de aprobación al efecto del tremendo huayco Odebrecht/Lava Jato que arrasa con lo que encuentra a su paso, afectando no solo la popularidad del presidente PPK sino las de sus principales opositores. Así, entre enero y diciembre, Keiko Fujimori tienen seis puntos menos de aprobación; Verónika Mendoza, tres; Julio Guzmán, dos; Kenji Fujimori, siete y Alan García, cuatro (llegando a una popularidad en enero de solo 7%). La de Alejandro Toledo ya ni se mide. Pero una cosa es estar en la oposición y otra en el Gobierno. Es evidente que las encuestas de opinión no son ni debieran ser el referente de cuán bien lo está haciendo un presidente. Incluso, podría ocurrir que, al inicio del mandato, se tomen medidas impopulares que luego den sus frutos tanto en el campo de la efectividad de la política pública como en el de la retina del ciudadano. Pero también es cierto que una presidencia tan frágil como la de Kuczynski no puede darse el lujo de una pérdida excesiva de respaldo ciudadano, pues eso la expondría a la inclemencia de una oposición no muy perspicaz ni inteligente, pero sí muy brusca y fuerte. Imagínense, nomás, el escenario de fragilidad política que sería, a fin de este año, un presidente como PPK con una aprobación inferior al 10%.