El crecimiento económico no es un proceso lineal con velocidad constante, que se repite siglo tras siglo. En realidad, el progreso se produce mucho más rápido en algunos momentos que en otros. Prácticamente no hubo crecimiento económico por mil años hasta 1770. Hubo crecimiento lento en el siglo de transición antes de 1870. Hubo crecimiento rápido notable en el siglo que terminó en 1970. Y ha habido un crecimiento más lento desde entonces. Nuestra tesis central es que algunos inventos son más importantes que otros. Y que el siglo revolucionario que vino después de la guerra civil de EEUU fue posible por una conjunción única –a fines del siglo XIX– de lo que llamaremos “Grandes Inventos”. El párrafo proviene del nuevo libro del economista Robert J. Gordon(1), de EEUU. Su tesis central es que la causa del estancamiento del crecimiento económico en el mundo no es, únicamente, un problema de la mala aplicación de alguna política macroeconómica, de la enorme deuda de los bancos centrales de los países más grandes o del bajo crecimiento de China. Así, la “revolución” actual de la tecnología de la información (TI) no supera a los grandes inventos desde 1870 a 1970: la electricidad, la industria química y farmacéutica, el saneamiento urbano, los motores de combustión interna (autos, aviones y barcos) y la comunicación moderna. Según Gordon, los nuevos inventos abarcan una esfera estrecha y tienen que ver con el entretenimiento, las comunicaciones y el procesamiento de la información. Pero para el resto de las cosas –alimentos, vestido, vivienda, transporte, salud y condiciones de trabajo, tanto dentro y fuera del hogar– el progreso se ha vuelto lento desde 1970, tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. Esto se aprecia , sobre todo en el ritmo de avance de la innovación y el progreso técnico que se mide por la productividad total de los factores (PTF), que mide el crecimiento de la producción en relación con el de los insumos del capital y del trabajo. Dice Gordon que, desde 1970, la PTF ha crecido a solo un tercio de la tasa que se alcanzó entre 1920 y 1970. Por tanto, los nuevos inventos de la TI no tienen el mismo poder de impulsar el crecimiento. Esto se “tapó” con el crecimiento de China y se llegó a pensar que sería la nueva locomotora que jalaría toda la economía mundial. Pero eso no se ha dado. Y el bajón de la economía china tiene su explicación en que ya no puede exportar como antes, pues sus compradores ya no importan como antes. A lo que se agregan los “vientos en contra”, que harán que las tasas de crecimiento económico sean solo la mitad del 1.9% que se tuvo entre 1860 y el 2007. Estos son la demografía, la educación, la desigualdad, la contaminación energética del medio ambiente y la resaca de la deuda del gobierno y los consumidores. Dice Gordon que la actual desigualdad en EEUU, que favorece al 1% de la población puede provocar una caída de 0.5% por año por un período que puede durar varias décadas. Por lo tanto, hay que avanzar, sobre todo en materia de educación, cuya calidad ha caído en EEUU. También en la contaminación del medio ambiente. Y también en reducir la desigualdad creciente del 99% que impide el crecimiento de la demanda agregada. Este enfoque va más allá del “estancamiento secular” de economistas como Lawrence Summers y otros, quienes afirman que aún con una tasa de interés baja (e incluso negativa) la inversión no va a repuntar y, por tanto, tampoco lo hará el crecimiento económico. Visto con los lentes de Gordon la explicación es distinta. Finalmente, el enfoque de Gordon también aporta elementos importantes para explicar la creciente rebelión contra los tratados de libre comercio en EEUU. Recientes documentos(2) afirman con abundancia de datos empíricos que el empleo en EEUU ha caído fuertemente como producto de la deslocalización de la producción fuera de EEUU (fuga de la inversión hacia países más baratos). Esto era visto como algo deseable pues habría que contemplar las ganancias del mundo en su conjunto y no solo desde los estrechos puntos de vista de un país (EEUU) o una región. Esta afirmación se bate ahora en retirada pues, en lo político, los candidatos Sanders y Trump se manifiestan abiertamente en contra, mientras Hillary Clinton cambia su posición inicial de apoyo al TPP. Los inventos de hoy, entonces, ya no son los de antes. Y el proceso de globalización liderado por las transnacionales parece haber ido demasiado lejos. Suenan trompetas para frenar su avance. (1)El ascenso y caída del crecimiento americano, Princeton, University Press, 2016. (2)The China Syndrome: Local Labor Market Effects of Import Competition in the US, por David H. Autor, David Dorn, and Gordon H. Hanson.