El problema y oportunidad de un partido con futuro., Ojalá que el acto ‘de desagravio’ organizado anoche para Alan García no solo sea de agradecimiento por lo que hizo por el Apra sino, también, de despedida porque él es el principal responsable de la grave crisis del partido. Sin duda, el Apra le debe a García un agradecimiento por haberlo llevado, por su propio esfuerzo, dos veces a la presidencia, lo que no es poca cosa. Pero él también es responsable de haber convertido al partido en una organización anquilosada con un exceso de adulones a su servicio. Un líder le sirve a su partido mientras tenga capacidad de generarle votos para llegar al poder. Y en base a ese trato implícito fue que García construyó su relación con el Apra. Los apristas vivieron ilusionados durante la campaña 2016 por la promesa de que García, como el diez del equipo, voltearía el partido, mientras Idice era la droga para la barra brava. Ese trato se rompió el domingo 10 de abril a las 4 de la tarde, para frustración de los apristas, pues entonces vieron la triste realidad de un partido naufragando porque su líder había perdido la empatía que alguna vez tuvo con la ciudadanía. Por ser la figura más emblemática de una configuración política nacional que se cae a pedazos y que la ciudadanía quiere renovar, García perdió –tras cinco años de lucha intensa con el gobierno– la capacidad de arrastre de un partido a cuyos militantes trató con la punta del pie. Por su arrogancia, a García no lo quieren sino solo lo necesitan en el Apra, un partido mal manejado por una dirigencia atada al cargo de manera indebida, y rodeado por algunos malandrines que ofenden a los apristas honestos, que son la gran mayoría. Y eso es lo que el 10 de abril hizo explosionar en un partido aprista que él construyó a la exacta medida de su necesidad personal, únicamente a su servicio, pero no como plataforma de una colectividad. Por ello, esta gran crisis del Apra por el fracaso electoral también le ofrece al partido la gran oportunidad de renovarse a fondo, lo que implica modernizarse, despersonalizarse, institucionalizarse; volverse democrático en sus procesos y métodos; asumir la defensa de principios en vez de los intereses de sus dirigentes; ser una entidad viva y no solo de los vivos que llegan antes de la elección; enfocarse mejor para no quedar –como ahora– a la derecha de la Confiep; limpiarse de algunos hampones que ensucian el partido. Si el Apra logra eso a partir de esta crisis, le hará un gran favor a este gran partido pero, principalmente, a la democracia y la política peruanas.