La votación de 84 contra 2 aprobando el retiro del 95.5% de los fondos de las AFP –solo 72 horas después de la votación presidencial– ha sido recibida con entusiasmo en casi todas las tiendas políticas y buena parte de la población. Si bien hay elementos positivos en la norma, lo que prima, a nuestro juicio, son elementos negativos. Veamos por qué. Comencemos por el impacto en los ya jubilados. El dinero de sus aportes se divide así: S/ 1,537 millones ya no está en manos de las AFP sino en las compañías de seguros (el 60% del total) y unos S/ 1,000 millones forman parte del retiro programado que administran las AFP (1). Veamos ahora a los que van a cumplir 65 años este año. Según la SBS, cada año se jubilan 8,000 aportantes. Si el fondo promedio es de S/ 70,000 son S/ 560 millones que saldrían de las AFP. Podría ser un poco más. Ahora vienen los que ya cumplieron 65 años pero aún no se han jubilado, por diversas razones. Se calcula que son 10,000 y las AFP les tendrían que dar S/ 700 millones (10,000 x 70,000). Igual podría ser un poco más, pero también menos. Entonces, si todos los jubilados pidieran el 95.5%, las AFP tendrían que desembolsar, por una sola vez, S/ 1,000 millones de los ya jubilados y S/ 700 millones de los que aún no se han jubilado, pudiendo hacerlo. A lo que se suman S/ 560 millones todos los años por los “nuevos” jubilados. Los fondos totales de las AFP, a marzo del 2016, sumaron S/ 126,000 millones. Por tanto, grosso modo, las AFP destinarían solo el 1.5% para cumplir la “histórica” ley. Quienes sí van a sentir el golpe son las aseguradoras que pagan la “renta vitalicia”, pues los S/ 1,537 millones podrían ser reclamados “al toque”. Y sus bolsillos no tienen tanto fondo como las AFP. Ahora vamos al 25% de garantía para primera vivienda, a la cual podrían acceder 278,000 aportantes, según el Ministro de Vivienda Raymundo Dumler. Esta medida sí es altamente positiva, pero nada tiene que ver con lo anterior. Ojo que la garantía no implica un desembolso inmediato de la AFP: solo sucede si el aportante no paga al banco la cuota inicial en las fechas establecidas. Ahora al fondo del asunto. En todo el mundo existe la pensión para la vejez, lo que parte del reconocimiento de la cada vez mayor pérdida de facultades físicas y mentales. Es la ley de la vida. Y los Estados, como parte del contrato social, garantizan y/o promueven que sus ciudadanos vivan esos últimos años en condiciones por lo menos mínimamente aceptables para la dignidad humana. Con las AFP en 1993, se sacó al Estado de la foto y se dijo que “cada cual”, con “sus” aportes”, se ocuparía de “su” pensión de vejez. Con todos sus problemas, el sistema seguía siendo “previsional”. Eso sí, solo servía para el 20% de la población y los demás, informales, quedaban fuera. En los últimos años, además de la crítica al oligopolio AFP y sus enormes comisiones, apareció esta otra idea: “que a los 65 años me den toda mi plata y yo me ocupo de mi vejez”. Ese balazo a la previsión social es de necesidad mortal, pues supone que el individuo siempre toma las mejores decisiones y no necesita previsión alguna. Dicen que los peruanos son buenos ahorradores, olvidando que una cosa es construirse una casa en la plenitud de la vida y otra, muy distinta y opuesta, cuando ya se está en la bajada. Así, lo que era ahorro previsional para la vejez es ahora “ahorro forzoso” hasta los 65 años. Eso da pie a los liberales para ir hasta el final: “no al ahorro forzoso a ninguna edad, pues atenta contra mi libertad de decidir sobre mi dinero”. Este liberalismo extremo no se da en Europa ni en EEUU: no se les ocurre abolir el ahorro previsional en nombre de la libertad individual. Pero en el Perú se dice que los jubilados crearán microempresas, sin mirar las estadísticas: de cada 4 que se crean, solo una sobrevive (2). Además, ¿cuántos pedidos (familiares o no) recibirá el jubilado para el “buen uso” de su fondo? Todo no va a estar bien. Para terminar, las AFP van a seguir cobrando exactamente las mismas comisiones que antes a todos los aportantes, no pierden ni uno solo. Y ahora el jubilado “hace lo que quiere”. Ojo: tiene que firmar que no va a pedir nunca la ayuda del Estado ni la Pensión 65, pues “el libre mercado proveerá”. Esta es una clara victoria de un modelo de sociedad que hunde sus raíces con cada vez más fuerza en el imaginario de la población. Lo que hace cuesta arriba la batalla para reducir las desigualdades existentes. Pero igual hay que librarla. (1) http://elcomercio.pe/economia/negocios/asi-afectara-retiro-fondos-afp-aseguradoras-noticia-1894626 (2) https://www.inei.gob.pe/biblioteca-virtual/boletines/demografia-empresarial-8237/1/V