Martha Meier quiere meter a la cárcel a Rafo León., Esta columna es una alerta por un atropello a la libertad de expresión que estaría por perpetrar la jueza Susan Coronado Zegarra, a pedido de Martha Meier Miró Quesada, contra el periodista Rafo León. Resumo lo ocurrido: El 16 de julio del 2014 Meier escribió en El Comercio –cuando era editora central, directora de facto, y había convertido ese diario en un verdadero chiquero periodístico, algo que felizmente ya ha cambiado para bien– un artículo (‘El síndrome de Susy’) crítico de la persona y la gestión municipal de Susana Villarán. Seis días después, León escribió en la revista Caretas el artículo ‘¿Qué hacemos con la primita?’ también crítico sobre la persona y el artículo de Meier. En octubre de 2014, Meier lo denunció y pidió tres años de prisión efectiva y cinco millones de soles de reparación civil. La jueza ha citado para la lectura de sentencia el próximo 3 de mayo, la cual será condenatoria, pues las normas procesales establecen que estas sentencias se leen en acto público. De este modo, se pretende condenar por un artículo claramente de opinión crítica en el ámbito político. No imputa ningún hecho falso lesivo al honor. Se trata de opinión pura. No obstante, Rafo León podría ir a la cárcel este 3 de mayo, en lo que será una sanción ilegítima y claro ejemplo de cómo el Poder Judicial es funcional para la perversidad de litigantes y abogados inescrupulosos. ¿Qué se puede hacer para evitarlo? Muchas cosas, pero una de ellas muy simple, rápida y eficaz, es que todos los columnistas que sientan que en este caso se está atropellando de manera ilegítima la libertad de expresión, reproduzcan en su espacio, parcial o íntegramente, el artículo de Rafo León. Así seremos varios los potencialmente condenados, cosa que hago a continuación: Personaje extraño MMMQ, su militante ecologismo (de un océano de extensión y un centímetro de profundidad), la viene distinguiendo por años como “su tema”. Pero para ser un auténtico ecologista hay que saber respetar también las áreas de amortiguamiento de otros derechos que tenemos los seres humanos, como la libertad de elegir, la opción del laicismo, el pensamiento sin límites. Sin embargo, resulta que mientras la señora defiende a las taricayas de Pacaya Samiria, en una columna vecina se alía con el cardenal Cipriani en las opiniones más cochambrosas y naftalineras posibles, sobre la unión civil, el aborto terapéutico, la defensa cerrada y unívoca de la familia occidental y cristiana. Y un par de páginas más allá, en Sociales, aparece envuelta en zorros, tomando el té con las cuatro condesas que dan lustre a nuestra Lima.