Con la campaña de segunda vuelta ha aparecido el extraño argumento de que Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski son básicamente la misma cosa. Más extraño aun en el caso de quienes fueron a la marcha No a Keiko o la apoyaron, en el entendido de que sí hay diferencia entre dictadura y democracia, o entre extrema derecha y partidos democráticos, y que la diferencia es importante. Ahora la misma izquierda de la marcha parece decidida a borrar esas diferencias, o a minimizarlas al grado de volverlas inoperativas en lo electoral. Algo similar hizo Gregorio Santos al considerar más importante defender su espacio que ayudar al resto de la izquierda a disputar el poder pasando a la segunda vuelta. Lo repite ahora practicando la pureza ideológica frente a un PPK que quiere visitarlo. Algo parecido están haciendo quienes hoy dicen que Keiko y PPK son parte del mismo espectro ideológico (“la derecha”) y que por lo tanto poco o nada las diferencia. Pero la cuestión en esta segunda vuelta no es de ideología, sino de regreso del poder de Fujimori o de reafirmación de la libertad democrática arrancada precisamente contra esa dictadura. Esto la izquierda ha empezado a ignorarlo olímpicamente y en lugar de movilizarse desde el día uno para derrotar a Fujimori, prefiere retirarse a sus cuarteles de invierno y promete… ser oposición al fujimorismo. Así la confusión ideológica y la nostalgia del ultrismo se dan la mano con el derrotismo más silvestre. De modo que con los votos todavía calientitos en la ONPE la izquierda empieza a perder lo ganado, que se concretará cuando grandes cantidades de ciudadanos pasen masivamente al campo del voto por PPK y la democracia. Pero, por supuesto, la teoría de Keiko-PPK la misma cosa inclinará las cosas a favor de la primera, y hará más difícil la lucha contra ella. El rostro del nuevo poder ya está apareciendo: la candidata resondrando casi a gritos a Ollanta Humala. Una congresista electa proponiendo desde ahora la anulación del juicio a Alberto Fujimori (“Saldrá por la puerta grande”). Como van las cosas, esta izquierda ansiosa de ser oposición desde antes de la elección va a tener mucho a qué oponerse.