De Alberto a Keiko: El fujimorismo sigue pudriendo al país. Del pasado fujimorista y cómplice de Keiko hay pruebas: los estudios pagados con plata de los peruanos, su complicidad silente cuando su padre mandó torturar a su madre, su ocupación del cargo de primera dama de su madre cuando esta fue defenestrada por su padre, su silencio cómplice de las denuncias del robo de sus tíos (hasta hoy prófugos), su participación en la inconstitucional re-reelección de su padre, su defensa pública a Vladimiro Montesinos y más. Hasta allí, la mochila histórica de Keiko. Pero desde hace un par de elecciones Keiko viene haciéndose de mochila propia, como líder del partido que lleva el apellido de su padre. No tiene oficio conocido, es mantenida por su partido, no ha construido nada relevante para los peruanos ni ha hecho algún aporte en bien del país. La única vez que tuvo que trabajar como congresista tuvo la desfachatez de faltar 500 días y cobrar igual. Esa forma de hacer política que representa el fujimorismo, donde las rifas truchas, los cocteles bamba, la sacada de vuelta a la ley bajo el auspicio del fallo actual del JNE (http://goo.gl/PpTrvJ), esa forma antipolítica, digo, nos produce arcadas nacionales. Cuando un peruano dice ser antifujimorista, dice algo más que estar en contra de un partido o de las personas que lo conforman, lo justifican y lo promueven, pese a toda la carga delincuencial que los constituye. Cuando un peruano o peruana se dice antifujimorista, está diciendo que no transa, que le repele, que denuncia el robo, el delito disfrazado de partido político. Que se asquea con una forma de hacer política que ellos representan y que implica usar conexiones, redes de poder, de clientelismo o llano chantaje, para lograr privilegios particulares o partidarios sin el menor aprecio por la gente común, por las bases invisibles pero concretas que sustentan un país: sus instituciones, la calidad de la democracia que se sustenta a su vez en la calidad de esas instituciones, y la calidad de las personas en las que esas instituciones se sustentan para sustentar a su vez todo el aparato legal, cívico y político que son el soporte de una democracia y un país. Cuando una peruana o peruano se dice antifujimorista, está haciendo una declaración de amor a la patria, de entrega desinteresada, de preocupación auténtica por su destino. Un peruano o peruana antifujimorista es un ciudadano o ciudadana informado e informada. Cuyo horizonte de sentido no ha sido colonizado por las mentiras y los relatos fabricados del fujimorismo. Un peruano y peruana antifujimorista es un ciudadano libre, con conciencia crítica, con información verdadera, con una energía patriótica que lo mueve a desplazarse, a decir lo que otros callan, a recordar lo que los otros esconden, a sacrificar ser blanco de insultos de infamias de guerras inmundas porque hay algo mucho más grande que los partidos, que los políticos, que el PBI, que los modelos económicos, que los mezquinos intereses de los angurrientos, corruptos y falaces. Y es el Perú. Ser antifujimorista por eso es ser patriota. Es defender con todas las cuerdas vocales, con todas las fibras corporales, con toda la ilusión a la que tenemos derecho, a nuestra patria, su futuro, su presente. Por eso, frente a la prepotencia del fujimorismo que comienza a meter miedo con la marcha nacional del 5 de abril, frente a las insinuaciones de que será violenta o declaraciones de que somos terrucos y violentistas les contestamos en las calles, de manera pacífica como han sido las dos marchas anteriores. Frente a las habituales amenazas fujimoristas les recordamos que fueron ellos quienes infiltraron y violentaron la gesta democrática de los 4 Suyos en el 2000, les recordamos que fueron sus gentes las que incendiaron el Banco de la Nación con los vigilantes dentro (https://goo.gl/nDRKrk), tratando de que nuestra marcha pareciera violentista. Frente al mismo modus operandi del fujimorismo de ayer, de Alberto, como el de hoy, de Keiko, nosotros decimos: no nos callarán, no nos detendrán, no nos amedrentarán. Estamos atentos, estaremos vigilantes a sus filtraciones, somos legión, somos peruanos y no nos quedaremos de brazos cruzados. Nosotros no solo recordamos bien la historia, también la hacemos (https://goo.gl/2UycKG). Por eso nos vemos el 5 de abril en la Plaza San Martín, 5 pm.