el cumpleaños 81. Mario Vargas Llosa festejó su onomástico con picantes y chicha de jora en Arequipa. El escritor oficializó una nueva entrega de libros. Mandó un mensaje de unidad a los peruanos.,La fiesta mistiana de Mario Vargas Llosa,La fiesta mistiana de Mario Vargas Llosa,La fiesta mistiana de Mario Vargas Llosa,La fiesta mistiana de Mario Vargas Llosa,Arequipa Mario Vargas Llosa celebró su cumpleaños en Arequipa con sentimientos encontrados. Es cierto, era una alegría festejarlo en la ciudad que lo vio nacer hace 81 años, saboreando picantes y sintiendo el calor mistiano. Sin embargo, la contrariedad asomó con el recuerdo de su Piura devastada por la furia de la naturaleza. En la ceremonia de entrega de libros a la Ciudad Blanca, el nobel de literatura 2010 se pronunció sobre la tragedia del norte peruano. Teme que este desafío de la naturaleza comprometa nuestro desarrollo inmediato como país. Sin embargo, resaltó el movimiento de solidaridad para con los damnificados. “Como pocas veces he visto una fraternidad nacional. Ojalá la tragedia sirva para entender que entre los peruanos hay más denominadores comunes que diferencias sociales, políticas, religiosas”. En cortas declaraciones concedidas a la prensa evitó la polémica, a veces marca registrada en él. El mensaje de unidad predominó ante todo. Vargas Llosa puso énfasis en Piura, donde vivió un año de su infancia y otro de la juventud. Tenía menos de diez años cuando los Llosa se trasladaron a esta calurosa ciudad rodeada de médanos de arena y algarrobos. Al abuelo de Mario, Pedro Llosa Bustamante, lo habían elegido prefecto. Como fue siempre, él llevó a toda su tribu desde Cochabamba en una larga travesía. “En Piura viví aventuras y desventuras que marcaron mi memoria”. Una de esas experiencias dolorosas quizá fue conocer a su papá, quien lo había abandonado antes de que nazca. Vargas Llosa ahora lamenta ver a gente caminando por la plaza de armas con las aguas hasta la cintura o al cuello por el desborde del río Piura. En las primeras historias del escritor, ese río es retratado como un cauce seco que albergaban las peleas de colegiales. “Piura me dio mucha materia prima para mis primeros libros”, recordó con nostalgia. Ahí se recrea La casa verde, una de sus novelas que definió su consagración internacional. “Conociendo a los piuranos, sé que ellos sabrán enfrentar esta prueba difícil”, dijo. El escritor llegó a Arequipa para celebrar su cumpleaños 81 acompañado de su pareja Isabel Preysler. El festejo incluía un acto público. La entrega de más de siete mil libros y revistas de la colección privada del novelista para la biblioteca regional bautizada con su nombre. En 2012 decidió que el destino final de toda su biblioteca sea Arequipa. La colección del premio nobel asciende a 30 mil ejemplares repartidos entre Francia, España y Perú. La mitad de esos textos se atesoran en las vitrinas de una de las casonas que forman parte del centro cultural, convertido ayer por la mañana en un hervidero de gente. Algunos tenían libros a la espera de la ansiada firma. Otros pugnaban con los smartphones a la caza de un selfie. Fracasaron. Dos anillos de seguridad protegieron al escritor del asedio. LA FUNCIÓN DEL LIBRO Vargas Llosa no pudo evitar la tristeza de desprenderse de los objetos que más quiso. Hizo un elogio del libro y la lectura, una operación mágica que le engrandeció el mundo. “Con ellos aprendí a vivir muchas vidas. Salir de la mía, incorporarme a la de otros héroes y viajar a destinos extraordinarios (...)”. Para el escritor, las ficciones no solo permiten viajar a mundos perfectos. También incuban un espíritu crítico en el ciudadano. Tras una lectura, explica MVLl, el lector al ver mediocre y empequeñecido el mundo real se propone transformarlo. En la tesis vargallosiana, el malestar resulta el gran motor de la civilización y progreso. “El poder imaginar mundos distintos nos sacó de las cavernas y a lo largo de los siglos nos llevó a conquistar la materia y las estrellas. Esa es la contribución de la literatura”, dijo. El novelista sustenta que los libros tienen una enorme diversidad. Pese a ese bagaje, hay más cosas que unen a la humanidad. Dijo que sumergirse en textos prodigiosos significa descubrir la patria y otras naciones de las cuales podemos apoderarnos y entender que la humanidad es única. “Por eso no hay disparate más estúpido que las guerras, los prejuicios y las nacionalidades”. SIEMPRE AREQUIPA El escritor cerró su alocución recordando a Arequipa y su familia materna. En sus palabras,“la única y verdadera”. No tiene recuerdos vivos de ese año vivido al pie del Misti. Sin embargo, su madre y tíos en los almuerzos familiares en Cochabamba no se cansaban de invocar a los volcanes, al colegio Sagrados Corazones, los barrios y sobre todo le enseñaron a pronunciar en forma correcta la “ll”, una tarea imposible para cualquier limeño que la confunde con “y”. Antes de partir a saborear los picantes de La Nueva Palomino y brindar con chicha de jora, el escritor recorrió la casona para despedirse de sus libros. Lo acompañaba la gobernadora de Arequipa, Yamila Osorio Delgado. Algunos escritores jóvenes se le acercaban para entregarle sus publicaciones. Se tomó fotografías con los escolares excelencias de la ciudad. Por el uniforme castrense se interesó por los escolares del colegio militar Francisco Bolognesi. Al director le comentó que él fue cadete del Leoncio Prado. También se topó con el periodista Carlos Meneses, quien también nació el 28 de marzo de 1936. Meneses siempre es irónico sobre su coincidente natalicio con MVLl. “Ese día nacieron ocho niños en la ciudad, Vargas Llosa vino al mundo primero y se llevó toda la inteligencia”. Después del banquete con sus invitados apagó las 81 velitas. De regalo recibió un hipopótamo tallado en sillar rosado. El festejo terminó con una obra de teatro que sintetizó cuatro de sus novelas. Así celebró el nobel su fiesta, con nostalgia y la natural alegría de seguir vivo.❧ UN ESCRITOR QUE MIRA LOS ROSTROS DEL PODER Christian Reynoso En 2010, cuando Mario Vargas Llosa recibió el Premio Nobel de Literatura, cientos de estudiantes universitarios salieron a las calles de Puno, ataviados con pancartas y fotos del escritor, para llevar a cabo una marcha de celebración. Desde luego, a nivel nacional, la noticia fue bien recibida por los peruanos y la comunidad académica y artística, más allá de los tintes ideológicos. Se trataba, pues, de (re)valorar la obra literaria de Vargas Llosa. Veinte años antes, en febrero de 1990, Vargas Llosa había sido apedreado en el estadio Torres Belón de Puno. Era entonces candidato presidencial y sus operadores políticos le recomendaron ir a ver el concurso de danzas de la Festividad de la Candelaria. Los espectadores se sintieron ofendidos, pues vieron en ello una intencionalidad política que contaminaba la tradición religiosa. Lanzaron, entonces, una lluvia de piedras y mazorcas de maíz desde las tribunas. Este rechazo se expresó también en las urnas. En la segunda vuelta electoral de junio de 1990, Puno fue el lugar donde el escritor obtuvo la más baja votación (13.32%) y Alberto Fujimori la más alta (86.68%). Años después, en El pez en el agua (1993), Vargas Llosa escribió, con relación al rechazo que tuvo en las regiones campesinas que, en Puno “uno de los departamentos más miserables (y más ricos en historia y en belleza natural del país)”, todas sus giras “fueron objeto de violentas contramanifestaciones”. Ello por “la resistencia del campesinado… a dejarse convencer” por sus reformas liberales. También, reconoció, por su “propia incapacidad para formular este mensaje de manera convincente”. Es pues la confesión de Vargas Llosa como hombre político que intenta analizar en perspectiva aquello que vivió en carne propia ante el rechazo electoral de una población, pero diferente ha sido el camino que ha seguido como hombre creador de ficciones. Si nos referimos a algunas de aquellas novelas en las que ha explorado las relaciones del poder y lo político veremos que ha conseguido un acercamiento con el espectro siempre difuso, ambiguo, pero también de una pasión incontrolable como es el poder y lo que simboliza. Si en La ciudad y los perros (1963) estamos ante la lucha y hegemonía por el poder dentro de un espacio cerrado –el colegio militar Leoncio Prado–, en Conversación en La Catedral (1969), a partir del trasfondo del gobierno de Manuel A. Odría, estamos ante la decadencia de un poder que ha arrastrado consigo también la ruina de un sistema político y ciudadano. Esto se ampliará, más adelante, en una visión aún más descarnada y totalizadora de los extremos a los que puede llegar la conservación del poder a través de la violencia como nos muestra en La Fiesta del Chivo (2000), y los sucesos que giran alrededor de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. Pero también el poder puede leerse como la metáfora del paraíso perdido, en tanto, este se vuelve una utopía que, no obstante, nos seduce porque trasciende nuestra sensibilidad y nos procura la certeza de querer hacer realidad nuestras convicciones, tal como nos lo demuestran Flora Tristán y Paul Gauguin en aquel hermoso canto a la libertad titulado El paraíso en la otra esquina (2003). Así también en El héroe discreto (2013), se nos muestra el auge del poder económico en un Perú encausado en el crecimiento, pero que es trastocado por otro tipo de poder, más bien de tipo lumpen que se contamina además con el poder del erotismo y la pasión. Otra forma de acercarse al poder. De esta forma, la novelística vargasllosiana puede ser leída como un prisma rico en matices acerca del poder en sus más diversas manifestaciones y el hecho político que lo caracteriza. Nos acerca pues a un territorio en el que la imaginación se rebela como un todo que nos permite comprender y vivir. ÉL ES UNA NOVELA TOTAL Pedro Llosa Vélez. Admiro su totalidad como escritor: él mismo es una novela total en la medida que se rehúsa a renunciar o siquiera a flaquear en algún punto del espectro narrativo, y lo logra. Desde el macrocosmos de Zavalita o el Conselheiro hasta la intimidad de Lituma o Pichula Cuellar, desde la complejidad de La Casa Verde hasta la simplicidad de sus Rigobertos, de la confusión de Pedro Camacho a la claridad del Hablador, la galaxia Varga Llosa atraviesa todos los géneros narrativos con una versatilidad inagotable y un lenguaje que no concibe despegar la forma del fondo. Se trata de una estética que ha sabido consumar su ambición reinventándose a través de las décadas para rebatir la vieja idea de que todo escritor cuenta una sola gran historia. Él las cuenta todas. LA TAREA ÉPICA Jerónimo Pimentel Mario Vargas Llosa trajo la madurezy un conjunto de técnicas narrativascontemporáneas que si bien habían sido exploradas, no habían sido ejecutadas con consistencia y brillantez. Yo creo que esa apropiación técnica también aceptó o tuvo como consecuencia la construcción de un mundo en el que se ha forjado la primera etapa de su obra, ciertos personajes, ciertos sujetos, cómo piensan sus relaciones con distintas formas del poder: familiar, social, étnico y, finalmente, político. Creo que todo eso da una tarea épica, ambiciosa, dentro de lo que también está en juego la peruanidad ¿qué es el Perú? Esa frase que todo el mundo dice "Cuándo se jodió el Perú?", una frase tan revisitada y que se recurre tanto cuando se recuerda a Vargas Llosa.