Un equipo de biólogos, médicos e ingenieros nacionales elabora piel artificial para niños que tienen más del 80% del cuerpo quemado. Esta técnica, aplicada en el Instituto del Niño de San Borja, toma una muestra de tejido real y la hace crecer hasta 500 veces su tamaño real.,Cambio de piel,Cambio de piel,- Era una antorcha humana. El 26 de marzo, Brayan se puso el casco, subió a la moto y se encerró en una enorme esfera de metal sin saber que su acto acabaría antes de lo programado. Ese día, que jugaba la selección de fútbol, en la carpa del circo Montercarlo solo había algunos curiosos. Allí, el muchacho de 17 años repetía la rutina aprendida: piruetas, velocidad, vueltas en la esfera. Más temprano había hablado por teléfono con su mamá y le había dicho que no tenía ganas de trabajar, que había poca gente. "Pero nosotros, los artistas, sabemos que el público es el peor monstruo y no tiene compasión", dice ella. Entonces, Brayan estaba allí, en un circo en Huánuco, frente a unos extraños, antes de que se prendiera su moto en el Globo de la Muerte. —Mi hijo fue una antorcha humana—repite ahora Cecilia Horna en la sala de un hospital. Brayan está en el cuarto de al lado. Ha pasado por doce operaciones, por la Unidad de Cuidados Intensivos y por un traslado de Huánuco a Lima en plena temporada de huaicos. Casi el 70% de su cuerpo quedó afectado luego de que su moto se partiera en dos, provocando que se derrame la gasolina, y se prenda en llamas por una chispa. El joven de la habitación 411 tiene el rostro descubierto después de recibir una nueva piel. Un tejido que los biólogos, ingenieros y médicos del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) de San Borja elaboraron en un laboratorio para cubrir sus heridas. Lo hicieron a partir de una pequeña porción de piel sana que aún conservaba. En las páginas de internet, Brayan aparece en cadenas de oraciones, en noticias circenses y hasta en mensajes de artistas como Édgar Vivar (El señor Barriga) deseando su mejoría: "Vibra hermano". En tanto, en el hospital del Niño de San Borja, este jovencito se ha convertido en uno de los casos más exitosos de los "gran quemados", como llaman a los pacientes con quemaduras de segundo y tercer grado, y más del 60% del cuerpo afectado. A este hospital llega la mayoría de niños y adolescentes "gran quemados" de todo el país. De los más de 400 menores con quemaduras que atienden en un año, cerca de 40 son de este tipo. "Un paciente quemado al 80% difícilmente sobrevive —dice la directora del nosocomio Zulema Tomas—. Los cuerpos están tan afectados que ya no tienen de dónde donar (piel)". Pero en el último año, tres menores rompieron esta triste estadística; entre ellos, Brayan. Estos casos no contaban con suficiente piel sana para implantar en las zonas afectadas, entonces, los médicos tomaron una pequeña muestra (2 cm²) y la hicieron crecer hasta 500 veces más su tamaño original. Esta técnica, a la que llaman Cultivo de piel, se desarrolla en otras partes del mundo, y ha convertido al Perú en el único país que la aplica en América Latina. El rostro de Brayan ahora tiene el mismo color con el que aparece en sus fotos de Facebook. Solo unas pequeñas manchas negras y otras rojizas hacen la diferencia. El resto de su cuerpo está vendado. Los movimientos de sus extremidades son lentos, pero decididos. "A mi hijo no le daba ni la gripe —dice su mamá Cecilia en el cuarto de al lado—. Ahora seguimos en esta lucha". Solución en uno mismo La tía de M.M.R. quería donarle un poco de piel. No importa de dónde, ni cuánto, ella estaba decidida a cubrir las heridas de la adolescente de 13 años. "Yo le dije al doctor que si fuera posible podría donar... que me deje por favor... pero me dijo que no, que mi piel no agarraría, que se puede desprender". René Herrera, jefa del Banco de Tejidos del INSN San Borja -donde especialistas en ingeniería tisular "fabrican" piel- explica que los tejidos de un donante permanecen solo de manera provisional en el paciente. Generalmente, su cuerpo los rechaza, produciendo una infección que acaba con su vida. En cambio, en la técnica de Cultivo de piel, la solución nace del mismo paciente. "Allí nunca hay rechazo", asegura. El 10 de mayo pasado, M.M.R. encendía un fósforo en su pequeño cuarto del caserío de San Miguel de Aco, en Áncash, y segundos después gritaba por la calle pidiendo ayuda a sus vecinos. Tenía el rostro y las manos completamente quemadas. Horas atrás, la estudiante de tercero de secundaria había abandonado el cuarto que alquila cerca de su colegio sin notar que había una fuga de gas en el ambiente. A su regreso, en su intento por preparar el desayuno, prendió un fósforo y el estallido fue automático. En medio del llanto, la trasladaron a una posta de Aco, luego a Huari, a Huaraz y, finalmente, a Lima. El resultado: quemaduras de segundo y tercer grado, internamiento en Cuidados Intensivos, y el rostro oculto por semanas. En el caso de esta adolescente, los médicos del INSN San Borja tomaron muestras de sus piernas, una de las zonas menos afectadas por el fuego, para elaborar los injertos. En otros pacientes, las obtienen de la ingle o del cuero cabelludo. Ese solo es el inicio del proceso. Las muestras obtenidas, que generalmente miden 2 cm², son derivadas al laboratorio de Ingeniería Tisular. Allí, se cortan en pedazos aun más pequeños, y se extraen las células cutáneas (fibroblastos y queratinocitos) que le dan firmeza y protección a la piel. A estas células se les aplican enzimas y otras sustancias químicas que las ayudan a crecer. Los aminoácidos, proteínas y hormonas se convierten en su alimento diario. Las células cutáneas también tienen vida, consumen, y van perdiendo la concentración de nutrientes. "Es como si les dieras de comer cada tres días", comenta la bióloga Liz Barreto, una de las encargadas de "fabricar" la nueva piel de los pacientes. Las células crecen en envases separados, los cuales se llenan entre siete y diez días después. Lo obtenido se une en una sola lamina que también deberá recibir "alimentos". "Van creciendo, las propagamos, impulsamos su capacidad de replicación —agrega Liz—. Simulamos lo que pasa con nuestras heridas, y cómo nuestro cuerpo va regenerándose". En el día 21, cuando los tejidos tienen hasta 500 veces más su tamaño original, los biólogos coordinan con los cirujanos, y alistan la piel cultivada. Es la nueva cobertura de los pacientes. Un injerto creado por sus propias células. Cada lámina mide 75 cm². Los especialistas deciden cuántas fabricarán según los daños en el cuerpo de la persona afectada. Ya en el quirófano, los médicos colocaron estas láminas de aspecto gelatinoso sobre los brazos, las piernas, el cuello y la cara de Brayan. En el caso de M.M.R., en sus brazos y rostro. Un niño más de Amazonas, también con quemaduras graves, recibió un injerto en la cara. "El cuerpo, uno se lo puede cubrir con ropa, pero la cara no. Y aquí hay un estigma del quemado para que la sociedad lo acepte", dice René Herrera, quien recuerda que un familiar cayó arrodillado de la alegría cuando vio el rostro de uno de los pacientes. Singular método Los médicos dicen que si Brayan no se aplicaba la piel cultivada, posiblemente, no estaría en la habitación 411, recibiendo terapia y escuchando salsa. "No se hubiese salvado". En esta técnica, desarrollada hace un año en el INSN San Borja, se prioriza a los pacientes "gran quemados", pero también a aquellos que presentan un 40% de daños en el cuerpo. No importa el sexo, ni la edad. El costo, que incluso puede superar los 70 mil soles, es cubierto por el Seguro Integral de Salud (SIS). El procedimiento no solo incluye un trabajo en laboratorio, sino también una etapa de irradiación dirigida por el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN). Por eso, hace más de tres semanas, en una conferencia sobre Energía Atómica, en Austria, se destacó su aplicación en el Perú. Mañana, Brayan cumplirá tres meses en una cama, avanzando en su recorrido, luego de huir del Globo de la Muerte. ", autor: " Escribe: Milagros Berríos